La pandemia ha aumentado hasta en un 47% los trastornos de salud mental de los menores

En los últimos años, y especialmente desde el inicio de la pandemia por Covid-19 en el año 2020, la salud mental de niños y adolescentes en España se ha deteriorado.

Antes de la pandemia ya se estimaba que en torno al 10% de los niños y al 20% de los adolescentes sufría trastornos mentales, con consecuencias que se pueden prolongar a lo largo de toda su vida. En la actualidad, los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas.

Así lo ha constatado el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, del que forman parte la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), dependiente de la Asociación Española de Pediatría; la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).

El trabajo de este grupo también cuenta con el aval de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) y de la Sociedad de Pediatría Social (SPS).

Aumento de trastornos de salud mental y comportamientos suicidas

Los servicios de urgencias pediátricas (SUP) y los centros de atención primaria observaron, en los primeros meses de la pandemia, una disminución importante (entre el 30 y el 40%) del volumen asistencial global.

Pero a esta primera fase le siguió un incremento de hasta un 47% en los trastornos de salud mental de los niños, y hasta un 59% en los comportamientos suicidas, comparando con los datos de 2019.

Durante el año 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior, y entre los jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos.

Los trastornos de ansiedad o depresivos casi se han cuadruplicado

Estudios realizados por diversas ONG (UNICEF, Fundación ANAR o Save the Children) han alertado también del impacto de la pandemia.

Se estima que los trastornos de ansiedad o depresivos casi se han cuadruplicado (de 1,1% al 4%), así como el diagnóstico de trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y otros trastornos de conducta (de 2,5% a 7%).

Del mismo modo, se ha observado un incremento de la sintomatología psicosomática en los pacientes pediátricos, muchos en relación con la preocupación acerca de la infección por el SARS-COV-2. Asimismo, los trastornos de la conducta alimentaria son más frecuentes y graves que antes de la pandemia.

Más casos en urgencias

La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en los SUP españoles desde marzo de 2019 a marzo de 2021, con la participación de quince SUP.

Globalmente, los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10%.

En un análisis desglosado, los diagnósticos que más se incrementaron fueron: “Intoxicación no accidental por fármacos” (122%), “suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica” (56%), “trastorno de conducta alimentaria” (40%), “depresión” (19%) y “crisis de agresividad” (10%).

Casos más graves, más jóvenes, y más hospitalizaciones

Además del aumento de la demanda asistencial de menores por causas de salud mental, se ha detectado que los jóvenes acuden a los centros sanitarios presentando mayor gravedad.

A modo de ejemplo, la pérdida de peso en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria es, tras el inicio de la pandemia, hasta un 50% superior, en comparación con las cifras previas del 20%.

En relación con la intoxicación con fin suicida, a lo largo de la última década se ha evidenciado el aumento de casos, su gravedad y la necesidad de ingreso en unidades de cuidados intensivos.

También se ha detectado un claro descenso en la media de edad de inicio de los síntomas, tanto en los trastornos de conducta alimentaria como en las conductas autolesivas.

¿Cuáles son las causas?

Señalan como factores precipitantes el confinamiento domiciliario de hace dos años y las posteriores medidas de restricción, que han afectado “especialmente a una población tan vulnerable como la infancia y la adolescencia. La interrupción de las rutinas y las restricciones sociales se han asociado al uso excesivo de tecnologías y limitación de la actividad física. Además, algunos niños y adolescentes ya estaban expuestos a situaciones de pobreza, abuso o violencia que empeoraron con la pandemia”, señala la Dra. Azucena Díez, presidenta de la SPI y portavoz del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia.

Estos trastornos se han dado con más frecuencia en la etapa adolescente, en pacientes de sexo femenino y con de trastornos previos del neurodesarrollo o necesidades especiales.

¿Qué se puede hacer?

Ante esta preocupante situación, las tres sociedades proponen una serie de medidas:

  • Aumento de los recursos de atención a la salud mental, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio.
  • Formación específica en psiquiatría infantil y adolescente para los pediatras, en especial de atención primaria y urgencias.
  • Detección precoz: la Academia Americana de Pediatría recomienda realizar un screening a los 12 años, a todos los adolescentes para poder identificar aquellos que están en riesgo de depresión y/o ideación suicida e intervenir de forma precoz.
  • Incorporación de especialistas en salud mental (psicólogos clínicos) en los centros de Atención Primaria.
  • Mejora de la coordinación en Atención Primaria con otros recursos.
  • Formación en salud mental en colegios e institutos, dirigida tanto a profesores como a padres en relación con identificación y regulación de emociones, respeto a la diversidad, etc.

El Grupo de Trabajo Multidisciplinar señala que, en la situación actual, es necesario trabajar en equipos multidisciplinares, analizando las posibles causas, haciendo detección precoz y dando respuesta al sufrimiento de los menores que padecen trastornos de salud mental y sus familias.

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