Nueve frases que debemos evitar decirle a un niño con alta sensibilidad y cómo darles la vuelta

Los niños altamente sensibles poseen una serie de particularidades que les hacen percibir, entender y experimentar el mundo y las cosas que les rodean, de forma más intensa.

Son niños que pueden sentirse abrumados por sus propias emociones, además de incomprendidos, cuando las personas de su alrededor no acaban de conectar con ellos o recurren a frases que deberíamos evitar con un niño con alta sensibilidad. Son frases que hacemos sin mala intención, pero que pueden doler igualmente.

Y es que es muy importante cuidar nuestro lenguaje con los niños, para que éstos se sientan acompañados como se merecen, tengan o no alta sensibilidad, con sus puntos fuertes, sus puntos de mejora, su personalidad y su esencia. ¿Qué no decirle a un niño con alta sensibilidad, y cómo podemos reformular estas frases?

Nueve frases que debemos evitar decirle a un niño con alta sensibilidad y cómo darles la vuelta

"No hay para tanto, estás exagerando"

Los niños altamente sensibles tienen las emociones a flor de piel; las cosas les afectan especialmente. Por ello, con frases como esta estás invalidando sus emociones y sus sensaciones.

Con esta frase el niño puede sentir que lo que siente no es importante, no es válido, y que por lo tanto debe reprimirse.

Frases alternativas a esta y que no dañarán su sensibilidad pueden ser: "entiendo que esto te afecte mucho, ¿me lo puedes explicar mejor", o "¿esto te afecta mucho verdad? ¿cómo te sientes?". Es decir, en lugar de juzgar, preguntar, empatizar.

"No te quejes tanto"

Muchas veces estos niños recurren a la queja porque les cuesta gestionar una situación, se sienten abrumados por los estímulos del entorno, o cualquier otra razón.

En lugar de recurrir a esta frase, podemos optar por un "entiendo que estás saturado [o que no te sientes bien], pero ¿puedes expresar lo que te ocurre de otra forma?"

"¡Qué sensible eres!"

Aunque pueda parecer una frase neutra, lo cierto es que, en según qué contexto, y según el tono que utilicemos para decirla, puede llegar a ser dañina para el niño. Y es que éste puede tomársela como si ser sensible fuera algo negativo.

Por ejemplo, si un compañero le ha dicho algo que no le ha hecho gracia en el cole y lo cuenta llorando, y le decimos esto, él puede interpretar que no tiene derecho a sentir lo que siente. En lugar de esta frase, podemos usar un "¿qué es lo que te ocurre?", "¿esto que me cuentas te afecta mucho no? ¿cómo puedo ayudarte a sentir mejor?".

"¡Menuda tontería!"

Nada de lo que sienten, o les ocurre a nuestros hijos, es una tontería. Como sabemos, los niños altamente sensibles sienten las cosas de otra forma, con mayor intensidad, porque además, perciben las cosas de otra manera, con otro filtro, y son más capaces de apreciar los detalles y los matices de las situaciones, lo que a veces puede traducirse en mayor sufrimiento emocional.

Por ello, es normal que estos niños valoren las cosas de otra forma, o les afecten cosas que quizás a otros niños no les afectarían. Sea lo que sea que viven o sienten, nunca les digamos "menuda tontería". Optemos siempre por preguntar, no por juzgar; "¿cómo te hace sentir esto? ¿por qué crees que te sientes así?"

"¡Qué tiquisimiquis eres!"

Además de en el área emocional, los niños con alta sensibilidad también manifiestan particularidades en el área sensorial. Así, a menudo son niños que se quejan por ejemplo de costuras en la ropa que les rozan la piel, sabores u olores que les desagradan, ruidos que les hacen llorar o les desbordan...

Cosas que, para el resto de personas no tienen nada de especial o no les genera molestia. Por ello, tampoco invalides estas sensaciones con frases como esta (que sería como decir "no seas exagerado", "no hay para tanto..."). Puedes usar, en cambio "¿quieres que cambiemos esta ropa? ¿cómo te sentirías más cómodo?", etc.

