El 'síndrome del niño emperador' no existe, porque no hay niños tiranos

Con el nombre de 'síndrome del niño emperador' se suele definir a los niños y adolescentes que manipulan o dominan a sus padres. Se engloba en este término a los hijos que son intolerantes a un "no", que no son capaces de ponerse en la piel de otra persona, ni expresar y gestionar sus emociones.

Sin embargo, Tania García, experta en educación respetuosa, asesora familiar, escritora y fundadora de Edurespeta, escuela internacional para padres y profesionales que quieren educar con respeto, asegura que "no existen niños tiranos, existen niños"
, y que es necesario acabar con estas etiquetas para lograr una crianza más respetuosa y feliz.

¡Fuera etiquetas!

"Nunca se debe etiquetar a los niños y niñas, ni muchos menos buscar problemas donde no los hay".

"Este 'síndrome del niño emperador' no existe, es un error garrafal que se le haga eco y se vaya confundiendo enormemente a los padres separándoles, todavía más si cabe, de sus hijos".

"Seguimos viviendo en una sociedad adultista en la que solo importa y prevalece el pensamiento y la perspectiva adulta, en la que no se tiene en cuenta, en ningún caso, la visión del niño ni sus necesidades emocionales y por tanto, no se tiene en cuenta lo que necesita para tener una buena salud cerebral".

"Decir que los niños son tiranos solo demuestra lo alejados que estamos de las necesidades emocionales reales de los niños".

Así de contundente se muestra la educadora al preguntarle acerca de este fenómeno del que se habla habitualmente. Y añade que el carácter de nuestros hijos depende de la educación recibida:

"Son lo que ven, y el ejemplo que obtienen. Son puramente emocionales. Aproximadamente durante los primeros siete años de vida, el cerebro de los niños se basa en las emociones. Luego va aprendiendo y desarrollando el área racional, pero de manera paulatina, poco a poco. Y depende del acompañamiento que tenga, de cómo le traten, de que estos cimientos estén bien colocados para tener cada vez menos más o menos consistencia"

 


Pero los niños se enfrentan a sus padres, tienen pataletas...

Tania García lo tiene claro:

"Al ser emocionales, los niños se enfadan, se frustran, gritan, lanzan patadas al aire… es LO NORMAL. Lo importante es lo que se hace después, cuando vemos que expresan sus emociones. Para empezar, hay que dejar que las expresen: cuanto más les coartemos y evitemos que tengan voz propia, más frustración y rabia generaremos dentro de ellos. Los niños han venido a ser personas, no marionetas".

"Y, si vemos que tienen alguna conducta agresiva, como pegar a otro niño o a sus propios padres, auto-agredirse, morder…, debemos frenarles con mucha calma, empatía y comprensión, con paciencia, tranquilidad y sin juicios. Así, día tras día sin perder la calma e integrarán que esto no es lo correcto para comunicarse o mostrar sus frustraciones".


Y añade que:

"Los padres no deben temer tales conductas en edades tempranas porque es lo natural, sentir una emoción, querer algo que no se puede en ese momento y necesitar expresarlo. Cuando reprimimos las emociones es cuando se enquistan y salen, en otras etapas, de forma más agresiva. Si la emoción se expresa de forma en la que puedan dañar a alguien o a sí mismo, se debe frenar pero sin violencia. No podemos enseñarles a no ser agresivos siendo agresivos nosotros con ellos. Es incoherente".

 


¿Hay razones que expliquen un comportamiento agresivo?

"Los niños no toman la delantera, ni retan, ni toman el pelo, ni desafían, ni torean, ni son tiranos. Son personas que tienen derecho a vivir sus vidas, a tener sus propias opiniones y decir lo que quieren y lo que no", explica la asesora familiar.

"Es curioso como nos pasamos su infancia y adolescencia reprimiendo sus emociones y sin darles la posibilidad de decidir, pero luego queremos que en la vida adulta sean personas que tomen decisiones acorde a sus intereses, llenas de objetivos y buen hacer, y esto es imposible si nunca te dejan decidir antes de cumplir los 18 años".

