A veces los hijos tienen celos de nuestras nuevas parejas: así puedes gestionarlo desde el afecto.
Dicen que el amor de pareja se puede volver a encontrar… pero nadie te avisa de que, cuando lo haces, puede generar algo que no tiene nada que ver con tu nueva relación, sino con quien más te quiere: tu hijo.
Y es que por mucho que hayas explicado que tu nuevo compañero o compañera no viene a quitar nada, sino a sumar, tu hijo te mira con los brazos cruzados, ceño fruncido y una pregunta entre los labios:
"¿Y yo, dónde quedo ahora?" Porque los celos en la infancia y adolescencia no son pequeños caprichos. Son mensajes; a veces mal expresados, sí, pero profundamente legítimos. Y necesitan ser escuchados con el corazón más que con la lógica.
"Mi hijo está celoso": tal vez, también descolocado
El primer error frecuente es etiquetar: “Está celoso”, “Lo hace por llamar la atención”. Pero detrás de esa aparente rabieta o rechazo, lo que suele haber es miedo a perder tu amor, tu tiempo o tu atención.
Sandra, madre de Leo, de siete años, empieza una nueva relación. Al principio todo parece ir bien, hasta que Leo comienza a interrumpir las conversaciones cuando su pareja viene a casa, insiste en dormir con ella cada noche y se pone agresivo sin motivo aparente. Cuando Sandra le pregunta qué le pasa, él solo responde: “Nada, pero antes éramos tú y yo”.
No se trata de un comportamiento “infantil” sin más. Es una reacción emocional ante un cambio que descoloca su mundo afectivo. Los niños no entienden todavía que el amor no se reparte como una tarta: si hay más para alguien, creen que queda menos para ellos.
Cómo gestionar los celos sin descuidar el vínculo
Este tipo de situaciones no se arreglan ni con sermones ni con imposiciones. Y tampoco solo con caricias. Requieren algo más profundo: escucha activa, validación emocional y tiempo de calidad real. Algunos puntos clave para abordar esta transición emocional:
1) No aceleres la convivencia emocional
Es tentador pensar que si tu hijo “se acostumbra rápido” a tu nueva pareja, todo irá mejor. Pero las prisas en este tema suelen jugar en contra. Dale tiempo para procesar, para observar desde lejos, para generar sus propias sensaciones sin sentirse forzado a “querer” o “aceptar” demasiado pronto.
No se trata de esconder tu relación, sino de presentarla como parte de tu vida, no como un cambio obligatorio en la suya. Permítele marcar su ritmo.
2) No le pidas que le guste
Tu hijo no necesita sentirse entusiasmado con tu nueva pareja para aceptarla. Lo que necesita es sentirse seguro de que su lugar en tu vida no cambia. Y eso se demuestra más con gestos que con palabras.
Evita comentarios como “Tienes que darle una oportunidad” o “No seas injusto, no te ha hecho nada”. Porque en su mente, la amenaza no es la otra persona: es la posibilidad de que tú ya no seas solo para él.
3) Cuida espacios exclusivos
Una forma muy poderosa de reforzar el vínculo con tu hijo es proteger momentos solo vuestros. No como compensación, sino como ancla emocional.
Salir a merendar, ver una peli juntos, o simplemente tumbarse a hablar en la cama. Lo que importa no es la actividad en sí, sino el mensaje implícito: “Sigo aquí para ti. No has sido desplazado”.
4) Valida su malestar sin justificarlo todo
Es importante que pueda expresar lo que siente —aunque no sea lo que tú deseas oír— sin ser corregido o minimizado. Frases como “Entiendo que te moleste, es algo nuevo y puede dar miedo” ayudan mucho más que “No exageres” o “Eso no tiene sentido”.
Ahora bien, validar no es permitir todo. Si su malestar se expresa con violencia o falta de respeto, hay que marcar límites claros desde el afecto. Amor y firmeza pueden ir de la mano.
Amar sin dividir: un equilibrio posible
Lo más bonito —y desafiante— de todo esto es que no tienes que elegir. Puedes ser madre o padre presente y a la vez construir un nuevo amor. No es una balanza: es un juego de equilibrios. Y como todo en la vida, se aprende caminando.
Con tiempo, sinceridad y mucha paciencia, los hijos suelen adaptarse mejor de lo que creemos. Pero necesitan ver que su lugar no peligra. Que sigues siendo su casa emocional. Que tu corazón, por mucho que se amplíe, no los deja fuera.
Y ese mensaje no se da una sola vez. Se da todos los días, en los detalles. En las conversaciones a solas, en las risas compartidas, en la forma en que los miras cuando piensas que no te ven. Porque lo que más temen no es a tu nueva pareja. Es a perderte a ti. Y lo que más los calma es descubrir que, pase lo que pase, sigues siendo su lugar seguro.
Foto | Portada (Freepik)
Ver todos los comentarios en https://www.bebesymas.com
VER 0 Comentario