Nueve frases sobre el cuerpo y la alimentación que debes evitar decir frente a tus hijos (y qué hacer o decir en su lugar)

En estos años se habla mucho sobre aceptación y respeto en cuanto al físico de los demás. Con frecuencia vemos en redes sociales mensajes positivos sobre los distintos tipos de cuerpo, y poco a poco han ido ganando terreno conversaciones más saludables y empáticas respecto a la alimentación.

Sin embargo, hace unos años no era así y muchos de nosotros fuimos niños o adolescentes que crecimos durante el auge de la cultura de la dieta, cuando todas las portadas de revista hablaban de la última dieta de moda o mostraban a alguna celebridad que bajó de peso y aplaudían su nuevo aspecto físico.

Todas estas cosas, venían acompañadas de ciertas frases que muchos escuchamos de nuestros padres u otros adultos y que, si repetimos frente a nuestros hijos, pueden crear una idea errónea o poco saludable sobre su relación con la comida.

Por ello, y porque sabemos que es complicado romper con ciertas costumbres o patrones y se nos puede escapar decirlas en automático, te compartimos nueve frases sobre el cuerpo y la alimentación que debes evitar decir frente a tus hijos, así como algunos ejemplos de lo que puedes decir en su lugar.

Nota aclaratoria: la obesidad infantil es un problema real que sin duda nos corresponde atender como padres. Pero hay formas correctas y saludables de abordarlo, sin que éstas afecten la salud mental, autoestima y confianza de nuestros hijos. Este artículo no pretende ser una puerta a descuidar la nutrición de nuestra familia, sino una herramienta para aprender a tener conversaciones saludables sobre la comida, evitando repetir patrones que afectan negativamente y pueden crear en los niños una percepción o idea errónea sobre la salud y su apariencia física que pudiera propiciar la aparición de desórdenes alimentarios en el futuro.

Me siento gordo/a

Comenzamos por una de las más comunes y que muchos podemos decir en automático hacia nosotros mismos: me siento gordo/gorda, o también: estoy gordo/gorda. Además de recordar que "gordo" no es un sentimiento, cuando decimos esta frase estamos dándole tintes negativos a una palabra que es meramente descriptiva (y cuyo significado no tiene nada de malo ni representa el fin del mundo, pero si lo usamos como algo negativo podemos fomentar en nuestros hijos la gordofobia).

En lugar de decir esta frase, podemos optar por una alternativa más amable hacia nosotros mismos cuando tengamos días en los que no nos encanta cómo nos sentimos, como "hoy no me siento cómodo/a con mi cuerpo". Si tenemos preocupación sobre nuestra salud o aspecto físico, habremos de consultar con el médico.

Debo adelgazar/bajar de peso

Una frase que suele acompañar a la anterior es "debo adelgazar" o "debo bajar de peso". Si bien no es negativo desear perder algunos kilos, sí es importante cuestionarnos el por qué. ¿De dónde nace esta sensación o necesidad de hacerlo? Aunque es válido que nuestros motivos sean estéticos, habremos de plantearnos si esto no viene de la presión social por tener un cuerpo delgado o perfecto.

Bajar de peso es algo que ante ciertas situaciones nos ayuda a prevenir enfermedades o a rendir mejor en nuestro día a día, por lo que si deseas adelgazar o perder unos kilos por cuestiones de salud (y siempre bajo la recomendación de un médico) puedes sustituir esa frase por otras que vayan menos cargadas de culpa, como "debo cuidarme mejor" o "quiero sentirme mejor/con más energía".

¿Esto me hace lucir gordo/a?

Uno de los principales motivos por los que pensamos frases como ésta, son las fotografías que durante mucho tiempo hemos visto en revistas y sitios web: cuerpos donde aparentemente no hay gorditos, estrías ni celulitis, cuando en realidad todos ellos son una parte natural de los cambios que vivimos conforme vamos creciendo y madurando - especialmente en el caso de las madres con todos los cambios que se viven a causa del embarazo.

Hablar negativamente sobre nuestro cuerpo, o sobre cómo luce con ciertas prendas, es algo que debemos evitar hacer frente a nuestros hijos. Lo que nos decimos a nosotros mismos importa y siempre queda en nuestra mente de forma consciente o subconsciente. Recordemos que no existen los cuerpos perfectos.

Quisiera este vestido/camisa pero...

Esta frase, que puede terminar en cosas como "no me favorece", "necesito bajar de peso", "se marcan los gorditos", "no me cubre los brazos", proviene de esa misma mentalidad de tener un cuerpo o apariencia como los de las revistas.

