La etapa del 'no' en los niños: cómo gestionarla de manera positiva y respetuosa

Aunque de manera coloquial se suela utilizar la expresión "la etapa del no" para definir a la fase negativista por la que pasan los niños entre los dos y los cuatros años, personalmente no me gusta etiquetar ninguna edad ni período de su desarrollo, pues considero que todas las etapas son positivas e importantes para el crecimiento del niño.

Dicho esto, hoy vamos a adentrarnos en esta conocida etapa: ¿qué se esconde detrás de la negativa sistemática de nuestros hijos a todo lo que les decimos o preguntamos? ¿Por qué el 'no' comienza a adquirir tanto peso en su vocabulario? ¿Qué podemos hacer los padres para sobrellevar con paciencia esta fase?

Afianzando su personalidad

"Ponte los zapatos". "¡No!". "¡Vamos a comer!". ¡"No!". "Dame la manita para cruzar la carretera". "¡No!"... Seguro que casi todos los padres con niños de entre dos y tres años (aunque puede extenderse desde los 18 meses y hasta los cuatro años), reconocen estas situaciones.

Coloquialmente se le conoce como "la etapa del no", y razón no le falta al nombre, pues la palabra 'no' pasa a formar parte del vocabulario del niño de una forma tan arrolladora que pareciera haberse olvidado de todo lo demás. Y es que preguntes lo que preguntes o digas lo que digas, lo más probable es que tu pequeño te responda con un 'no' bien alto y claro.

Pero aunque sus continuos 'noes' puedan llegar a agotarnos y frustrarnos en algunos momentos, es importante tener presente que esta fase es una más del desarrollo de nuestros hijos, y como tal debemos entenderla para saber gestionarla de forma positiva.

Los psicólogos consideran esta etapa como un momento de autoafirmación. El niño comienza a darse cuenta de que al decir 'no' el comportamiento del adulto cambia, y aunque todavía no llega a ser consciente del alcance que tiene realmente su negativa (peligro para él y/o frustración por parte del adulto), se siente bien ejerciendo su voluntad y demostrando que él también tiene capacidad de decidir (aunque lógicamente, su capacidad de razonamiento no esté todavía desarrollada).

Tal y como decíamos al inicio, este período puede llegar a poner a prueba la paciencia de los padres, pero debemos entender que la actitud de nuestro hijo no es egoísta o terca, y que no nos está retando, fastidiando o desafiando. Simplemente está poniendo a prueba los límites, construyendo su personalidad y diciéndonos que existe de manera independiente a nosotros.

Siete claves para sobrellevar esta etapa

Una vez tengamos claras estas premisas, te damos algunas claves que pueden poner en práctica para tratar de sobrellevar esta etapa de la mejor forma posible:

  • Permite que se exprese. No coartes la libertad del niño a la hora de expresar cómo se siente, y déjale que muestre su disconformidad con la situación. Tiene derecho a sentirse frustrado, pero también necesita nuestra ayuda para manejar esa frustración de manera saludable.

  • Empatiza y respeta. Cuando hablamos de la importancia de respetar los sentimientos del niño no estamos diciendo con esto que deba tener la última palabra, pero sí escucharle y hacerle ver que podemos llegar a entender su negativa. Por ejemplo, quizá no quiera ponerse los zapatos porque está cansado, no le apetezca salir a la calle en ese momento o no le guste el calzado. En ese caso podemos decirle: "Te entiendo. Yo tampoco tengo ganas de salir a la calle pero debemos hacer recados, y tu colaboración es imprescindible para mí".

  • Hazle entender las consecuencias de su 'no'. Ya hemos dicho anteriormente que en la mayoría de las ocasiones los niños pequeños dicen 'no' sin ser conscientes realmente de lo que ello implica. Por eso, ante una negativa de tu hijo no trates de cambiar su opinión a la fuerza y sin razones. Arguméntale las consecuencias de su 'no' de manera sencilla y concisa (por ejemplo, "debes darme la mano para cruzar la carretera porque de lo contrario, podrían pillarte los coches"), para que vaya asimilando poco a poco la causa-efecto de las decisiones.

  • Dale opciones. Habrá veces que no se pueda, pero siempre que sea posible ofrece opciones a tu hijo para que sienta que tiene la libertad de decidir sobre algunos aspectos. Por ejemplo, en lugar de ordenarle que recoja sus juguetes y arriesgarte a obtener un 'no' como respuesta, puedes preguntarle cuándo le apetece recoger sus juguetes, o pedirle su colaboración para encontrar ideas que os ayuden a mantener la habitación en orden.

  • Mantén la calma. Sabemos que es fácil decirlo pero difícil ponerlo en práctica, sobre todo cuando el tiempo apremia y se hace difícil echar el freno y tratar de dialogar con un niño tan pequeño. Pero es importante recordar que los gritos, las amenazas, los castigos o los chantajes no son la forma correcta de educar al niño. En esta etapa, como en otras que vendrán, nuestros hijos necesitan calma, empatía, cariño y un padre/madre que sepa guiarles y ponerles límites con respeto.

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