Esterilizar los artículos del bebé ¿sí o no?

Durante muchos años se ha tratado de controlar la higiene y la salud de los bebés hirviendo o esterilizando chupetes, tetinas y biberones. El control llegó a tal magnitud, hace unas décadas, que a las madres que amamantaban a sus bebés se les tapaban los pechos con gasas estériles y se les instaba a tener un higiene extraordinaria con ellos para evitar que cogieran infecciones por vía oral.

Con el paso del tiempo la higiene de los pechos se ha reducido a “date una ducha diaria”, sin necesidad de tomar más precauciones. Con respecto a las mencionadas tetinas, chupetes y biberones, sin embargo, se oye un poco de todo y se duda bastante sobre la necesidad o no de hacerlo. Hoy vamos a hablar de ello: esterilizar los artículos del bebé, ¿sí o no?

¿Esterilizarlo todo?

La fiebre por crear un mundo estéril para nuestros hijos puede llegar a ser tal que haya padres que acaben obsesionándose por eliminar todos los gérmenes habidos y por haber del entorno de los bebés. Desconozco cuál es el camino que recorre una pareja para llegar a semejante obsesión, pero quizás alguna de esas llamadas comerciales de empresas que saben que has tenido un bebé tengan algo que ver, con conversaciones en las que te presentan un mundo apocalíptico, que curiosamente es aquel en el que vives, porque los colchones, sábanas, alfombras y juguetes contienen millones de ácaros que le saltan a tu bebé y porque los gérmenes rodean su cuerpo buscando un punto débil por el que entrar, todo por culpa de no haber esterilizado su ropa, las sábanas ni el resto de elementos que entran en contacto con el bebé.

De este modo aparecen madres que lavan todo a temperatura máxima y haciendo lavados largos, esterilizando los juguetes del bebé, los chupetes y biberones (si es que los usa), mordedores y en definitiva todo lo del niño.

La realidad es que para los padres esto es un sinvivir. Primero, porque estar todo el día controlando lo que toca al bebé es un trabajo inmenso, segundo, porque limpiar y esterilizar es un trabajo extra y tercero, porque si fuera necesario sería un trabajo hecho con ganas, pero ni es necesario ni es, de hecho, demasiado recomendable, como ya explicáramos hace unos días cuando comentamos que un exceso de higiene puede ser perjudicial para los niños.

¿Esterilizar biberones, tetinas y chupetes?

Quitándonos de la cabeza la idea de tratar de crear una burbuja estéril alrededor de nuestro hijo vamos a ir a lo más común, a lo más habitual, que es la esterilización de biberones, chupetes y tetinas.

La realidad es que, aunque se ha hecho durante muchos años y no ha pasado nada, porque no es malo esterilizar las cosas que entran en contacto con el bebé, tampoco es necesario hacerlo si se tiene una higiene adecuada, y el sentido común nos dice esto mismo si tenemos en cuenta que las madres no tienen que esterilizarse los pechos (que por otra parte, a ver cómo iban a hacerlo).

La primera vez que vayamos a utilizar alguno de estos artilugios que entrarán en contacto con el bebé sí es recomendable esterilizarlos, hervirlo o lavarlo en el lavaplatos. El resultado no será el mismo porque el primer método acaba con todos los gérmenes, el segundo también, pero el tercero no. Un lavaplatos difícilmente llegará a una temperatura de 90ºC, que se dice es la idónea para acabar con la mayor parte de los microorganismos (el mío alcanza como máximo los 65ºC), pero se considera que sin llegar a ser lo mismo es suficiente.

A partir de ese momento, centrándonos por ejemplo en los chupetes, se recomienda volver a hacerlo a menudo, para evitar infecciones. A menudo sería, por ejemplo, una vez al día, teniendo algún chupete de repuesto por si cae el suelo y utilizando agua y jabón el resto de ocasiones (volviendo al simil de los pechos de mamá, es obvio que hay que tener más higiene, porque las tetas de una madre no se pasan el día entre la boca de su hijo y el suelo).

