Desde que soy madre voy en chándal‏

Uno de los cambios más evidentes que vive una mujer cuando es madre es la limitación del tiempo que puede pasar frente al espejo, pasando de entre varios minutos y varias horas (conozco a más de una que en vez de entrar en el lavabo parece que la ingresan) a escasos minutos o segundos cuando tiene un hijo entre manos (o entre brazos).

Esto hace que muchas mujeres salgan a la calle mucho menos arregladas que antes de ser madres y hace que muchas cambien sus habituales vestidos e incluso tejanos, más o menos apretados, y los zapatos de mayor o menor tacón por un más cómodo chándal y por unas zapatillas de deporte (o quizás no tanto, pero casi).

Para muchas mujeres esto es un proceso lógico temporal que pronto acabará y para muchas otras, pese a que a ojos del entorno pudiera parecer algo así como un “qué descuidada estás, no eres la misma”, es algo así como una evolución a la lógica y la practicidad: “me gusta vestir bien, pero desde que soy madre voy en chandal y lo que antes parecía ropa de andar por casa ahora me parece el atuendo más lógico para el día a día… y sin vergüenza, oye”.

¿Evolución lógica o proceso temporal?

Como digo algunas mujeres ven este cambio como una evolución lógica y a partir del momento de ser madre empiezan a vestir algo diferente, incluso cuando van arregladas, quizás porque la vida en general les hace ser más prácticas. Otras en cambio buscan la comodidad sólo porque es como mejor se sienten al cuidado de su bebé, pero enseguida que pueden vuelven a vestir del modo en que mejor se sienten (no hablo de comodidad, sino de sentirse a gusto con la imagen que proyectas).

Yo no soy madre, lógicamente, pero sí noto que mi armario ha cambiado un poco desde que tengo hijos. He vuelto a comprar ropa más cómoda (como llevaba en mi adolescencia) y menos “apretada”, que estiliza un poco más mi pequeña figura pero me acaba agobiando. No sé si este cambio es debido a que he sido padre o se trata de un salto que habría dado igualmente, aunque me siento bastante identificado con mi mujer que, de lunes a viernes viste así, con chándal.

Por suerte existe la ropa “sport”

Antes de acabar quiero matizar que hay ropa y ropa. Se puede ir con ropa deportiva más o menos “elegante”, pues por ejemplo existen los pantalones de deporte sin goma en el tobillo, que a pesar de considerarse “de chándal”, quedan más elegantes que los de la típica gomita tobillera (más aún si son negros en vez de gris-clarito-casi-pijama).

No es que unas madres vayan mejor que otras, sino que este tipo de ropa deportiva se aproxima un poco a la ropa “sport” y, de hecho, muchas mujeres no llegan al chándal sino que se quedan ahí, en la ropa sport, tan cómoda como la ropa deportiva pero que “viste” más.

¿Y vosotras?

¿Y vosotras? ¿Os veis reconocidas en esto que comento? ¿Habéis antepuesto la comodidad y la practicidad a la imagen y la sensualidad?

Foto | Ed Yourdon
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