Qué significa confundir los nombres de tus hijos, según la psicología

Confundir los nombres de tus hijos es más habitual de lo que parece: la ciencia explica por qué puede pasar

Laura Ruiz Mitjana

Si alguna vez has llamado a tu hijo con el nombre de su hermano, respira: no es una señal de falta de amor ni de que estés perdiendo memoria. 

Es, de hecho, un fenómeno estudiado por la ciencia que revela mucho sobre cómo funciona nuestro cerebro y cómo organizamos a las personas que más queremos. Te contamos más aquí.

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Confundir los nombres de tus hijos: la ciencia detrás del “lapsus”

Un estudio de Zenzi M. Griffin y Thomas Wangerman publicado en PLOS ONE en 2013 analizó cómo los padres confunden los nombres de sus hijos. Tras encuestar a cientos de familias, los investigadores comprobaron que este error es sorprendentemente común y que sigue patrones muy claros:

  • Similitud sonora: las confusiones aumentan cuando los nombres se parecen, especialmente si comparten la misma inicial o terminación.
  • Edad y género: los hermanos de edad cercana y del mismo género son los que más “intercambio de nombre” provocan.
  • Multitarea y distracción: cuanto mayor es la carga mental del adulto —estrés, prisas, varias tareas a la vez—, más probable es el desliz.

Estos datos coinciden con lo que la neurociencia sabe sobre el lenguaje: el cerebro agrupa los nombres por categorías (familia, hijos, amigos). Cuando queremos llamar a alguien, la mente busca en la categoría “hijos” y, si hay dos nombres muy próximos en sonido o en contexto, pueden mezclarse antes de que logremos decir el correcto.

Lo que revela sobre tu relación con ellos

Confundir los nombres no significa que quieras menos a ninguno. Tampoco implica un problema de memoria si no va acompañado de otros síntomas. Más bien habla de la intensidad de la vida familiar: muchas demandas simultáneas, horarios apretados y la energía emocional que requiere cuidar a los hijos.

De hecho, algunos estudios complementarios muestran que este tipo de error es una forma de “proximidad afectiva”: solemos confundir solo a quienes sentimos dentro del mismo círculo íntimo. Por eso a veces, además de los hermanos, se desliza el nombre de la pareja, un primo cercano o incluso la mascota.

Cuándo puede preocupar

Aunque es un lapsus normal, conviene estar atentos si:

  • Se extiende a nombres de personas ajenas a la familia.
  • Va acompañado de olvidos cotidianos, desorientación o cambios de lenguaje.

En esos casos, una valoración médica es la mejor opción. Pero en la gran mayoría de familias, es simplemente un recordatorio de que el cerebro es imperfecto incluso en lo que más queremos.

Cómo abordarlo en la crianza

En lugar de culparte, puedes aprovechar el momento para reforzar el vínculo. Si ocurre, basta con reconocerlo con naturalidad, corregir el nombre y seguir la conversación. Dar espacio a la risa o a una breve explicación (“me he confundido, cariño, estaba pensando en muchas cosas a la vez”) ayuda a que el niño no lo viva como algo personal.

También puede ser una ocasión para resaltar la identidad única de cada hijo: hablar de su nombre, de por qué lo elegiste o de lo que significa en la familia fortalece su sentido de pertenencia y diferencia.

En definitiva, la ciencia lo deja claro: llamar a tu hijo con el nombre del hermano es un fallo del sistema de recuperación de palabras, no de tu amor. El estudio mencionado lo respalda con datos, desmontando mitos de favoritismo o desmemoria

Así que la próxima vez que ocurra, recuerda que no eres un padre ni una madre distraída: eres humano, y tu cerebro, en su manera compleja de manejar el lenguaje, a veces mezcla a quienes más quiere.

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