Aquellos maravillosos años: el carrito de bebé

Carritos de bebé, biberones, chupetes, intercomunicadores, muchos son los gadgets que un bebé trae a nuestra vida. Nos hemos acostumbrado a que esté ahí, a verlos casi a diario, ya no solo en nuestra caso, sino en cualquier sitio al que vayamos, pero ¿desde cuándo han estado ahí? Algunos de ellos existían ya en la época de nuestros abuelos, pero ¿cuándo se empezaron a usar?

Hoy nos subiremos a la máquina del tiempo y viajaremos atrás, hacia los momentos en que todo ese atrezo que hoy rodea al bebé fue inventado, un repaso por aquellos maravillosos años: el carrito de bebé.

Los inicios

El primer cochecito, o prototipo de este, data de 1733 y fue inventado por el famoso ingeniero de la época William Kent, que construyó uno para entretener a los hijos del Duque de Devonshire. El artilugio consistía en una cesta de mimbre fijada a un marco de madera ornamentada con cuatro ruedas y un arnés para que pudiera ser tirado por un caballo, cabra, perro o humano, es decir, cualquier mamífero de entre dos y cuatro patas que se prestara a ello.

Parece que el "invento" le pareció de lo más interesante a la élite inglesa, cansada ya de tener que llevar a sus churumbeles a cuestas de un palacio a otro (imagínense el cansancio). Y así fueron encargando diferentes versiones de este "mini-carro" a artesanos locales, supongo que con honorarios más económicos, que a su vez, le fueron añadiendo características de cosecha propia.

Modificaciones al diseño inicial

Una de las primeras modificaciones fue la de sustituir los brazos de tiro y el arnés por unos asideros, de forma que un humano, llamémosle padre, madre o ama de cría contratada a tal efecto pudiera tirar del carro en una postura mucho más decente sin terminar relinchando o que algún bienintencionado transeúnte le ofreciera un bocado de avena al verle enganchado a semejante artilugio.

Otra de las modificaciones que se realizó al diseño original fue producto de las quejas recibidas por muchos padres que llegaban a casa con el carro vacío, pues el hecho de no incluir sujeciones para los niños, unido a unas calles con pavimento poco propicio para llevar cosas delicadas sobre ruedas hacía que el bebé terminara en el suelo a mitad de camino y, claro, al no ir mirándole... ya se imaginan el resto.

La modificación consistiría en la eliminación del arnés y asas o más bien de una recolocación de estos desde la parte delantera a la trasera, de forma que el padre ahora pudiera ir empujando el carro sin perder de vista al futuro heredero.

Y también tuvo que incluirse otra pequeña variación por motivos legales, ya que en aquella época era ilegal conducir carros de cuatro ruedas por los senderos y tras alguna que otra multa los fabricantes decidieron quitarle una rueda al carro antes de quedarse sin clientes. Y aquí nació el coche de tres ruedas.

*Atención al texto de la foto. ("El marido dócil", con eso lo digo todo.)

Despegamos

Con todo lo anterior, el carrito no se popularizó hasta el baby boom que surgió tras la Primera Guerra Mundial, arrastrado también por el auge de la industria del plástico que sustituyó a la cara madera de estos, así como por la sustitución del inestable moisés de mimbre por una estructura más profunda y reforzada, adornada con accesorios de latón con metal cromado. Ah, y me olvidaba ya, se le añadieron frenos de pie. Todo ello a un precio al alcance de la mayoría de la población gracias a ese invento llamado "producción en serie".

Las sillas de paseo

Hubo que esperar hasta los años 40 para que vieran la luz las sillitas de paseo y su principal característica es que el bebé ya no iba cara a los padres, sino mirando en la misma dirección de la marcha.

En un principio no eran más que un armazón metálico con un aro del mismo material que rodeaba al niño, hasta que un buen día, a mediados de los 60's, el ingeniero aeronáutico inglés Owen Maclaren (¿les suena de algo el nombre?) escuchó a su hija quejarse de lo complicado que era entrar con la silla de bebé en el avión. Y ya saben cómo son los abuelos, le faltó tiempo para diseñar una silla ligera hecha de aluminio y fácil de plegar y guardar cuando no se usa. Había nacido la silla de paraguas.

Otro cambio importante en el diseño surgió en 1984, cuando Phil Baechler intentó correr empujando el coche de su hijo y se dio cuenta era tremendamente complicado, al final empezó a diseñar una silla con piezas de bicicleta surgiendo de todo ello el Baby Jogger, una silla de paseo con tres grandes ruedas todo terreno, ligera y fácil de empujar mientras se hace deporte.

Y ya a partir del 2000 la cosa se ha desmadrado del todo y han ido apareciendo modelos de coches y sillas para casi cualquier evento o uso que les queramos dar. ¿Qué diseños habrá para nuestros nietos?

Y este ha sido todo en nuestra visita a aquellos maravillosos años, el carrito del bebé.

Vía | metal_floss, The Web Perambulator Museum Foto | freezr en Flickr

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