Maternidad idealizada: cómo evitar caer en la trampa de la madre perfecta

Existe un claro mandato social muy extendido, que nos dice a las mujeres que debemos ser madres sí o sí; pero no solo eso, sino que además, debemos ser madres perfectas. Y por si fuera poco, a esto se le añaden las maternidades idealizadas que encontramos cada día en las redes sociales.

Todo esto hace que, en el momento de plantearnos si tener hijos o no, o cómo educarlos, hayamos ido acumulando una fuerte presión social por ser madre y, además, por ser madres perfectas. O que acabemos creyendo que la maternidad es algo idílico, simplificando algo altamente complejo.

Y estas creencias generan unas grandes expectativas, que en realidad, son inalcanzables, por lo que ocasionan mucho estrés y una gran frustración al no llegar a ese ideal de madre perfecta. La realidad es otra cosa. Reflexionamos sobre cómo podemos evitar caer en la trampa de la madre perfecta.

No dejarnos llevar por lo que vemos en redes sociales

Las redes sociales reflejan solo una milésima parte de la realidad, y por ello es muy peligroso dejarnos llevar por lo que estas muestran. Las redes sociales nos puede ayudar a obtener información útil sobre ciertos aspectos de la maternidad, pero nunca debemos tomarlo como guía de referencia (o al menos, no como la única).

Hemos de tener en cuenta que cuando vemos las redes, nuestra mente se fija en aquello que desea, pero esa no es la realidad, al menos, no la realidad en su totalidad.

Acudir a cuentas que muestren la maternidad de otra forma

De la misma forma que decimos que las redes sociales, en general, no son realistas cuando hablan de la maternidad y que la idealizan, también decimos que hay cuentas, por ejemplo de Instagram, que sí muestran la maternidad de una forma un poco más realista.

Son cuentas de profesionales y testimonios de madres que hablan sin tapujos sobre la maternidad. Así, se trata de filtrar, por un lado, seleccionando las cuentas que seguimos (saber bien quién hay detrás), y por el otro, seleccionar la información que consultamos dentro de cada cuenta, entendiendo que nunca es información 100% objetiva.

Entender que no debemos ser perfectas

Otro mensaje que debemos grabarnos a fuego es el siguiente: "no debemos ser perfectas para ser buenas madres". ¿Quién ha dicho que no podamos equivocarnos? Incluso en algo tan delicado y complejo como es la maternidad, podemos equivocarnos. Pero para aceptar esos errores sin sentir culpa, debemos modificar esas creencias rígidas que muchas veces tenemos asociadas a la maternidad.

Identificar y cuestionar nuestras creencias asociadas a la maternidad

Enlazando con el punto anterior, es importante ser conscientes de estas creencias con las que crecemos. Y es que cada una de nosotras adquiere una serie de creencias (muchas veces, distorsionadas) sobre lo que es y lo que no es la realidad.

Son creencias que están muy influenciadas por el contexto social en el que vivimos, lo que se dice en la sociedad en torno a la maternidad, la educación recibida (cómo nos educaron nuestros padres), etc. Pero que las hayamos interiorizado no significa que sean ciertas. Por ello es importante:

  1. Identificarlas (por ejemplo, tener la creencia de que "debemos hacerlo todo perfecto", de que "no podemos equivocarnos", que "debemos ser un ejemplo para nuestros hijos en todo momento"...). Un truco para identificarlas; a menudo, estas creencias empiezan con un "debo...".
  2. Modificarlas por otras creencias más realistas a través de su cuestionamiento. Se trata de entender que no todo lo que pensamos es la realidad. Por ejemplo, en lugar de pensar "no puedo equivocarme", podemos pensar "tengo derecho a equivocarme".

El hecho de identificar y modificar estas creencias nos permite ser conscientes de ellas y empezar a vivir una maternidad más realista y saludable, tanto para nosotras como para nuestros hijos.

¿Cómo te hablas? Cuidar nuestro diálogo interior

El diálogo interior implica hablar con nosotras mismas; es todo aquello que nos decimos durante el día, mientras maternamos. Si ese diálogo interior es rígido y muy autoexigente, probablemente nos machacaremos y nos diremos constantemente que debemos ser "madres perfectas".

Por ello, trata de identificar cómo te hablas a ti misma y si ese discurso no es sano cambia las palabras que te dedicas por unas más amables y compasivas hacia ti. Por ejemplo, en lugar de decirte "no paro de equivocarme" o "soy la peor madre del mundo", trata de utilizar verbalizaciones positivas; "lo hago lo mejor que puedo", "soy la mejor madre para mis hijos", "merezco descansar", etc.

Tener contacto con bebés antes de tener hijos

Otra idea que puede irte bien a la hora de no caer en esta trampa de la maternidad idealizada es tener contacto con bebés antes de tener hijos, ya sea sobrinos, hijos de amigas... Esto te permitirá tener una visión más realista y amplia de lo que significa ser madre, aunque lógicamente tú luego vivirás tu propia historia con sus mil matices.

Hablar sinceramente sobre la maternidad

Por otro lado, hablar con amigas o familiares que hayan sido madres de forma honesta y sincera, así como informarte de experiencias de otras personas, puede ayudarte a ampliar tu punto de vista y entender que hay mil realidades distintas.

Y que esas realidades son todas complejas, con lo que, simplificar la maternidad a una maternidad única y perfecta, es poco realista (además de injusto). De esta forma, escuchando a otras madres podrás ver la maternidad tal y como es, sin edulcorantes, con sus luces y sus sombras.

La maternidad perfecta es la maternidad real

Finalmente, es importante que cada una de nosotras se cuestione qué es para ella la maternidad "perfecta". ¿Es algo que nace de nosotras, o de lo que dice la sociedad? ¿Qué significa que una maternidad es perfecta? Tal vez empezando a desgranar el significado de esta perfección, podamos entender que la maternidad perfecta no existe, o que, en caso de existir, sería una maternidad real.

Justamente, aquella que reproducimos día a día con nuestros hijos. Y es que, su felicidad y su óptimo desarrollo no dependerá de no equivocarnos nunca, o de llegar a todo, o de cumplir todas sus expectativas, tener la casa siempre limpia... sino de ser capaces de identificar sus necesidades y cubrirlas, jugar con ellos, aceptarlos y quererlos de forma incondicional.

La felicidad de los hijos y su óptimo desarrollo no dependerá de no equivocarnos nunca, o de llegar a todo, sino de saber equivocarnos y buscar siempre su felicidad.

Y no olvides recordarte a ti misma, cada día, que eres la mejor madre que podrían tener tus hijos. Tus hijos quieren una madre real, con sus defectos, que lucha cada día por su bienestar. No una madre perfecta.

No intentes hacerlo todo bien, sino hacerlo desde el corazón, buscando información cuando sea necesario, equivocándote y sobre todo, disfrutando también de este viaje transformador que puede ser la maternidad. Aunque no sea un viaje idílico ni perfecto, puede ser realmente maravilloso.

Fotos | Portada (Pexels)

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