La experta en educación asegura que es importante escuchar y atender las demandas de nuestros hijos y valorar sus intereses. "Si estos no se pueden llevar a cabo por una razón de peso, se lo deberemos comunicar con calma y empatía y entendiendo, por supuesto, que se vayan a enfadar".

Por eso, para que los niños y niñas no integren el chantaje emocional como una manera correcta de comunicarse, Tania señala que:

"lo primero que se debe hacer es no chantajearles. Si la relación con nuestros hijos está basada en los gritos, los castigos, los chantajes, las amenazas, los premios, las manipulaciones, el control… pues eso integran como forma óptima de comunicarse, tanto con los demás como con sus propios padres".

"Cuando no dejamos a los hijos ser ellos mismos ni expresarse, viven enjaulados, se sienten en sus propios hogares como si fuera una cárcel".

Entonces, la educadora asegura que hay dos opciones:

  • Que la agresividad salga siendo todavía pequeños o adolescentes, o incluso de adultos.

  • Que se vuelvan unos seres sumisos de por vida y que, por tanto, en su vida adulta les cueste poner límites a las personas tóxicas, tomar decisiones o que no sepan decir que no.

Y termina asegurando que:

"Quien trata a sus hijos bien, como su cerebro en desarrollo realmente necesita, nunca tendrá 'niños tiranos'".

¿Podemos reeducarlos?

Tania García afirma que a los únicos que hay que reeducar es a los padres, a las madres y a todos los profesionales que están en contacto con los niños.

"Los problemas y conflictos se reducirán, dejando solo los estrictamente necesarios, aquellos que no se pueden evitar con un buen trato de padres a hijos. ¿Cómo? Con amor incondicional (en las ocasiones buenas y en las que no son tan buenas), empatía, tolerancia, paciencia, respeto, escucha, atención, tiempo, acompañamiento de las emociones, conexión, sostén… Lo que nunca necesitan los niños, en absoluto, son etiquetas, ni críticas: solo guía".

Los niños tienen derecho a enfadarse y a expresarlo. Lo importante siempre es, el acompañamiento emocional que se le aporte:

"Si un niño pega a otro de su clase y es castigado, etiquetado, juzgado, criticado o ignorado, este niño solo va a acumular más rabia y tristeza y no va a obtener ningún tipo de herramienta para no hacerlo la próxima vez".

"Pero si escuchamos a ambas partes, mostramos interés y calma, les ayudamos a buscar soluciones, no nos dedicamos a juzgar ni a criticar y les tratamos como a alguien que ha tenido una frustración y la ha gestionado de forma violenta, con toda la comprensión y el respeto que merece, marcaremos un antes y un después en su vida y en sus emociones. Se sentirá comprendido en vez de juzgado aunque su acto haya sido incorrecto". 

Por eso, la experta en educación respetuosa tiene claro que:


> "Si una familia considera que siempre ha tratado a sus hijos con respeto y le ha acompañado sus emociones, sin reprimendas ni cohibiciones, y de repente cree que está agresivo, nervioso o irritable, debe observar su entorno". > >

"Puede haberse producido algún cambio en su vida que le haya podido afectar: la muerte de un ser querido, problemas con compañeros o profesores, estrés académico, acoso escolar, cambio de colegio o de ciclo, nacimiento de un hermano…. Una vez más, lo que necesita es más acompañamiento y buenas maneras".

 


Conclusión

"Los niños no nos toman la delantera, ni retan, ni desafían, ni son tiranos... Son personas que tienen derecho a vivir sus vidas, a tener sus propias opiniones y decir lo que quieren y lo que no, a enfadarse y a expresarlo de una manera primitiva, sin control, ya que son emoción en su más pura esencia. Lo importante es el acompañamiento de sus padres, que mantengan su papel de respetar, amar y comprender.Y recuerda que cuanto más irritable esté tu hijo, más te necesita*".

Fotos |iStock

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