Si quieres que tu plan A funcione, no tengas un plan B. Así es como tu cerebro sabotea tus probabilidades de éxito

Cuando tenemos un plan o idea en mente, específicamente algo que requiera seguir ciertos pasos o sea muy importante, a muchos nos gusta sentirnos preparados para cualquier inconveniente o tropiezo que pudiese presentarse.

Para este tipo de situaciones, algunas personas optamos por tener el famoso plan B: una alternativa en caso de que nuestro plan original, o plan A, no funcione. Pero aunque es bueno ser precavidos, tener un plan B no siempre es una buena idea.

De acuerdo con lo que explica la profesora de psicología Suzanne Degges-White, si realmente queremos que nuestro plan A funcione, debemos evitar pensar en un plan B, pues la existencia de éste influye en nuestro cerebro de manera considerable. Y para ello, comparte los resultados de un estudio.

En él, los investigadores encontraron que desde el momento en el que comienzas a pensar en un plan B, el deseo de lograr cumplir el plan A disminuye. En su experimento, pidieron a algunas personas que pensaran en un plan B, para tenerlo listo en caso de que su plan original fallara.

Al analizar los resultados, se encontró que a quienes se les pidió esto tuvieron menores probabilidades de cumplir su plan A, comparados con los participantes a quienes no se les pidió tener un plan B. En general, observaron que además de no lograr su plan A, el interés que habían tenido al inicio por cumplirlo o lograrlo había disminuido.

Y es que el asunto con tener un plan B, es que nuestro cerebro ya no se enfoca únicamente en el plan original. Al tener otra ruta de acción en caso de que no funcione el plan A, hace que perdamos el interés y determinación que teníamos por lograrlo:

"Simplemente te has dicho a ti mismo que el fracaso está bien, y esto te prepara para un resultado negativo, porque te has dado permiso para fallar", explica la profesora, quien además menciona que esto no solo sucede en el ambiente laboral o profesional, sino en la vida en general.

"Si entras en cualquier situación dudando de que la escena que está a punto de desplegarse sea motivo de aplauso, ya has comenzado a sabotear el resultado. Franklin Roosevelt decía que "Lo único que tenemos que temer es el miedo mismo", pero crear un plan de respaldo es evidencia de que el miedo al fracaso está presente. Cuando permitimos que el miedo se cuele, cedemos nuestro sentido de control, autonomía y autoconfianza. Una vez que tienes miedo al fracaso o al éxito, tu determinación se ve comprometida", comenta. En resumen, planificar para el fracaso es darnos permiso para fallar.

Lo que ella recomienda hacer en lugar de un plan B, es comprometernos plenamente y con dedicación a la meta o plan original para mantenernos motivados: "Un resultado exitoso ocurre cuando planeas para el éxito, así que enfoca tu energía en lograr el Plan A", concluye.

Foto de portada | Anna Alexes en Pexels

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