Las princesas también tienen rabietas: y nos encanta cómo lo manejan sus padres

Es habitual que los niños pequeños lleven relativamente mal, porque se cansan y aburren, esas temporadas en que tienen que ir al ritmo que marcan sus padres, o directamente, la sociedad. En esas épocas en las que tienen poco tiempo libre, no pueden correr a sus anchas, estimularse, desarrollar su creatividad y quemar energía, acaban por estallar de diferentes maneras y por diferentes motivos, a menudo sin demasiada relación entre sí: que de repente todo le parezca mal, y que cuando ayer decían sí, hoy dicen no.

Esto es lo que probablemente le pasó hace unos días a la princesa Charlotte, de dos años, que tuvo una pequeña rabieta cuando iba en compañía de su madre y su padre, los Duques de Cambridge, y con su hermano George, de 4 años.

Pero ojo, esta no es la noticia... lo que nos llama la atención es el vídeo completo en el que se observa cómo los padres de la niña gestionan las diferente situaciones, cómo enseñan a sus dos hijos a saludar a cada persona con la que se cruzan y, en definitiva, cómo llegan incluso a ponerse al nivel de los pequeños para hacerlos partícipes de la vida en sociedad.

Una pequeña rabieta antes de subir al helicóptero

El vídeo dura unos 6 minutos, y empieza con la familia, todos de la mano, caminando hacia un helicóptero. Catalina de Cambridge se queda un poco atrás con su hija Charlotte, y así aprovecha para explicarle un poco lo que van a hacer. Incluso, sin pensar en que su vestido pueda tocar el suelo, se agacha para ponerse a su nivel y hablarle mirándole a los ojos a su mismo nivel.

Entonces saludan a un operario (quizás sea un piloto, no soy docto en estas cosas), e insta a su hijo a saludar también; después hace lo propio con la niña, que ya da muestras de cansancio.

Al parecer, se trata de una visita en la que les muestran algunos helicópteros, así que suben por un sitio y se bajan por el otro (imagino que esto, en los esquemas de una niña de 2 años, no tiene ningún sentido, y puede agravar la situación). Su madre, consciente, la coge en brazos para seguir hablando con ella al mismo nivel.

Se acercan a un nuevo helicóptero, y vuelta a empezar. Se lo muestran, la niña se sube, se baja, y vuelve a los brazos de su madre. Les entregan lo que parece un dossier de hojas (¿recortables? ¿para pintar?), y al cogérselo, dice (la niña) que ya está cansada de esta historia.

Como decimos, no es más que una pequeña rabieta, un "me tenéis cansada de ir de un lado para otro", pero lo increíble es que en todo momento la madre ha estado ahí, incluyéndola en sus actividades, y haciendo lo posible por explicarle lo que acontece en cada momento, haciéndola sentir acompañada.

Quizás seáis muchos los que sigáis pensando que no están demostrando nada del otro mundo. Si es vuestro caso, enhorabuena: tenéis claro lo que necesitan los niños pequeños y entendéis los motivos por los que tienen rabietas, y cómo actuar.

Si en cambio no lo veis claro, si no actuaríais así, solo explicaros cuál es la diferencia con la tendencia educativa "de toda la vida". Catalina podría haberla ignorado en su rabieta, como sugieren algunos "expertos", o haber hecho eso que nos hacían nuestros padres de "cuando lleguemos a casa te enteras" o "esta noche te has quedado sin postre". O incluso pegarle un cachete en el culo para hacerle saber que "ya está bien de comportarse de ese modo".

Podría haber hecho muchas cosas, pero decidió ser consciente de que no es una actividad divertida para una niña pequeña, pero que en ese momento toca hacer esto en familia (los niños también tienen que descubrir y entender que a menudo hay que hacer cosas que no apetecen, como esta), y optó por ofrecer su mejor versión (de madre).

No es la primera vez que hablamos de ellos

Hace un año, por ejemplo, comentamos que el método Montessori se estaba extendiendo en muchos sitios, en parte gracias a que los Duques de Cambridge siguieron este estilo educativo con su primer hijo.

Además, os contamos qué es la escucha activa, que es el modo de poner nombre a lo que hace la pareja: agacharse siempre que pueden tanto para escuchar como para hablar con el pequeño, preguntarle qué siente, qué ha hecho, por qué... y ofrecerle nuestra comprensión y, si hace falta, alternativas, soluciones, ideas, etc. Algo que es muy útil y válido para hacer sentir al niño que se le tiene en cuenta, y que se valora el que se comunique con los demás y el que llegue a encontrar posibles soluciones a sus problemas.

Vía | DailyMail
En Bebés y más | Agáchate y vuélvete a agachar‏, 15 cosas que tienes que dejar de decir a tus hijos, Nueve maneras de decir "no" a tus hijos de forma constructiva

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