Mi niño tiene unos bultitos detrás, en la cabeza, ¿son ganglios?

Estamos peinando a nuestro hijo o nuestra hija, o haciéndole un poco de masaje o caricias en la cabeza, y de repente nos damos cuenta de que detrás, por encima de la nuca y detrás de las orejas, tiene unos bultitos. Puede ser uno a cada lado o puede ser sólo en uno de los lados, pero aparecen las dudas, no sabemos si los tenía antes y no sabemos tampoco si pasa algo porque los tenga.

Pues bien, si no es que se trata de alguna protuberancia ósea, que también podría ser (un saliente en el hueso), lo más probable es que sean ganglios linfáticos, unas estructuras que tenemos en nuestro cuerpo cuya misión es actuar de defensa ante posibles infecciones.

Qué son los ganglios

Los ganglios están por todo el cuerpo. Tenemos cerca de 500 y están situados en lugares estratégicos para actuar de zona defensiva. Los hay en las axilas, en el cuello, en la cabeza, en las ingles,... y según dónde estén se encargan de defender la zona circundante.

Me he centrado en los de la cabeza porque, aunque suele ser más habitual que se inflamen los del cuello (los que se palpan por debajo de los laterales de la mandíbula), los que más notamos los padres, normalmente de casualidad, son los de la cabeza, por detrás, y solemos preguntar por ellos.

Los ganglios son pequeños, tienen forma redonda y no se notan a menos que estén luchando contra alguna infección. Ahora pensaréis eso de "pues a mi niño se lo noté y no tenía ninguna enfermedad", a lo que respondo que es totalmente normal por dos razones: no todas las infecciones llegan a manifestarse abiertamente (a veces están luchando contra virus y no nos damos cuenta) y los niños cuando no tienen una cosa, tienen otra. O sea, que en los niños es habitual notarle los ganglios un poco inflamaditos a menudo, porque casi siempre están luchando contra algo.

¿Pueden ocasionar algún problema?

Normalmente no, pero puede suceder que un virus o germen sea más fuerte que las defensas y que, no siendo capaz de superarlo, se produzca la infección del ganglio. Esto hace que el ganglio aumente de tamaño, duela al palparlo y que el niño pueda tener incluso fiebre (que puede darse también por la misma infección circundante contra la que el ganglio trata de luchar).

En caso de que sea así, es mejor que el pediatra lo valore, siendo recomendable ir en caso de que suceda algo de lo siguiente: que duela al tocarlo, que mida más de un centímetro, que esté duro y no se mueva o que esté enrojecido, pues el niño podría estar teniendo una adenitis (inflamación de un ganglio linfático).

Foto | Thinkstock
En Bebés y más | Los ganglios en el niño, adenopatías

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