Si hablamos de biberones y tetinas la recomendación es la misma, con la salvedad de que hay que lavarlos bien tras cada uso. Hay padres que esterilizan los biberones después de su uso y, como hemos dicho antes, no está mal. Sin embargo, tampoco está mal darles un buen fregado con agua y jabón teniendo en cuenta tres precauciones importantes: que no quede nada de leche en ningún sitio del biberón, que se aclare muy bien todo para que no quede jabón y que se sequen al aire y no con un trapo.

Los trapos de la cocina son auténticos almacenes de microorganismos potencialmente peligrosos para el bebé. Si fregamos bien todos los cacharros y luego metemos dentro el trapo para secarlos estaremos deshaciendo el trabajo bien hecho, llenándolo todo, más que probablemente, de indeseables bichillos.

¿Esterilizar? Fíjate en las uñas, las manos y el aspecto general

Os cuento como anécdota una respuesta que nos dio una profesora de enfermería al hablar de la higiene de los utensilios del bebé ahora hará unos cinco años (cuando estudié a fondo sobre pediatría). A la pregunta de si era necesario esterilizar biberones, tetinas y chupetes nos respondió “todo depende de las uñas, las manos y el aspecto general de la madre y el padre”.

Según ella debíamos fijarnos en la higiene general de los padres. Si eran limpios podíamos deducir que tenían también una cocina mínimamente limpia y que serían cuidadosos con las cosas del bebé, pudiendo responderles que no hacía falta, que era suficiente con fregarlos bien y dejarlos secar al aire libre.

Si en cambio veíamos que la higiene era deficitaria podríamos deducir que la casa y la cocina no estarían demasiado limpias y entonces deberíamos responder que sí, que lo ideal sería esterilizar las cosas del bebé.

¿Y el lavavajillas para los biberones?

Como suele suceder, viendo que algunos padres esterilizan los biberones y que otros pueden lavarlos simplemente con agua y jabón, existe un término medio que es el que yo recomendaría a aquellos padres que no van a comprar un esterilizador: el lavavajillas (yo nunca lo he usado porque mis hijos no han tomado biberón, pero de haberlo hecho me parece más fiable que lavarlo a mano).

De igual modo que es suficiente para los chupetes, el lavaplatos es también suficiente para lavar biberones y tetinas. Personalmente recomiendo un enjuagado antes de meter las cosas en la bandeja porque a veces queda algún restillo si está muy lleno y el agua no llega bien.

Evidentemente, también queda, como con los chupetes, la opción de hervir las cosas. Es una buena opción, claro, pero debemos tener en cuenta lo comentado antes: todo debe secarse al aire, nada de meter trapos ni la mano para secar nada.

¿Hasta cuándo debemos tener esas precauciones?

Tanto los padres que esterilizan como los padres que hierven y los que usan lavavajillas se preguntan: ¿hasta cuándo?

Pues bien, tirando de sentido común, hasta el momento en que veas que tu niño ya se lleva de todo a la boca. Esto suele suceder hacia los cuatro o cinco meses, que es cuando te encuentras que tu hijo está chupando yo que sé qué juguete que ha encontrado vete a saber dónde o que chupa una cosa que te ha robado de la mano. Yo, a partir de ese momento, me relajaría un poco (si es que estoy esterilizando) y me pasaría a opciones como el lavavajillas o el agua con jabón.

La mayoría de libros, a pesar de lo comentado, suelen recomendar esperar un poco más, hacia los seis meses, edad en que el riesgo de infección es menor porque los bebés son ya más mayores y edad en que empiezan a comer otras cosas que, evidentemente, no están esterilizadas (verdura, carne, cereales, galletas, fruta, etc.).

Fotos | bradley_newman, osde8info, Qole Pejorian
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