Mutismo selectivo en niños: por qué aparece y cómo podemos actuar

En el mutismo selectivo, los niños dejan de hablar de repente en algún contexto específico, que suele ser la escuela u otro contexto social. Se trata de un trastorno de ansiedad que conlleva una dificultad persistente de hablar en situaciones donde, socialmente, se espera que hablemos, siendo capaces de hablar en otras situaciones.

Según un estudio del 2020, publicado en la Revista chilena de psiquiatría y neurología de la infancia y adolescencia, la prevalencia del trastorno en estudios internacionales en niños entre cuatro y siete años va desde un 0,7 a un 2%, siendo su prevalencia mayor en mujeres que en hombres (como la mayoría de trastornos de ansiedad). ¿Qué más sabemos sobre este trastorno?

Mutismo selectivo: qué es

El mutismo selectivo se clasifica como un trastorno de ansiedad, y, según el estudio citado, suele aparecer antes de la edad de cinco años, y más comúnmente entre los dos años y medio y los cuatro años.

La alteración principal es un fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar (por ejemplo, en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones. Así lo estipula el DSM-5 (Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).

La alteración principal del mutismo selectivo es un fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar, a pesar de hacerlo en otras situaciones.

Esta alteración interfiere en los logros educativos del niño, y dura como mínimo un mes. Eso sí, ese mes no debe ser el primer mes de la escuela, porque entonces se entiende que puede deberse a la adaptación escolar y no al mutismo selectivo.

No se explica por otras causas

Dicho fracaso a la hora de hablar no puede atribuirse a otras causas, como a una falta de conocimiento o a una falta de comodidad con el lenguaje.

Y, por otro lado, tampoco se explica mejor por la presencia de otros trastornos, como un trastorno de la comunicación (por ejemplo, tartamudez), un trastorno del espectro del autismo, esquizofrenia o un trastorno psicótico.

Trastornos asociados

Según el estudio citado, los niños con mutismo selectivo, con frecuencia manifiestan también otros trastornos asociados al mutismo, como:

  • Trastornos de ansiedad (por ejemplo, fobia social), en un 65-100% de los casos.
  • Trastorno de ansiedad por separación (17 a 32%).
  • Fobias específicas (30 a 50%).
  • Trastornos de comunicación (50%)
  • Trastornos de eliminación (encopresis o enuresis), (16 a 29%).

Causas del mutismo selectivo

No hay una única causa que explique el mutismo selectivo, sino que en su origen encontramos un conjunto de factores:

1) Genes y temperamento

Según la evidencia científica disponible, algunos genes podrían estar involucrados en la aparición del trastorno. Y, por otro lado, la gran mayoría de niños con mutismo selectivo, tienen antecedentes familiares que han padecido el trastorno, timidez extrema o problemas de ansiedad.

2) Influencias ambientales

Aumenta la probabilidad de manifestar mutismo selectivo el tener problemas escolares, eventos traumáticos, tener padres controladores o sobreprotectores...

En relación a esto último, un estudio de Edison y colaboradores (2011) mostró que los padres de los niños con mutismo selectivo, parecen ser significativamente más controladores y sobreprotectores.

3) Factores del neurodesarrollo

Aquí se incluyen problemas en el lenguaje o el habla, padecer un retraso general del desarrollo o presentar ciertas anomalías neurológicas.

¿Cómo ayudar a un niño con mutismo selectivo?

Primero de todo, será importante que un equipo especializado, que incluya un psicólogo clínico infantil, pueda valorarlo, y que nos ofrezca un tratamiento adecuado.

El tratamiento psicológico suele incluir la exposición gradual a las situaciones sociales, técnicas de relajación y técnicas de modelado y automodelado para que el niño ensaye su conducta a partir de recrear la situación que le inhibe el habla.

El tratamiento psicológico suele incluir la exposición gradual a las situaciones sociales, técnicas de relajación y técnicas de modelado.

Por otro lado, hay algunas pautas que como padres podemos aplicar:

  • Fomentar su socialización sin presionarle. Así, es importante crear situaciones sociales en las que el niño pueda interactuar.
  • No sobreprotegerlo ni reforzar la inhibición de su habla. Es decir, crear oportunidades para que pueda hablar y relacionarse con los demás, para que pueda ir ganando confianza.
  • Reforzar su autoestima.
  • Ofrecerle seguridad y apoyo incondicional.
  • Nunca juzgarle; si el niño se siente señalado, sentirá más ansiedad, la cual alimentará su problema.

Foto | Portada (Freepik)

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