El sentido del equilibrio en los niños: en qué consiste, cómo se desarrolla y qué actividades podemos hacer para potenciarlo

El sentido del equilibrio se desarrolla durante los primeros años de vida. Se trata de uno de los sentidos más importantes, que depende de varios sistemas que trabajan en conjunto y de forma compleja para dotar al cuerpo de estabilidad.

Hoy ahondamos en el sentido del equilibrio, cómo funciona, cómo podemos ayudar al niño a trabajarlo y qué trastornos relacionados podrían aparecer en la infancia.

El sentido del equilibrio, crucial para los seres humanos

Caminar, correr, montar en bicicleta o saltar sin perder el equilibrio son actividades cotidianas que realizamos continuamente, pero para las que hace un falta un intrincado y complejo sistema que nos ayuda a controlar nuestros movimientos y nuestra posición corporal en el espacio que nos rodea.

Se trata del sentido del equilibrio, un sentido crucial para los seres humanos y los animales, que depende de varios factores:

  • La vista, gracias a la cual somos capaces de percibir la profundidad y distancia a la que se encuentran los objetos que nos rodean.
  • El sistema vestibular del oído interno, que es el encargado en gran parte de nuestra estabilidad y equilibrio.
  • El cuello, torso y articulaciones de las piernas y los pies, que mediante unos sensores mandan información al cerebro sobre dónde se encuentra el cuerpo en relación a nuestro entorno.

Toda la información sensorial que capta la vista, los músculos, tendones, articulaciones y órganos de equilibrio del oído interno se envía al tronco cefálico. Allí se procesa esta información junto a otros datos provenientes del cerebelo y de la corteza cerebral, contribuyendo de este modo a crear el sentido del equilibrio.

Cualquier fallo en este complejo sistema va a provocar alteraciones en el equilibrio, desde leves hasta trastornos más graves.

Cuándo se desarrolla el sentido del equilibrio y qué podemos hacer para fomentarlo

El sentido del equilibrio se va desarrollando en los primeros años de vida y comienza a deteriorarse en la vejez, pues cada vez vamos siendo menos capaces de percibir los detalles del mundo que nos rodea.

Esto explicaría por qué los bebés que comienzan a dar sus primeros pasos son tan inestables, y por qué a los ancianos les cuesta más esfuerzo mantener el equilibrio.

Como sucede con otras habilidades que van desarrollando los niños, es recomendable que los padres fomentemos su sentido del equilibrio con actividades lúdicas y juegos, como estos que os recomendamos:

1) Estimula el desarrollo motor de tu hijo según su edad

Cuando hablamos del desarrollo motor del bebé, podemos referirnos a dos tipos: la motricidad gruesa y la motricidad fina. Las diferencias entre ambas radican en las áreas del cuerpo implicadas.

Así, la motricidad gruesa es la que implica el uso hábil del cuerpo como un todo (movilidad, cambios de posición del cuerpo y capacidad para mantener el equilibrio), mientras que la motricidad fina hace referencia al uso de partes individuales del cuerpo (las manos, los dedos, los pies, la coordinación ojo-mano, ojo-pie...).

Durante los primeros meses de vida, es recomendable potenciar estas habilidades motoras con actividades y juegos acordes a la edad del bebé, prestando especial atención en el fomento del gateo y en la práctica de juegos tumbado boca abajo, pues son dos actividades excelentes para trabajar el sentido del equilibrio.

2) Deportes

Practicar deporte es beneficioso en muchos aspectos, y también cuando hablamos de equilibrio. Algunas actividades como montar en bici o en patinete, esquiar, bailar o nadar son especialmente recomendables.

También lo es el pilates o el yoga, pues sus ejercicios no solo ayudan a trabajar la coordinación, flexibilidad y concentración, sino que nos permite tomar conciencia de nuestro propio cuerpo y de nuestro centro de gravedad, contribuyendo así a mejorar el sentido del equilibrio.


3) Saltos

Cualquier juego o actividad que incluya saltos ayuda a fomentar el equilibrio: saltar en camas elásticas o colchonetas, botar sobre pelotas saltarinas, saltar a la comba, hacer carreras de saltos, saltar a la pata coja...

4) Otros ejercicios divertidos para trabajar el equilibrio

Las piruetas y ejercicios como volteretas, giros sobre uno mismo, ruedas con las manos o ejercicios de anillas (siempre realizados bajo supervisión adulta para evitar accidentes) ayudan a desarrollar el sistema vestibular.

Otras actividades divertidas que podemos realizar en casa para fomentar el equilibrio son las carreras de obstáculos, los juegos en tablas de balanceo, ejercicios de gimnasia frente a un espejo, posturas de equilibrio con un solo pie...

5) Los juegos al aire libre

Jugar al aire libre, explorar, subir a los árboles, escalar montículos, cruzar ríos apoyándose en las piedras, mantener el equilibrio sobre troncos caídos... son actividades que además de resultar muy divertidas y beneficiosas a muchos niveles, resultan perfectas para trabajar el sentido del equilibrio.

Los parques infantiles también ofrecen muchas posibilidades para ejercitar el equilibrio y el sistema vestibular, como colgarse de las barras, subir y bajar por el tobogán, utilizar los balancines o columpiarse.

Problemas de equilibrio en la infancia

Por fortuna, los trastornos del equilibrio son poco habituales en niños, pero si aparece algún síntoma es importante consultar de inmediato con el médico, pues estos problemas pueden llegar a afectar enormemente a la calidad de vida.

Los niños con antecedentes familiares de problemas de audición o vestibulares, así como mareos, son más propensos a sufrir trastornos del equilibrio.

Algunos de los síntomas que se describen con más frecuencia son la inestabilidad o torpeza a la hora de caminar, los tropiezos frecuentes, las dificultades para realizar actividades como subir escaleras o doblar una esquina, o la sensación de mareo.

Otros síntomas que también podrían darse son los vértigos (sensación de que todo da vueltas alrededor de ti o de que te estás moviendo aunque estés quieto), percibir imágenes borrosas o que rebotan, sentir malestar al mirar luces fluorescentes, estampados o muchedumbre de gente, y tener problemas en la percepción de la profundidad que afecten a la coordinación óculo-manual.

Cuando los trastornos del equilibrio afectan a la audición, el niño podría escuchar zumbidos en el oído, dolor, presión o sensación de murmullo.

Desgraciadamente, los trastornos del equilibrio en niños pequeños son difíciles de diagnosticar, pues a su escasa capacidad de verbalizar lo que les ocurre, se suma la creencia de los padres de que su hijo es poco habilidoso, torpe o nervioso y por eso se caen más o no son capaces de mantener el equilibrio.

Por eso, ante cualquier síntoma o sospecha es necesario consultar con el pediatra para descartar la presencia de cualquier trastorno que pueda estar afectando al sentido del equilibrio.

Vía | Instituto de Otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello de Madrid, Kids Health

En Bebés y Más | Actividades y juegos de verano para estimular el desarrollo de los niños según su edad

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