Cuando los niños quieren hacerlo todo solos: el comienzo de la independencia

Los tiempos en la crianza son muy relativos: cuando son bebés a veces deseas que crezcan y que puedan ir al baño o vestirse solitos. Sin embargo cuando te enfrentas a ese momento, parece que han crecido de repente y no te has dado cuenta. Ese momento marca un hito muy importante en el desarrollo del niño: han descubierto que son independientes y que efectivamente pueden hacer las cosas por ellos mismos.

Aunque no existe una edad específica, suele suceder alrededor de los dos o tres años. El niño ha desarrollado su motricidad de una forma espectacular (tanto que en cuestión de semanas se lanza a hacer cosas que antes no se atrevía), y a medida que experimenta con su cuerpo, va ganando confianza.

También son más observadores. La imitación es una de sus herramientas más potentes para aprender a interactuar con las personas y con su entorno, así que querrán hacer las mismas cosas que nosotros: si empezamos a bailar, ellos querrán bailar también. Si estamos cortando el pan con un cuchillo, ellos también querrán hacerlo (aunque claramente no podamos dejarles).

Así también empezarán a ampliar su círculo social. Empezarás a ver que no tienes que decirle que juegue con otros niños al llegar al parque porque ya lo intentará solo, y cada vez le costará menos socializar con otros niños, incluso si son desconocidos.

La terquedad, esa actitud que generalmente no solemos valorar

Un niño necesita experimentar cosas y actitudes nuevas cada día porque está construyendo su personalidad y está descubriendo cuáles son sus límites (incluso los físicos). Por eso muchas veces nos encontramos con momentos de terquedad: el niño se empeña en que quiere hacer algo porque lo siente como una necesidad vital. Si no puede coger un trozo de comida con el tenedor y tú lo pinchas por él, es normal que lo quite y lo intente nuevamente él solo (a veces hasta con un enfado de por medio). Si lo hace, alégrate: el que se mantenga firme en una idea es una actitud que puede resultar muy beneficiosa a largo plazo, especialmente a la hora de negociar.

¿Cómo debemos actuar los padres?

Huye del "no"

Creo que una de las palabras que más pronunciamos los padres cuando tenemos un niño que empieza a empieza a ser independiente es el no: "no cojas eso", "No te subas ahí", "no saques más juguetes", "eso no se hace"... y así todo el día. Claro que lo pronunciaremos y claro que es necesario en algunos momentos, pero intenta de forma consciente no recurrir de forma tan frecuente a ella.

Acepta que las tareas irán más lentas

Muchas veces los padres desesperamos cuando ellos quieren hacer las cosas por sí mismos (especialmente si vamos con prisa porque llegamos tarde a algún sitio). Sin embargo, debemos armarnos de paciencia, respirar profundo y acompañarles en este proceso porque es fundamental en el desarrollo de su autonomía. Es verdad que las tareas se desarrollarán de una forma más lenta, así que recalcula los tiempos, olvídate de las prisas, y motiva al niño para que siga descubriendo todo lo que es capaz de hacer.

Establece rutinas

Otro aspecto que les puede ser de gran utilidad es establecer rutinas. Cuando el niño sabe qué paso viene después de lo que está haciendo (por ejemplo, después de jugar, recoger, o después de cenar, lavarse los dientes), facilitarás que surja la iniciativa en él y tendrá el camino más allanado para que continúe haciendo las cosas solito.

Déjales elegir

Poco a poco el niño será más consciente de que puede tomar decisiones, ya sea a qué jugar, qué ver en la tele, e incluso aunque son muy pequeños para elegir qué ponerse, puede presentarse el caso. Permíteles elegir e incluso ponles en situaciones donde deban hacerlo ("quieres manzana o plátano para merendar", "quieres pintar con los rotuladores o con las temperas"). Además de fomentar su autonomía, estarás reforzando su autoestima al sentir que respetas sus decisiones.

Aplaude sus logros

Cada cosa que logra el niño por sí solo, es un gran triunfo para él, así que empezarás a escuchar con mucha frecuencia el "mira, mamá". Celebra cada cosa que consigue porque así les motivaremos para que continúen avanzando.

Involucra al niño en tareas

Aunque no me refiero exclusivamente a las tareas del hogar, sí que es verdad que cuanto más pronto empecemos a involucrarles en esta actividad, más fácil incorporarán en su mente el hecho de que todos en casa tenemos responsabilidades (cuando puedan comprenderlo). Un niño de 3 años puede llevar un vaso de plástico a la cocina, recoger sus juguetes o introducir su ropa sucia dentro del cesto.


Facilita el juego libre

A esta edad deciden perfectamente con qué quieren jugar en cada momento, así que habilitar un espacio en el que puedan acceder fácilmente a sus juguetes y a sus libros les traerá muchos beneficios (la filosofía Montessori da muy buenas pautas para hacerlo). La cara B de esta moneda tan valiosa es que habrá más desorden en casa, pero esta época también pasará.

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