A pesar de haber tenido nueve hijos, en sus diarios y correspondencia expresaba abiertamente lo mucho que detestaba la maternidad
Victoria de Inglaterra fue una reina reconocida por diversas cosas, desde regir un imperio que abarcaba una cuarta parte del planeta, hasta ser llamada "abuela de Europa", gracias a que sus descendientes terminaron reinando en varios países.
Sin embargo, aunque Victoria tuvo nueve hijos que vivieron hasta la adultez (algo poco común en esos tiempos), la realidad era que el embarazo y la maternidad no eran algo que agradara a la reina, y lo dejaba claro tanto en sus diarios como en su correspondencia particular.
Hoy en día sabemos que ese desagrado no era falta de "instinto materno", pues son diversos los historiadores que señalan que la reina tenía depresión postparto, sin saberlo, por supuesto, pues este trastorno no sería oficialmente reconocido hasta el siglo XX.
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Victoria, la reina que aborrecía la maternidad
Desde su ascenso al trono a la edad de 18 años, Victoria de Inglaterra sabía que una de las expectativas puestas en ella era que eventualmente se casara y diera a luz a un heredero, a pesar de que ambas cosas no le interesaran. Para su buena suerte, se enamoró del príncipe Alberto y su opinión sobre el matrimonio se transformó, llenándola de dicha y felicidad al casarse con él.
Pero esa alegría que la reina sentía le duró poco al encontrarse embarazada pocas semanas después de haberse casado. Convertirse en madre no le apetecía mucho y expresó su enorme disgusto en una carta a su abuela:
"Está arruinando mi felicidad; siempre he odiado la idea, y le rogué a Dios día y noche que me dejara libre durante al menos seis meses, pero mis oraciones no han sido escuchadas, y soy realmente muy infeliz. No puedo entender cómo se puede desear algo así, especialmente al principio de un matrimonio".
Debido a que varias mujeres de su familia habían fallecido dando a luz a sus bebés, Victoria naturalmente se sentía aterrorizada ante el parto. Afortunadamente todo salió bien, y nueve meses después de la boda la reina dio a luz a su primera hija, a quien también llamaron Victoria. Mas las tribulaciones de la maternidad apenas comenzaban para la reina.
Las señales de depresión postparto
Apenas tres meses después del nacimiento de su primera hija, Victoria estaba nuevamente embarazada - y nuevamente enfurecida y triste al verse una vez en más en una situación que, en sus propias palabras, la hacía sentir "como un perro o una vaca".
Y si bien se sintió llena de orgullo al saber que ahora había dado a luz a un niño, lo cierto es que el segundo postparto de Victoria no fue nada agradable, y todo indica que padeció depresión postparto.
De acuerdo con lo que relatan varios historiadores en los libros que existen sobre su vida, Victoria se sentía deprimida y manifestaba problemas para dormir, expresando que no sentía nada por su nuevo bebé. Además de esto, manifestó que tenía alucinaciones y le confesó al príncipe Alberto que tenía miedo de perder la cabeza.
Actualmente sabemos que todo esto son síntomas de depresión postparto o incluso psicosis postparto, pero en aquella época no se tenía el mismo conocimiento médico que tenemos hoy en día. Así que la solución de Alberto fue llevarla a Escocia para ayudarla a superar su depresión.
Con el paso de los años, Victoria tuvo siete hijos más, relatando en cartas y diarios lo mucho que sufría con cada embarazo, refiriéndose a esta etapa como "una condición infeliz", y señalando que veía el postparto y la maternidad como el lado oscuro de la vida.
Muchos años después, en unas cartas que escribió a su primera hija cuando ahora ella se preparaba para formar su propia familia, Victoria compartió su experiencia con el postparto, advirtiéndole sobre "la desgana y la tendencia al llanto... es algo que toda mujer sufre en mayor o menor medida, y lo que yo, durante mis dos primeros partos, sufrí terriblemente".
Le gustaban los niños, pero no los bebés
Otra opinión que la reina Victoria compartió cuando sus hijos ya eran mayores, fue que no era "admiradora de los bebés en general":
"Abstractamente, no siento ninguna compasión por los bebés hasta que se han convertido en pequeños humanos; un bebé feo es un objeto muy desagradable, y el más bonito da miedo cuando se desviste. Hasta los cuatro meses aproximadamente; en resumen, mientras conserven su cuerpo grande, sus extremidades pequeñas y esa terrible forma de actuar como una rana".
Por otro lado, la reina también tenía opiniones muy claras sobre la lactancia materna, un proceso que le resultaba repulsivo y que consideraba una ruina para las jóvenes inteligentes. "Me pone los pelos de punta que mis hijas se hayan convertido en vacas", señalaba en uno de sus diarios al saber que sus hijas habían elegido amamantar.
A pesar de todo esto, y de no dedicar a sus hijos mucho tiempo, la reina Victoria siempre declaró amar a cada uno de ellos, siendo particularmente cercana con Victoria, su primogénita, y Beatriz, la más pequeña de todos.
En portada | The Royal Family de Franz Xaver Winterhalter
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