Consejos para que el niño aprenda una correcta nutrición

Todos los padres somos conscientes de lo importante que es para el desarrollo y la salud de nuestros el hijo el que tengan una nutrición completa y equilibrada. Sin embargo, aunque esto sea nuestra responsabilidad, es ideal que el niño asimile pautas adecuadas de nutrición y llegue a ser capaz de elegir, por él mismo, los alimentos adecuados.

Empecemos por nosotros mismos

Es inevitable, y hasta adecuado, que no nos obsesionemos por que la dieta sea perfecta y que no prohibamos a los niños por completo los alimentos menos sanos. Sin embargo, una cosa es ser restrictivo y otra diferente el poner a su disposición chucherías, bollería y alimentos industriales llenos de grasa y azúcar a diario.

Hacer una buena compra y disponer de alimentos sanos, en un menú equilibrado y apetitoso, a diario, es la primera base para lograr que los niños asimilen pautas sanas de nutrición.

Por supuesto, y esto es fundamental, debemos dar ejemplo. Si en casa es normal tomar verduras y ensaladas, frutas y proteínas de calidad, el niño se acostumbrará a ello. Si nosotros comemos sano nuestros hijos se acostumbrarán a comer sano.

Si nuestra despensa y nevera son nutricionalmente equilibradas, y los alimentos sanos están siempre disponibles, nuestros hijos comerán esas cosas.

Pero si nosotros estamos todo el día picoteando chucherías o aperitivos industriales, nos saltamos la fruta y la verdura o comemos productos precocinados de nada va a servir empeñarnos luego en que el niño aprecie lo que nosotros rechazamos o no pida cosas menos adecuadas para su salud.

Es decir, la primera pauta para lograr que el niño aprenda una correcta nutrición es alimentarnos nosotros correctamente y hacer una compra y una cocina saludable.

Hay que ser coherente y se enseña, sobre todo, con el ejemplo. Y evitando entrar en situaciones de poder o de tensión por la comida, pues la actitud de los padres influye poderosamente en la nutrición de los hijos y hay que ser conscientes de las verdaderas cantidades que necesitan los niños para no presionarlos y que aborrezcan el momento de la comida.

Cuando los niños empiezan a elegir y a comprender

Dejando aparte los problemas, normales, que puede presentar un niño ante los nuevos alimentos o texturas, si desde pequeño se ha acostumbrado a tomar alimentos frescos, equilibrados y sanos en casa y, por el contrario, los dulces, precocinados y bollería industrial no son productos que estén disponibles, podrá desarrollar pautas bastante adecuadas de nutrición y, cuando sea el momento, entenderlas.

He aconsejado muchas veces la importancia de una nevera sana y de aperitivos saludables a su disposición. Pero si nuestra pauta es recibirlos a la salida del colegio con un bollo y un zumo industrial o usamos las chuches como premio sabotearemos su elección correcta proponiéndole como deseable lo que no le conviene y aumentando su deseo.

Ni prohibiciones, ni amenazas. Ni chantajes ni premios.

Eso si, y lo recalco, la prohibición absoluta no es conveniente tampoco, y dentro de los límites de la lógica, tomar dulces o bollos de tarde en tarde hace que tampoco se obsesionen con ellos. Pero repito, de tarde en tarde, no a diario y nunca como premio por comer otras cosas, "portarse bien" o hacer caca en el orinal.

A partir de que el niño desarrolla su lenguaje y capacidad de comprensión es adecuado que introduzcamos conversaciones sobre las propiedades de los alimentos. Y me refiero a contarles lo que les ayudan a estar sanos, no a decirles que si no se comen la fruta les va a dar el escorbuto ni que no les traerán regalos los Reyes. Se entiende la diferencia entre informar y amenazar, ¿verdad?

La compra y la cocina

Además de hablarles sobre las propiedades de los alimentos una forma excelente para introducirlos en los conocimientos sobre una correcta nutrición y alimentación es hacerlos partícipes de la compra y preparación de la comida.

Los bebés suelen agobiarse pronto en el supermercado, sobre todo si elegimos para ir un día con prisa y cuando hay mucha gente. Lo ideal es planificar las compras de alimentos como un momento agradable y, cuando el niño ya camina o comprende, hacer de esos momentos una actividad alegre y agradable en familia.

Me acuerdo que a mi hijo le encantaba ir a la frutería y a la verdulería. Mirábamos cada cosa, le explicaba su nombre, me ayuda a elegir el menú y con eso, además de aprender, disfrutaba. Y luego, por supuesto, permitirle ayudar en la cocina y colaborar en las recetas aumentaba su placer e implicación en la alimentación.

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