¿Cuántas cesáreas puede tener una mujer?

La cesárea es una intervención quirúrgica que se realiza cuando el parto vaginal podría suponer un riesgo para la madre o el bebé. En ocasiones, el parto por cesárea es la única solución para el nacimiento del bebé sano, y por tanto solo debe ser realizada cuando sea necesaria, valorando los riesgos y beneficios en cada caso.

Pero si una mujer da a luz por cesárea una vez, ¿los siguientes partos serán también por cesárea?, ¿cuántas cesáreas puede tener una mujer?

Parto vaginal después de una cesárea (PVDC)

Cuando el primer parto, por alguna circunstancia que el médico determina, es por cesárea, no significa que necesariamente el segundo parto deba ser también por cesárea.

Es perfectamente posible tener un parto normal después de una cesárea. De hecho, debe intentarse el parto vaginal en aquellas mujeres con cesárea previa si las condiciones médicas lo permiten. Según datos de la Sociedad General de Obstetricia y Ginecología (SEGO), en un 72-76% de las mujeres con cesárea previa es posible después un parto vaginal exitoso.

¿Cuál es el máximo de cesáreas que se puede tener?

En cuanto al número de cesáreas que se pueden llegar a tener de forma segura, la mayoría de los profesionales médicos considera que tres.

Según palabras en ABC de María Benedicto, ginecóloga del Hospital USP San José de Madrid, “la mayoría de los médicos no aconseja realizar más de tres cesáreas en una misma mujer”.

Sin embargo, explica que aunque esa es la recomendación de los médicos, cada mujer es libre de asumir los riesgos que puede acarrear una cuarta cesárea.

Complicaciones de cesáreas repetidas

Ese máximo de cesáreas recomendado se debe al gran riesgo de rotura uterina al que la mujer se expone si queda embarazada otra vez.

Las cicatrices de las cesáreas van debilitando los tejidos de las paredes uterinas aumentando las posibilidades de que se produzca un desgarro espontáneo del útero. Según la especialista, la tasa de roturas tras dos cesáreas previas se cuadruplica.

La rotura uterina es una de las complicaciones obstétricas más graves pues se acompaña de una elevada mortalidad materna y, sobre todo, fetal.

Esto implica un mayor riesgo de complicaciones graves como:

  • Riesgo de rotura uterina: supone la pérdida de integridad de la pared del útero. En los casos más graves (rotura uterina completa o catastrófica) puede causar la muerte de la madre y del feto.
  • Complicaciones placentarias: que la placenta esté anormalmente adherida al útero (placenta adherida o placenta acreta) o que esté anormalmente implantantada sobre el orificio cervical interno (placenta previa). Ambas afecciones aumentan el riesgo de parto prematuro, sangrado excesivo y la necesidad de una transfusión de sangre y la extirpación quirúrgica del útero (histerectomía).
  • Adherencias: las adherencias son tejidos similares a una cicatriz que no sólo afectan al útero sino también a los músculos abdominales y al tejido conectivo y a órganos vecinos. Las adherencias densas pueden dificultar una cesárea y aumentar el riesgo de una lesión de vejiga o intestino, así como de hemorragia y muerte materna o del recién nacido.
  • Problemas con la incisión: con las sucesivas cesáreas aumenta también el riesgo de complicaciones derivadas de las incisiones abdominales, como una hernia.


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