En lo personal, durante un tiempo evité comprar prendas sin mangas porque me sentía acomplejada por mis brazos, hasta el día que alguien me hizo un comentario que me paró en seco y me hizo cuestionarme lo siguiente: ¿realmente voy a negarme el usar un vestido que me encanta solo porque mis brazos no son iguales a los de alguien más?

No podemos esperar que la ropa nos luzca igual que al maniquí de la tienda (que por cierto, es de plástico) o que la modelo de la revista (que seguramente está retocada y además vive del modelaje). Solo porque no lucimos idénticos a otra persona no quiere decir que haya algo mal en nosotros. La ropa está pensada para vestirnos, proteger nuestro cuerpo de las inclemencias del medio ambiente y, de paso, hacernos felices con diseños y elementos que nos gusten.

Tengo que ponerme a dieta

Otra de las frases que solemos decir en automático casi inmediatamente después del famoso "me siento gordo/gorda" es esta. A menos que se trate de una cuestión de salud o para mejorar nuestros niveles de energía como habíamos comentado, no "tenemos que" ponernos a dieta - especialmente si esa frase nace de la comparación con otros.

Si bien la palabra "dieta" no tiene un origen negativo (después de todo, solo se refiere a los alimentos que consumimos con regularidad), está muy conectada a esa cultura de la búsqueda de la delgadez y los cuerpos perfectos, por lo que suele decirse con culpa o lamento.

En caso de desear hacer cambios en nuestra alimentación, es mejor evitar esta frase cargada de culpa y sustituirla por algo más amable, como "necesito priorizar alimentos con mejores nutrientes" o "quiero comer más alimentos que me ayuden a sentirme mejor". Aunque al final el objetivo es similar, las palabras que escogemos y la forma en cómo nos decimos las cosas importan mucho.

Me siento mal por haber comido...

Esta frase, al igual que "ese es un alimento prohibido/malo" o "no debería comer X alimento" hacen que clasifiquemos y etiquetemos lo que comemos como "bueno" y malo". Pero aunque es cierto que hay personas que deben evitar comer ciertas cosas por razones médicas (como en caso de diabetes o alergias) y que hay alimentos con menores nutrientes que otros, la misión principal  de la comida es aportarnos la energía que necesitamos para funcionar.

En nuestra alimentación no deben faltar alimentos que favorezcan nuestro rendimiento y aporten beneficios como vitaminas, minerales y muchas otras cosas más; pero una función secundaria de la comida también es disfrutarla solos o acompañados y, a menos que el alimento en cuestión ponga en riesgo la salud de alguien, no debemos sentirnos mal por habernos comido algo por el mero placer de saborearlo.

¿Vas a comerte eso?

Dependiendo del tono, esta pregunta puede tener impactos y significados diferentes. No es lo mismo preguntarle a nuestros hijos (o a quien sea) si se va a terminar su plato o comer algo para saber si ya ha terminado, que preguntarlo como un señalamiento que busca hacerles sentir mal por lo que comen. Esta clase de preguntas propician una relación deficiente o negativa con la comida que sin duda no queremos heredar a nuestros hijos.

Lo noto más rellenito/a

Esta sin duda entra en el top de las peores frases que podemos decir a alguien sobre su cuerpo. Y no porque aumentar de peso sea necesariamente algo malo, sino simplemente porque no se habla de los cuerpos ajenos. El cuerpo de las personas puede cambiar por muchos motivos, como un tratamiento médico, actividades físicas, o incluso por atender alguna deficiencia nutricional que se padecía.

Decir frases como ésta no solo son innecesarias e imprudentes, sino que pueden afectar la autoestima y confianza de la persona que las recibe. Si nos preocupan los cambios físicos en nuestros hijos, lo mejor es consultarlo con el pediatra.

El lunes inicio/iniciamos dieta

Finalmente, una frase negativa disfrazada de motivación: el lunes iniciamos la dieta. Es bueno decidir mejorar nuestra alimentación para consumir cosas con mejores nutrientes que cubran nuestras necesidades alimentarias. Pero de eso a decirlo porque estamos siendo críticos con nuestro cuerpo hay una enorme diferencia.

"Voy/vamos a comer más vegetales" o "me gustaría que probáramos este alimento porque nos ayudará a ser más fuertes/fortalecer nuestros huesos/sentirnos mejor" son alternativas más respetuosas cuando queremos hacer alguna mejora en nuestra alimentación.

Foto de portada | cottonbro en Pexels

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