Condenados a pagar más de cien mil euros a una vecina por el ruido que hacían sus hijos: ¿cómo podemos evitar este tipo de situaciones?

Ante la amenaza de deshaucio que recibió hace unos meses un matrimonio inglés a causa de los llantos y ruidos que hacían sus hijos y que ocasionaban molestias entre los vecinos, nos preguntamos entonces ¿podrían echarme de mi casa si mi hijo llora?

Hace unos días la historia se ha vuelto a repetir con otra familia, también en Londres y también con los niños como protagonistas. En esta ocasión, los padres de los menores han sido condenados a pagar 112.000 euros a su vecina, por culpa de los "intolerables" ruidos que hacían sus hijos. Pero, ¿qué tipo de ruidos pueden afectar a la convivencia vecinal y cómo podríamos evitarlos?

"Corrían y tiraban cosas al suelo sin parar"

Según informa The Telegraph, los hechos ocurrieron en Kensington, un barrio de Londres al que se mudó el matrimonio El Kerrami con sus hijos. Su piso estaba situado encima del de Sarvenaz Fouladi, una mujer de 38 años que vive con su madre y que es quien les ha denunciado por los constantes ruidos.

Según Fouladi, las molestias comenzaban por la mañana y duraban todo el día, incluída también la noche, en donde el sonido constante de la caldera, un grifo o la nevera perturbaba su sueño.

Durante el día, la vecina se quejaba de ruidos cotidianos como los producidos en el momento de lavar los platos, por ejemplo, aunque lo que realmente le alteraba eran "las respiraciones violentas", el rudio que hacían los niños y las voces que daban.

"Los niños se pasan el día corriendo, tirando juguetes o dando golpes. Usan su casa como un patio de juegos: corren y tiran cosas al suelo durante siete horas sin parar" - dijo la mujer al juez.

El abogado del matrimonio denunciado ha acusado a Fouladi de ser "hipersensible" a la actividad de una familia normal, y ha declarado al tribunal que los ruidos que hacían los niños eran "ruidos infantiles domésticos normales que ocurrían de vez en cuando".

Pero el juez ha acabado dando la razón a la de denunciante y ha impuesto a los El Kerrami una multa de 112.000 euros por los perjuicios causados, además de ordenar una obra en la vivienda que ayude a reducir significativamente los niveles de ruido.

Y es que si bien el juez ha admitido que los ruidos podían tratarse de algo cotidiano en el día a día de una familia con niños, considera que el matrimonio debía haber puesto medidas para intentar reducirlo, como por ejemplo colocando alfombras en los suelos.

¿Qué podemos hacer para controlar el ruido que hacen nuestros hijos?

Vivir en una comunidad a veces puede resultar complicado, ya que en ocasiones podemos no ser conscientes del ruido diario que ocasionamos y las molestias que estamos causando a nuestros vecinos. Por otro lado, también podemos dar con vecinos especialmente sensibles a quienes parece que todo molesta. ¿Qué podemos hacer en estas situaciones?

Según explican los expertos de Mapfre en este artículo, la legislación europea marca en 55 dB por el día y 45 dB por la noche lo máximo permitido. A partir de los 70 dB y conforme éstos van subiendo, la audición puede verse afectada, provocando sordera o incluso dolor.

Para que nos hagamos una idea: un susurro mide 30 dB, una conversación normal estaría entre los 30 y los 50 dB, y el ruido de ciertos aparatos o electrodomésticos como una aspiradora, batidora, lavadora, televisor o teléfono móvil rondaría los 70 dB.

Todo esto, sumado al llanto de los niños, sus gritos y sus juegos, pueden ser una importante molestia, tanto para nuestros vecinos como para nosotros mismos y nuestros hijos, por lo que debemos tratar de controlar los ruidos siempre que esté en nuestras manos hacerlo.

Te compartimos estos sencillos consejos que podemos poner en práctica por el bien de todos:

  • No poner alta la televisión o la música; hacerlo no sólo ocasiona molestias a nuestros vecinos sino que puede acarrear problemas de audición o afectar al desarrollo del habla de los niños.

  • No utilizar juguetes que hagan demasiado ruido, y si hablan o emiten sonidos debemos regular el volúmen de los mismos. Esta medida, además de disminuir los niveles de ruido en el hogar, ayudará a proteger a los niños contra la pérdida de audición provocada por el exceso de ruido o la exposición continuada.

  • No gritar y enseñar a nuestros hijos a no hacerlo. Gritar a los niños les deja huella; les provoca estrés, miedo, ansiedad o agresividad, entre otros muchos efectos negativos. Educar sin gritos es posible y además de todos los beneficios que conlleva, evitará molestias a nuestros vecinos.

  • Sabemos que los peques están en continua actividad y que corren, saltan o juegan tirando juguetes u otros objetos casi a cualquier hora y en cualquier sitio. Pero siempre que podamos tenemos que tratar de evitarlo, y enseñarles que ciertas acciones suyas pueden acarrear molestias a otras personas. Este aspecto es uno más dentro de la educación en valores, respeto y empatía que debemos ofrecerles.

  • Y al hilo de lo anterior, evitemos el uso de pelotas, correpasillos, triciclos, patines o similar dentro de casa. El parque, el campo o las pistas infantiles son, sin duda, opciones más seguras y cómodas para todos.

  • El uso de cojines, cortinas, moquetas o alfombras facilita la absorción del ruido, y la colocación de aislantes en puertas y ventanas nos ayudará, tanto a controlar el ruido exterior que entre en nuestra casa, como a minimizar el ruido que pueda llegar a los vecinos.

  • Si nuestro bebé llora es importante atenderle de inmediato y tratar de calmarle, pero ya no sólo por las molestias que pueda causar a nuestro alrededor (el llanto de un niño, sobre todo si es agudo e intenso, supera con creces el número de decibelios permitido), sino porque el llanto nos indica que existe una necesidad que debe ser atendida y cubierta, y no hacerlo puede acarrear serios problemas.

Siguiendo estas medidas básicas de convivencia y respeto conseguiremos reducir considerablemente el ruido de nuestro hogar.

En cualquier caso, siempre hay situaciones que pueden escapar a nuestro control, como por ejemplo que nuestros peques se pongan malitos y eso les haga estar especialmente sensibles y molestos. O también podemos vivir momentos puntuales que eleven el número de decibelios permitido, como por ejemplo, la celebración de una fiesta de cumpleaños.

En estas situaciones, y en función de la confianza o relación que tengamos con nuestros vecinos, lo más recomendable sería hablarlo, porque el conocimiento de la situación nos evitará situaciones tensas y conflictos.

También te puede gustar

Portada de Bebés y más

Ver todos los comentarios en https://www.bebesymas.com

VER 3 Comentarios