La ingesta de mercurio en el embarazo

Explicaba ayer que un estudio ha señalado que, segun los datos recogidos, es preocupante constatar que más de la mitad de los niños españoles nacen con demasiado mercurio. Y es que el mercurio es un metal muy tóxico y su existencia en el medio ambiente en cantidades excesivas pasa a la cadena alimentaria y se acumula en el organismo. La ingesta de productos con alto contenido en mercurio en el embarazo debería ser muy cuidadosa.

El mercurio

El mercurio es un metal líquido a temperatura ambiente, de color plateado. Seguro que, cuando se usaban los termómetros de mercurio lo habéis podido ver en ese estado. Sin embargo, en la naturaleza aparece en varios minerales y se vierte al medio ambiente en las erupciones volcánicas. Pero actualmente su mayor concentración, especialmente en el agua de mar, viene no por estas razones naturales, sino como vertido de actividades mineras e industriales. Este mercurio no desaparece y, al ir aumentando, puede convertirse en un serio problema para la salud futura.

El ciclo del mercurio orgánico

El mercurio orgánico, llamado metilmercurio, aparece en los peces cuando estos lo ingieren. Ha llegado al medio marino por las emisiones industriales y de minas de oro, y es tomado por el placton, base de la cadena alimentaria marina. Las bacterias que lo absorven lo transforman en metilmercurio, un compuesto de elevada toxicidad.

En el ecosistema acuático los peces más pequeños se comen el placton, otros más grandes a los pequeños, hasta llegar a los peces de mayor tamaño que se alimentan de otros. Así llega a la alimentación humana, en una mayor concentración que la original, pues el compuesto metilmercurio se acumula en los organismos y va sumándose año tras año en los peces de mayor tamaño y longevidad en los predadores como el atún, el pez espada o el lucio, que llegan a tener concentraciones hasta 10.000 veces superiores a las de su medio.

El mercurio llega a los seres humanos por varias vías: tratamientos dentales que lo contuvieron, emisiones de las centrales termoeléctricas, vapores producidos por el sistema de extracción de oro y sobre todo, en nuestro entorno, de forma general, con el consumo de pescado.

El metilmercurio se aloja en lo tejidos fetales y, si llega en concentraciones muy altas al sistema nervioso, da paso incluso a daño cerebral. No se conocer bien el efecto de una exposición continuada aunque de menor intensidad que la de un envenenamiento, pero se señala que cuando mayor sea la exposición mayores son las posibilidades de retraso mental, convulsiones, debilidad muscular e incapacidad para comunicarse, que se han encontrado en casos en los que el consumo de pescado contaminado era altísimo.

Sin embargo, el que los datos revelen que los bebés españoles tienen concentraciones superiores a lo recomendando me parece altamente preocupante ya que no hay datos completos que nos alerten de los peligros que esto podría producir. No hay datos sobre las concentraciones en niños mayores o en la edad adulta, ni tampoco he encontrado estudios sobre la concentración de los españoles que viven cerca de industrias que contaminan con este metal.

La ingesta de mercurio en el embarazo

Las mujeres embarazadas y los niños menores de seis años son la población que necesita una mayor protección contra el consumo excesivo de metilmercurio, ya que su efecto tóxico acumulativo puede llegar a producir daños neurológicos y cerebrales. Es conveniente ser conscientes de estos riesgos y limitar el consumo del pescado con mayores índices de mercurio para reducir la exposición.

Debemos saber que casi todo el pescado tiene metilmercurio, pero sobre todo se encuentra en los predadores como el tiburón, pez espada y lucio. En lo que se refiere a estos pescados la ración máxima sería semanal o menor. El atún, en una porción de unos 100 gramos, no debería comerse más que dos veces por semana, aunque para conseguir menores concentraciones es mejor comer boquerones y sardinas.

Casi todos los peces acumulan algo de mercurio en su organismo, pero hay algunos que tienen niveles más altos que otros, por ejemplo, el tiburón, pez espada y caballa rey. Por eso es recomendable evitarlos en el embarazo. Por supuesto, el pescado es un alimento sano, con muchas proteínas y grasas saludables, pero la contaminación ambiental hace necesario consumirlo de forma medida. El tomar pescado en el embarazo aporta la suficiente cantidad de ácidos grasos omega-3, que ayudan a controlar la hipertensión y son indispensables para el desarrollo mental del feto.

Mercurio y parto prematuro

Existe un estudio realizado por la Universidad de Harvard y de la Universidad del Estado de Michigan, ambas en EEUU, publicado en 2006 en Pregnancy Outcomes and Community Health, que investigó los casos de más de mil mujeres embarazadas, midiendo la cantidad de mercurio presente mediante un análisis de cabello y la cantidad de pescado que consumían.

La primera conclusión es que las mujeres que más pescado comían tenían mayores índices de mercurio en su cabello. Las mujeres que solían comer 4 o 5 veces a la semana pescado superaban la media en todos los casos.

Lo que el trabajo intentaba demostrar era la relación entre el exceso de mercurio y el parto prematuro, llegándose a la conclusión de que, aunque los partos prematuros antes de la semana 35 habían sido, mayoritariamente, las que mayores concentraciones de este metal tenían, aunque se determinó que la relación causa-efecto debería ser demostrada por más estudios, ya que, por otro lado, el consumo bajo de pescado especialmente en el primer trimestre también tiene efectos en los abortos naturales.

Limitar el consumo del pescado más contaminado

Es muy interesante también citar el trabajo titulado Decline in Fish Consumption Among Pregnant Women After a National Mercury Advisory, realizado para determinar si era conveniente que las mujeres dejaran de tomar pescado en sus embarazos., que, sumado a otros trabajos publicados directamente o recogidos por este equipo de la Universidad de Harvard, conocido como VIVA, remarca que los beneficios reales del consumo de pescado son innegables, pero, ante el peligro potencial y no completamente conocido de un exceso de mercurio, las embarazadas deben seguir comiendo pescado, pero eligiendo preferentemente las variedades que menores concentraciones presentan.

¿Y si se rompe un viejo termómetro?

Ya no se venden termómetros de mercurio y no deberíamos tenerlos en las casas. Es mejor llevarlos al punto limpio más cercano para que sean inutilizados.

Sin embargo, si tuvieramos uno y se rompiera, es indispensable que los niños y las embarazadas salgan de la habitación y no regresen hasta que esté todo limpio y bien ventilado.

Para limpiarlo hay que ponerse guantes, no debermos extenderlo, ni pasar la aspiradora, pues eso haría que las partículas quedaran en el ambiente. Hay que limpiarlo rodeándolo con un papel y mejor, usando un cuentagotas para recogerlo todo. Luego, los restos, los tenemos que meter en una bolsa de plástico cerrada perfectamente y luego, dentro de un bote de cristal hermético. Para eliminarlo nunca hay que tirarlo a la basura, sino ponernos en contacto con el departamento de sanidad local para que nos den instrucciónes, dejándolo cerrado y en exterior de la casa hasta su recogida.

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