¿Tu hijo tiene baja tolerancia a la frustración? Así puedes fomentarla

¿Crees que a tu hijo le cuesta tolerar la frustración? ¿Se frustra en exceso cuando le marcas un límite o entra en rabietas incontrolables?

La tolerancia a la frustración es una habilidad que se desarrolla principalmente durante la infancia, aunque en la vida adulta puede seguir trabajándose.

Si quieres conocer qué es exactamente la frustración, la tolerancia a la misma y, además, descubrir cinco estrategias para fomentar la tolerancia a la frustración en los niños, ¡quédate leyendo!

Frustración y tolerancia a la frustración

La frustración ha sido definida por numerosos autores; entre ellos, Dollard (1939), extraído de Faiad de Moura (2008) y citado en el estudio de Rita Antunes (2020), la define como 'todo obstáculo que se traduce en un impedimento a la acción de un individuo cuando éste intenta alcanzar un determinado fin'.

También encontramos la definición de Yates (1975), quien habla de ella como 'una interferencia que ocurre cuando un individuo se encuentra en una secuencia del comportamiento'.

Por su parte, la tolerancia a la frustración es aquella capacidad que nos permite afrontar de forma saludable situaciones que nos generan sensación de impotencia.

En los niños, es frecuente que la frustración sea desencadenada por los límites que los adultos les marcan o cuando no consiguen algo que quieren.

¿Por qué es importante desarrollar la tolerancia a la frustración?

Cuando los más pequeños no saben cómo gestionar su frustración, muchas veces es porque directamente no toleran esta sensación, que les genera incomodidad.

A raíz de ello, pueden manifestar rabietas, malas contestaciones, gritos, lloros, etc. Por ello es tan importante ofrecerles estrategias adaptativas que fomenten su autorregulación emocional y, por extensión, su tolerancia a la frustración.

Pero, ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo fomentar esa tolerancia?

¿Cómo fomentar la tolerancia a la frustración en los niños?

Trabajar la tolerancia a la frustración en los niños puede hacerse desde el juego, desde el diálogo, a través de la enseñanza, la negociación... Lo importante es que tú encuentres tu propia manera de hacerlo.

Sin embargo, existen algunas estrategias clave y pequeñas acciones que te pueden ayudar a empezar. ¡Toma nota!

1. Hazle saber que su emoción es válida, pero no su conducta

Es importante que los niños entiendan que lo que sienten es válido (por ejemplo, el enfado), pero que sus conductas no siempre son adaptativas o adecuadas.

Así, un niño tiene todo el derecho a sentir rabia ante determinadas situaciones; sin embargo, debemos hacerle entender que lo que no es adecuado es su conducta (cuando aparecen rabietas, conductas agresivas, etc.).

Por ello, valida su emoción, pero no su conducta. El niño o la niña tiene que saber que es libre de sentir y de expresar sus emociones, pero de forma adecuada.

2. Enséñale a identificar la frustración

Más allá de reconocer como válida su emoción, también es importante que el niño o la niña aprenda a identificar esta emoción. Esto puede hacerlo a través de la identificación de sus señales corporales (físicas) y psicológicas (en niños pequeños, esto segundo es un poco más complejo).

Para ello, podemos echarles una mano y dialogar con ellos sobre esas sensaciones: podéis anotar conjuntamente qué sensaciones acompañan a la frustración (los dibujos de las distintas partes del cuerpo pueden ayudar a reforzar el mensaje).

3. Trabaja la gestión de los límites

Como decíamos, esa frustración mal gestionada es la que nos está indicando una baja tolerancia a la frustración. Y esto, a su vez, con frecuencia aparece en los niños a quienes se les marcan ciertos límites.

Por ejemplo, límites como: no poder jugar mientras se come, marcar la hora de ir a la cama, pactar las horas de ver la televisión antes de ir a dormir, etc.

Por ello, otra estrategia a la hora de fomentar la tolerancia a la frustración en los niños es ayudándoles a aceptar los límites. ¿De qué forma? Algunas recomendaciones para hacerlo:

  • Especifica cuál es el límite (este debe ser claro y conciso).
  • Comunícale el límite adaptando tu discurso a su edad y momento evolutivo.
  • Asegúrate de que el niño entiende ese límite (resuelve sus dudas).
  • Refuérzale cuando respete los límites o ante conductas adecuadas.
  • Hazle partícipe del proceso: negocia con él ciertas normas, consensuar juntos, escucha su opinión... (eso sí, deberás escoger bien qué normas negociar y tener en cuenta la edad y momento evolutivo de tu hijo).

4. Enséñale conductas alternativas a la ira

Cuando un niño presenta una baja tolerancia a la frustración, con frecuencia manifiesta las rabietas ya comentadas. Por ello, si quieres trabajar esta tolerancia, también será importante que le ofrezcas conductas alternativas a esa ira o enfado.

Algunas ideas que te pueden ayudar:

  • Respirar profundamente antes del momento de "explosión" de la rabia.
  • Contar hasta 10.
  • Cambiar de lugar.
  • Apretar un pequeño cojín antiestrés.
  • Dialogar desde la calma.
  • Hacer un frasco o cajita de la calma.

En relación a este último punto, el frasco de la calma resulta muy útil para ayudar al niño a tranquilizarse ante un estallido emocional. ¡Conoce más sobre la cajita de la calma aquí!

5. Acompáñalo durante la rabieta

Otra estrategia para fomentar la tolerancia a la frustración es acompañar al pequeño durante su momento de rabieta o enfado. En este sentido, es importante que el niño o la niña sepa que no lo ignoramos, pero que esperamos a que se calme para hablar con él o ella.

Y es que hay niños que necesitan su espacio y su tiempo para calmarse. Y nosotros/as, como padres o madres, podemos acompañarlos en este proceso, ofreciéndoles por ejemplo estrategias de relajación.

Es importante tener en cuenta que, a la hora de dialogar con ellos, será mejor hacerlo desde la calma y no cuando aún están exaltados. En cierto modo, de esta manera estamos fomentando su autorregulación, una habilidad también importante en las siguientes etapas de su desarrollo.

Beneficios de potenciar la tolerancia a la frustración

Trabajar esta capacidad en los más pequeños presenta notables beneficios para su desarrollo psicológico. Además, les puede beneficiar en un futuro en todos los ámbitos de su vida (personal, académico, laboral...). Entre estos beneficios encontramos:

  • Les permite identificar mejor sus emociones.
  • Fomenta su autorregulación emocional.
  • Mejora su capacidad de adaptación.
  • Potencia recursos que les pueden beneficiar en otras ocasiones (por ejemplo, la relajación en situaciones de estrés).

Y tú, ¿Crees que es importante potenciar desde bien pequeños la tolerancia a la frustración? ¿Qué estrategias te resultan a ti útiles? ¡Esperamos que te sirvan las propuestas de Bebés y Más!

"Siembra en los niños ideas buenas aunque no las entiendan... Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón" -María Montessori-

Fotos | Portada (pexels)


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