Si se te hizo largo piensa que aún puede ser peor: el parto de Miriam que duró una semana

Una de las cosas que más preocupan y que luego más se recuerdan de un parto es el tiempo que se está de parto, el tiempo desde que empiezan las contracciones hasta que el bebé nace, y en este sentido asombran un poco los partos de aquellas mujeres que están más de 12 horas, asombran bastante los de aquellas que están cerca de las 20 horas y desencajan la mandíbula los de las mujeres que están más de 30 horas.

Yo mismo alucinaba cuando leía por internet a alguna mujer explicando su parto y narrando que había estado más de 30 horas, cerca de 40, con contracciones, hasta que nacía el bebé, y todo para que luego Miriam, mi mujer, me demostrara que siempre puede ser peor: el parto de Miriam que duró una semana.

¿Partos de más de 20 horas?

Que un parto dure más de 12 horas es bastante habitual, porque el parto se divide en tres fases: dilatación latente, dilatación activa y expulsivo, y la suma de las tres fases pueden superar fácilmente esa barrera. Sin embargo, es más difícil ver un parto de más de 20 horas tanto porque la naturaleza suele ir un poco más rápida, como porque no en todos los hospitales te dejan estar tanto tiempo de parto. Muchas veces se considera que el parto no está progresando y entonces empiezan a actuar para acelerarlo de algún modo.

¿Y partos de más de 30 horas? Pues prácticamente imposible en un parto hospitalario. Los casos que he leído eran de mujeres que daban a luz en casa o que lo hacían en clínicas dedicadas a atender el parto de una manera expectante, poco intrusiva y con espacio y tiempo para estar por la mujer y sus deseos y sensaciones.

Y luego está Miriam y su parto de una semana

En realidad tiene truco, porque si 30 horas ya es muchísimo, imaginad una semana. Nadie le habría dejado tanto tiempo. Lo que pasó es que estando embarazada de algo más de 33 semanas empezó a tener contracciones, bastante rítmicas, bastante fuertes, de parto. Fuimos al hospital y confirmaron que el parto acababa de empezar, pero que podían intentar detenerlo. Le indicaron una medicación que debería frenar el parto deteniendo las contracciones, y que debía tomar tanto tiempo como fuera posible para alargar la gestación, sobre todo para intentar acercar el parto lo máximo posible a la semana 37 y evitar la incubadora y la prematuridad.

Funcionó, pero a medias. Las contracciones dejaron de ser eficaces, se frenó la dilatación, pero cada diez minutos venía una, duraba un ratito, se iba, y venía otra diez minutos después. Y esto sucedió desde ese día hasta una semana después, día y noche. Y todo esto con un niño que tenía dos años, a punto de cumplir tres, que aún buscaba mucho a mamá por el día, y también por la noche.

Imaginad lo que vivió, durante siete días, con sus contracciones cada 10 minutos. Haciendo un cálculo rápido y poco preciso, tuvo más de 1000 contracciones que en realidad no sirvieron de nada, porque el parto estaba detenido gracias a las pastillas. Más de 1000 contracciones que no le dejaron dormir más que en franjas de 10 minutos. Recuerdo oírla de noche, agotada, cerrando los ojos y gimiendo cuando la contracción luchaba por despertarla y ella trataba de no hacerlo.

Así que una semana después, cuando llegó al hospital porque cada vez dolían más y ella estaba en un punto en el que ya no podía más, vieron que las contracciones estaban empezando a ser efectivas. Le pusieron la epidural y se asustaron al ver que caía dormida medio segundo después del pinchazo. "¿Estás bien?", y ella hacía fuerza para responder, pero ya no tenía energía ni para eso.

Logró descansar un rato, no mucho, y manos a la obra otra vez. Una hora después nacía Aran, y entonces sucedió eso tan increíble que la naturaleza tiene reservado para las mujeres: un chute de adrenalina que la dejó con tanta energía, con los ojos tan abiertos, lista para cuidar de su bebé, como si hubiera tenido un parto de 10 minutos después de dormir 20 días seguidos.

Fue algo sorprendente, pero su parto me hizo valorar mucho más lo que una mujer puede llegar a hacer, lo que puede llegar a soportar. La fuerza que tienen, la determinación, el aguante, todo por traer a la vida a un hijo. Hizo que la admirara mucho más, y eso que ya la admiraba mucho.

¿Conocéis algún caso como este? Porque seguro que los hay, pero yo personalmente no he oído hablar de ellos.

Fotos | iStock
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