Cómo y cuándo decir la verdad a los hijos sobre Papá Noel y los Reyes Magos

Estamos a solo dos días de que llegue Papá Noel a los hogares de millones de niños y a un par de semanas de que lleguen los Reyes Magos, y de que los niños vivan, en consecuencia, la "magia" de la Navidad. Son dos tradiciones muy arraigadas en nuestro país y es habitual que los niños crezcan creyendo en todo ello, hasta que llega una edad en que lo descubren por sí solos o los padres optan por revelar la verdad: ¿Cómo y cuándo decir la verdad a los hijos sobre Papá Noel y los Reyes Magos?

La mejor edad según los psicólogos

Dicen los expertos que los niños son capaces de pensar de manera abstracta a partir de los 7 años, y que por lo tanto la edad en la que pueden entender mejor que Papá Noel y los Reyes no son reales ronda los 7 a 11 años, que es en realidad cuando la mayoría lo descubre o se entera por sus padres.

¿Nunca?

En contraposición, hay quienes, como yo cuando era niño, hubiera preferido que no me lo dijeran nunca. Al menos por cómo me lo tomé. Era la Navidad del 89 y yo tenía ya 10 años. ¡Diez años! Los 10 años de entonces no son los 10 años de ahora, y además yo fui un niño muy introvertido que llegó a alucinar tanto con la Navidad, a interiorizarla de tal manera, que negué toda posible evidencia de que todo fuera una invención y llegué hasta esa edad convencidísimo de que Papá Noel y los Reyes Magos existían (por esta y otras cosas mi mujer sufre cuando me intentan "vender" algo, porque cree que diré que sí, o incluso que algún día acabaré absorbido por alguna secta).

El caso es que con mis diez años, y hablando con mis abuelos para explicarles con toda mi ilusión lo que me habían traído los Reyes, mis padres consideraron que la cosa había ido ya demasiado lejos y me cogieron a un lado para explicarme que todo era una ilusión que habían creado desde siempre y que como ya era muy mayor tenían miedo de que los niños se rieran de mí por seguir creyendo en ello. Como dicen en Faros, la revista digital del Hospital Sant Joan de Déu:

Hasta ahora, ningún estudio psicológico ha indicado que los niños padezcan secuelas o guarden rencor a los padres, por haberles ocultado la verdad tanto tiempo.

Pues bien, ese día, en ese momento, solo tuve ganas de coger los regalos y metérselos por... bien, mejor no lo digo. Me enfadé muchísimo, me sentí engañado, pero tampoco dije nada porque acababan de regalarme varias cosas que me hacían muchísima ilusión. No dije nada, pero me quedé helado, inexpresivo, y me abrazaron, y trataron de explicármelo de otra manera, con más abrazos, pero yo ya no oía nada. Mi mente se quedó ahí, en ese instante, petrificada, y recuerdo el momento, pero no sé qué pasó el resto del día. Probablemente jugué con menos ilusión que nunca. Y todo por el engaño, por sentirme estafado, por haber creado castillos en mi imaginario y luego derribarlos de una patada.

Así que si por entonces me dijerais cuándo es el mejor momento, diría: "Nunca". Pero entonces yo habría llegado, quién sabe, a los 11 y los 12 años, me habría enterado no sé cómo, y quizás me habría enfadado más por un engaño de tanto tiempo, o menos, por ser más mayor, a saber. Vamos, que ahora les entiendo, pero por entonces les odié, y mucho.

No hay una mejor edad

Por eso tengo claro que no se puede decir cuándo es la mejor edad. A mí quizás me hubiera faltado un añito más de cocción, a pesar de mis 10 años, y mi hermano pequeño, por ejemplo, se enteró a los 7 años y no le supuso mayor problema. Tengo que decir, también, que con 7 años di un aviso a mi madre porque un niño me dijo la verdad: "mamá, hoy un niño me ha dicho que los reyes sois los padres, ¿es verdad?" y ella me aseguró que el niño me había mentido. Esto hizo reafirmar mi convicción en ellos y, obviamente, aumentar mi cabreo posterior.

Digamos, pues, que lo aconsejable no es marcar una edad en el calendario, sino crear la magia, la fantasía, la tradición, y esperar a que tu hijo te vaya dando señales o pistas. Hay padres que a los 6-7 años se lo dicen a sus hijos para que no se enteren por boca de otros niños y, sin quererlo, convierten a sus hijos en "esos niños que van contando a los demás la verdad". Por eso, vale más no descubrirlo de manera impactante, cuando no sospechan nada, contrarrestando sus creencias de manera brusca de modo que quieran revelar el secreto a otros niños, sino dejar que suceda poco a poco:

  • Si un día te pregunta porque ha oído algo, no le mientas, no le digas que es mentira. Pregúntale qué cree, y así sabrás hasta dónde llegan sus sospechas.
  • Si ves que lo tiene clarísimo, no le des más vueltas, le aclaras que es una tradición, que se hace para mostrar a los niños que hay personas buenas que disfrutan haciendo felices a los demás sin pedir nada a cambio y le explicas cómo pueden ser las Navidades a partir de ese momento (si hay niños más pequeños guardando el secreto, haciendo también regalos para los demás, preparándolo todo si quiere, etc.).
  • Si ves que no lo tiene muy claro ("mamá, creo que es imposible que hagan magia y lleguen a todas las casas del mundo"), puedes jugar aún con la tradición explicándole que a veces hay ayudantes que hacen que sea posible, y que incluso a veces piden ayuda a los padres para que les echen una mano.
  • Si se enfada, acepta su opinión y su sentimiento, no se lo niegues, y permítele que se exprese y pregunte, y le explicáis que lo último que queríais era mentirle y hacerle enfadar, y que todo responde a un juego, a una leyenda, a una tradición que se hace con los niños para que entiendan la época como de amor, de felicidad, de dar a cambio de nada, y que habéis disfrutado mucho haciéndole feliz cada año.

Yo nunca les he mentido

No sé si fue la mejor opción, o si podríamos haberlo hecho de otra manera, pero en mi casa decidimos no tener que decirles nunca la verdad, no diciéndoles nunca la mentira. Celebramos Papá Noel y les dejamos regalos como si fuera el grandullón con renos, al igual que celebramos los Reyes, pero no exageramos la película ni nos escondemos al comprar las cosas (si lo hacemos es para que sea sorpresa), ni creamos más leyenda ni magia alrededor de los personajes. Por eso Aran (el mediano) sabe desde los 4 años quién les regala las cosas y Jon (el mayor) supongo que desde una edad similar. Guim tiene tres años y sinceramente, aún no sé qué cree. Pero de esto os hablo mañana, por si queréis guardaros todavía las opiniones al respecto (buenas y malas, que yo las acepto todas siempre y cuando se hagan con respeto).

Fotos | iStock
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