Campaña para promover el uso adecuado de los servicios sanitarios... ¿Y los niños?

Como muchos habréis podido ver en diferentes medios, el Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha una campaña para promover el uso adecuado de los servicios sanitarios.

Este tipo de campañas en general siempre son buenas, ya que puedo afirmar, en primera persona, que un porcentaje extraordinario de las urgencias que son atendidas en los hospitales, realmente no pueden ser consideradas como tales.

Sin embargo, también soy consciente de que lo puede ser muy obvio para uno mismo, no se aplica tan fácilmente a los niños, de forma que con ellos es muy fácil que todo parezca más serio, y desde luego, preocupante. ¿A quién no le ha surgido la duda de si debía acudir a urgencias ante un repentino cuadro de fiebre ó vómitos en un lactante? Vamos, que cuando están los niños por medio no siempre es tan fácil…

Por eso es normal que, sobre todo en los niños más pequeños, siempre surja la duda: ¿Dónde está el punto de equilibrio a la hora de decidir cuándo acudir a urgencias? En este post tratamos de analizar los principales aspectos de esta importante campaña, pero aplicándolos a los más pequeños.

Datos sobre el uso de las urgencias

Según el Ministerio de Sanidad, un 75% de las urgencias se producen a demanda de los propios ciudadanos, que acuden al hospital sin haber consultado antes en su centro de salud. Este es un dato llamativo, pues en un elevado porcentaje de sitios existen los denominados Puntos de Atención Continuada (u otros nombres similares), donde hay atención médica (incluída la pediátrica) 24 horas al día.

Otro porcentaje llamativo es el que indica que al menos el 60% de las urgencias podría resolverse en Atención Primaria. Es una cifra considerable, teniendo en cuenta que el coste de atender un paciente en un servicio de urgencias es terriblemente mayor que el de una consulta en primaria. En caso de ser cierto, eso significa que se está despilfarrando una considerable cantidad de dinero que podría estar destinada, paradójicamente, a mejorar la cobertura de atención primaria, por ejemplo.

Pero ¿cómo saber cuándo llevar a un niño?

Esa es la gran pregunta que cualquier padre o madre termina realizando. Si bien, para uno mismo, es fácil determinar cuándo debemos ir a urgencias (por lo general uno intuye si lo que tiene puede ser grave o no), es fácil entender (y los gestores y políticos deberían hacerlo), que cuando se trata de los niños no se tiene esa referencia.

Esto ocurre más en los más pequeños, ya que un niño de 3-4 años puede expresar más o menos acertadamente lo que le ocurre. Sin embargo, esto difícil en menores de 3 años, e imposible en los menores de 2 años. Además, en los lactantes se unen otros factores, como puede ser la menor experiencia en padres primerizos, o su mayor indefensión (por menor desarrollo del sistema inmune).

Por estos motivos es muy difícil saber cuándo se debe acudir a un servicio de urgencias con un niño, ante la presencia de un síntoma que preocupa a unos padres. El mejor consejo sería intentar usar el sentido común, pero claro, esto no es fácil a menos que este “sentido” se haya entrenado.

La mejor forma de adquirir criterios que pueden ayudar a unos padres a determinar si deben llevar un niño pequeño a urgencias o no, es seguir unas sencillas recomendaciones:

  • Acudir a las revisiones de seguimiento de niño sano en la consulta del pediatra. En estas revisiones el profesional no sólo evalúa al niño, sino que explica a los padres muchos aspectos de su desarrollo y enfermedades comunes.

  • Aprender a distinguir signos o síntomas de gravedad, como mal color, mal tono muscular, inapetencia en los lactantes, o incluso signos de dificultad respiratoria en niños con procesos de fondo, como asma.

  • A la hora de buscar información utilizar siempre fuentes fiables, entendibles y de confianza. Internet es una gran herramienta, pero como toda herramienta, mal usada puede generar resultados catastróficos. En caso de consultar aspectos relacionados con la salud de los niños siempre se debe acudir a páginas de instituciones o profesionales, firmadas y acreditadas, y recordar que la información suele ser orientativa y que nunca sustituye a la valoración del profesional in situ.

  • Aprender cómo es nuestro hijo. Este es un punto que puede parecer muy sencillo pero a veces no lo es tanto: sólo invirtiendo tiempo y esfuerzo, se puede llegar a conocer perfectamente cada detalle del pequeño y sus respuestas, de forma que se pueda “intuir” cuándo algo no va bien. Aunque parezca mentira, a los pediatras nos infunde mucho respeto cuando, unos padres que se ve conocen bien a su hijo, indican que, “algo no marcha bien en su pequeño”.

  • Como decíamos al principio, usar el sentido común: preguntar, aprender, consultar y usar los recursos que nuestro sistema sanitario pone a nuestra disposición. Si podemos evitar acudir a un hospital con un niño pequeño (por los riesgos que eso conlleva), estupendo. Pero desde luego nunca debe asumirse un riesgo, máxime en un niño que no puede transmitir lo que siente.

Vía | Ministerio de Sanidad
Foto | Web de serviciossanitarios.es | Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad
En Bebés y Más | Urgencias abarrotadas

También te puede gustar

Portada de Bebés y más

Ver todos los comentarios en https://www.bebesymas.com

VER 8 Comentarios