"Siempre te agobias muy rápido"

Frases como esta o similares también debemos evitarlas. Quizás sí son niños que se agobian fácilmente (o rápidamente), pero lo hacen en determinados ambientes (por ejemplo, cuando hay muchos estímulos). Y tienen sus razones.

Por ello, insistimos en evitar el "siempre" en las frases. Y también, en cambiar esta frase por una pregunta; por ejemplo: "¿Te estás agobiando? ¿dónde te sentirías más cómodo?", etc.

"¡Nunca te concentras!"

Los niños con esta sensibilidad pueden manifestar dificultades para concentrarse, debido a que su cerebro procesa muchos estímulos a la vez (con lo que, les cuesta "filtrar" la información). Así, lo que ocurre muchas veces es que la sobreestimulación embotella su cabeza y no les permite procesar tanta información.

Por eso, si tu hijo es altamente sensible y tiene dificultades de concentración, no le digas esta frase; además, hemos de intentar evitar los "nunca", los "siempre", porque son adverbios muy genéricos y absolutistas.

¿Verdad que tu hijo sí se concentra algunas veces? Entonces, decirle "nunca lo haces", aunque sea una expresión, no es verdad. Opta entonces por "¿hoy te cuesta más concentrarte no?", o "¿hay días que te cuesta más concentrarte? ¿qué puede ayudarte a centrar la atención?".

"¿Por qué te pones así?"

Depende de cómo se formule esta frase (el tono, el contexto), puede no ser dañina. Por ello debemos poner el foco en el tono y contexto, ya que según cómo, puede parecer que cuestiona las emociones de nuestro hijo (por ejemplo, si la decimos con tono de reproche, cuando el niño simplemente está molesto o intranquilo por algo aunque no entendamos sus razones, etc.).

Cuando así es, podemos fácilmente revertirla para que sea más adecuada y menos dañina, y como siempre, las preguntas pueden ayudarnos. "¿Qué es lo que te hace ponerte así?". Simplemente cambiando algunas palabras, pasamos de una frase que puede ser dañina a otra mucho más amigable y empática.

"No es nada, ¡olvídalo!"

Todo lo que sienten los niños es importante, tengan o no alta sensibilidad. Además, ni los niños ni las personas olvidamos las cosas porque nos digan que tenemos que olvidarlas. Por otro lado, en esta frase también hay una invalidación de lo que siente el niño; "no es nada".

Pero ¡quizás sí lo es para él! Puedes reformularla con un, "¿esto te afecta mucho, verdad?", "ya verás como poco a poco esto se te olvida", o "seguramente con el tiempo lo vivas diferente...". Insistimos, se trata de preguntar para entender y acompañar, para poder sostener las emociones del niño.

¿Cómo tratar a un niño con alta sensibilidad?

En realidad, como a cualquier otro niño: con respeto, amor y empatía, pero con el añadido de que, hay cosas que quizás deberemos decir con más tacto. ¿La clave? Conocerlo bien. Además, nos puede ayudar también:

  • Nunca cuestionar lo que sienten, con frases como las anteriores; antes de cuestionar o juzgar, pregunta, indaga, escucha.
  • Evitar los entornos con muchos estímulos (por ejemplo, con mucha gente, centros comerciales...).
  • Aprender a escucharlo y a acoger sus emociones sin juzgarlas.
  • Recurrir a las preguntas cuando necesites entenderlo, en lugar de a regañar.
  • Recurrir al contacto físico (recuerda que le ayuda a sentirse tranquilo, protegido y confiado).
  • Identificar aquellas situaciones que le generan estrés o agobio para prevenirlas o adaptarlas.
  • Aceptarlo tal y como es.
  • Anticiparle los cambios importantes (y evita hacer más de un cambio a la vez).

Fotos | Portada (Unsplash)

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