Siete errores comunes que no ayudan a tu hijo a hablar

Nos emocionamos con sus primeras palabras o más bien balbuceos. "Ajo", "mamá", "papá", "agua"... son algunas de las primeras vocalizaciones más frecuentes en los pequeños y constituyen todo un hito en su desarrollo y un momento inolvidable para los padres. Nos encantaría que aprendiera a hablar más rápidamente y aunque es un proceso evolutivo que marcará un tiempo diferente en cada niño, sí existen algunos errores comunes que no ayudan a tu hijo a hablar más o mejor.

En realidad, el mejor consejo que se puede dar para animar al niño a hablar es rodearlo de palabras, de canciones, de nanas, de cuentos... y darle tiempo, ya que las primeras palabras con significado no suelen darse mucho antes del año de edad, aunque meses antes ya pueda hacer sus balbuceos y experimentos con los sonidos.

Estos son algunos comportamientos que no ayudan a estimular el lenguaje del niño:

  • No le des al niño lo que quiere antes de que lo pida, de ese modo se esforzará para hablar. Nos referimos, por supuesto, cuando ya se ha iniciado en el lenguaje, porque de pequeñitos es evidente que nos pedirán las cosas con gestos y no hemos de ignorarlos (es más, hemos de ayudarles a que se comuniquen antes de empezar a hablar). En ese caso, le daremos lo que pide, pero indicándole cómo se llama. De este modo, amplía el vocabulario. Recordemos que las primeras interacciones de los pequeños suelen ser para pedir algo, de modo que este punto es muy importante.
  • Conviene evitar comparaciones con hermanos u otros niños, ya que, como hemos señalado, cada no tiene su ritmo y, a no ser que exista algún trastorno, también empezará a hablar. Además, no resulta agradable para nadie que señalen sus carencias y recuerda que el niño, aunque aún no hable, lo entiende todo.

  • No te conviertas en el ventrílocuo o el portavoz de tus hijos. Es decir, déjales hablar. No te anticipes a lo que tu hijo quiere decir, ya que no le damos tiempo para procesar la información y activar el mecanismo para hablar. Dale tiempo para que responda a las preguntas. Si no se le deja hablar, pensará que no es importante. Con este error común no solo entorpecemos el desarrollo lingüístico sino también la socialización del niño.

  • No utilices diminutivos o palabras inventadas para aquello que tiene otro nombre. Esto no significa que podamos utilizar diminutivos o apelativos cariñosos para personas, mascotas, muñecos... pero también deberían saber su nombre "correcto". El uso de abreviaturas o acortamientos es normal sobre todo en las primeras etapas del desarrollo lingüístico, ya que los niños no están preparados para decir palabras muy largas ni complejas. Entonces, para ellos "agua" es "aba", leche es "ete" o "galleta" es "eta"..., pero eso no significa que nosotros nos refiramos también a esos alimentos de la misma forma. Se cree que es posible que un abuso de estos procedimientos retrase la aparición de algunas palabras.

  • No lo fuerces a repetir sus logros continuamente, ya que una excesiva demanda podría ser contraproducente. Es decir, podemos alabar y alegrarnos con esas nuevas palabras que va diciendo, pero no le insistamos en que la repita delante de cada familiar o de nosotros mismos muchas veces, como si fuera un lorito de exhibición (aunque sé que esto es tannnn difícil...).

  • No dejes que tu hijo "hable solo" o escuche solo. La comunicación ha de ser bidireccional, un vídeo puede estar bien para un ratito, pero viendo dibujos en la televisión, en el ordenador o con un disco... no se aprende a hablar.

  • No te enfades o te pongas nervioso si el pequeño, cuando ya ha ampliado algo su vocabulario y empieza a construir sus primeras frases, no pronuncia bien alguna palabra o si comete errores... Es fundamental nuestro apoyo para que sigan explorando ese nuevo reto que supone hablar y no hemos de ser exigentes.

Recuerda, como cualquier otra habilidad humana, el lenguaje necesita su tiempo, cada niño tiene su ritmo y lo que más le animará a servirse de las palabras es escucharlas y explorar su mundo a través de ellas. Un mágico descubrimiento que podemos estimular mejor que entorpecer con estas actitudes erróneas.

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