Prueba de provocación oral alimentaria: en qué consiste y cuándo se recomienda

En las últimas décadas, la prevalencia de alergias alimentarias en la infancia ha aumentado de manera significativa. Si eres padre o madre de niño alérgico, probablemente ya estés más que familiarizado con ciertos términos, lectura de etiquetas y situaciones potencialmente peligrosas. Pero hay algo a lo que cuesta acostumbrarse, y que siempre genera una gran incertidumbre: la prueba de provocación oral alimentaria.

Si es la primera vez que vas a pasar por ello con tu hijo alérgico, te explicamos por qué se la han recomendado, en qué consiste exactamente y qué deberías tener en cuenta.

¿Qué es una prueba de provocación oral alimentaria?

Se trata de una prueba que consiste en exponer al niño alérgico a la sustancia que le provoca reacción. Si hablamos de alergias alimentarias, se le expondrá al alimento en cuestión, pero también puede tratarse de una exposición a medicamentos o incluso a pólenes y ácaros, en el caso de alergias ambientales.

Siempre debe hacerse bajo estricto control médico y en el entorno hospitalario.

¿En qué casos está indicada?

  • Cuando hay sospechas de alergia pero no hay pruebas concluyentes que nos aseguren que la alergia existe. En estos casos, la exposición oral controlada a la sustancia en cuestión nos permitirá demostrar o descartar su implicación en la reacción alérgica del niño.

  • En los casos de alergia no mediada por IgE (que solo pueden diagnosticarse mediante los síntomas clínicos), la prueba de provocación oral es la única manera de averiguar si la alergia sigue estando presente pasado un tiempo, ya que en muchos casos, esta se supera de manera espontánea (especialmente en el caso de alergia a las proteínas de leche de vaca).

  • La prueba de provocación oral también sirve para averiguar el grado de tolerancia que muestra el niño al alimento. Conociendo este dato, la calidad de vida del alérgico podría mejorar (por ejemplo, cuando el umbral de tolerancia permite al niño consumir trazas, alimentos cocinados...)

¿Cómo se realiza?

Como decíamos al inicio, se trata de una prueba que en todo momento debe realizarse bajo supervisión médica y en el hospital, para que en caso de producirse una reacción alérgica, el niño pueda ser atendido de inmediato.

En líneas generales, esta prueba consiste en administrar de manera controlada pequeñas porciones de la sustancia o alimento al que el niño es alérgico, incrementando las cantidades de forma paulatina si no se observa reacción.

Según el historial clínico del niño, se comenzará ofreciendo una pequeña cantidad que se irá incrementando en cada toma, con intervalos variables de entre 30 y 60 minutos entre ellas (ya que hay que tener en cuenta que en muchos casos las reacciones no se producen de manera inmediata).

La prueba suele ser larga (la duración la determinará el médico en función de las circunstancias particulares del paciente), y si apareciera algún síntoma anormal se suspendería de inmediato y se administraría tratamiento. Si al concluir la prueba de provocación oral, el niño no hubiera presentado ningún síntoma alérgico, se podría decir que la alergia ha sido superada, si bien es necesario continuar durante un tiempo en observación médica hasta que el alimento se hayan introducido en la dieta del niño de forma totalmente normal.

Aunque el procedimiento (la exposición al alérgeno de manera controlada y en dosis crecientes) es similar al que se sigue durante los programas de desensibilización, se trata de pruebas diferentes y con objetivos distintos.

Van a hacer a mi hijo una prueba de provocación oral, ¿qué debo tener en cuenta?

Como madre de un niño APLV no IgE mediada, que ha pasado por cuatro pruebas de provocación oral a la leche, estas son mis recomendaciones a la hora de enfrentaros a esta situación:

  • Transmite a tu hijo seguridad y confianza.

Lo cierto es que no se trata de una prueba agradable para nadie. El niño suele mostrarse molesto (el entorno hospitalario no es divertido, se le "obliga" a tomar un alimento que quizá no quiera, debe ir en ayunas...) y a los padres nos genera una gran incertidumbre.

Pero nuestra actitud es fundamental para transmitir confianza a nuestro hijo, y es imprescindible que hagamos el ejercicio de librarnos de nuestros miedos y e infundirle la seguridad que necesita para enfrentarse a esta situación.

  • Explica a tu hijo lo que va a pasar

Si nuestro hijo ya no es un bebé, creo que es importante contarle lo que va a pasar, siempre adecuando nuestra explicación a su entendimiento. Mentir al niño nunca es una buena idea, pero menos aún lo es en estos casos; pues al fin y al cabo él es el único protagonista.

Dependiendo de la edad que tenga, puede que te pregunte cosas que te recomiendo que respondas con total sinceridad. Quizá le preocupe saber si la prueba le va a doler o si se pondrá malito, y es que para él puede ser incongruente saber que va a ser expuesto a ese alimento que tanto daño le hace y que siempre evitáis.

También te recomiendo que no le des grandes esperanzas ni le prometas que todo va a ir bien, pues la realidad es que no lo sabemos. Otra cosa que siempre aconsejo es no hablar de la prueba de forma recurrente durante los días previos, para que el niño no se obsesione ni vaya con miedo. Recuerda transmitirle la seguridad de que tanto tú como el médico vais a estar a su lado.

  • Prepara una bolsa con sus juguetes preferidos

Como ya hemos mencionado, se trata de una prueba larga, y es probable que el niño se aburra. Puede que en la sala del hospital haya juguetes que capten su atención, pero no está de más llevarte una bolsa con sus juegos y cuentos favoritos. Una película de dibujos animados en el iPad también puede ser una buena idea para que mantenerle entretenido.

  • Ropa de recambio para él y para ti

Los síntomas de una alergia pueden ser muy variables, pero si la reacción alérgica habitual de tu hijo son los vómitos y/o diarreas, te recomiendo que prepares un bolso con ropa de recambio, tanto para él como para ti. Porque aunque no debemos ponernos en lo peor, la prueba podría salir mal, y a pesar de que en esos momentos lo que menos te preocupará será la ropa manchada, poderos cambiar de atuendo ayudará a mejorar un poquito la situación.

  • Confía en los médicos

Por experiencia se que la prueba asusta, y más si ya has pasado por ella anteriormente y no ha salido todo lo bien que esperabas. Por eso, mi consejo es que tengas plena confianza en el equipo médico que os trata, y antes de pasar por ella preguntes cualquier duda que pueda surgirte, por tonta que te parezca.

Enfrentarse a esta prueba hecho un mar de dudas no ayuda en absoluto. Así que lee, infórmate, pregunta y sigue las recomendaciones de los médicos. Es normal sentirse abrumado o asustado, pero piensa que si algo sale mal, tu hijo será atendido rápidamente, y si la supera, todo será más fácil a partir de ese momento con su alimentación.

Fotos | iStock

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