Tiene ocho años y en septiembre empezará la universidad: la importancia de atender las necesidades de los niños superdotados

Laurent Simons tiene ocho años pero en septiembre comenzará sus estudios en la universidad. Cuando hace unos días se graduó de bachillerato junto a miles de alumnos de 17 y 18 años, su estatura pronto llamó la atención de los presentes.

Este pequeño de origen belga, que tiene un coeficiente intelectual de 145, ha cursado todo el ciclo de secundaria en tan sólo un año y medio, y está a un paso de conseguir su sueño.

Un coeficiente intelectual de 145

Los primeros años de vida de Laurent no fueron como los de cualquier otro niño de su edad. Sus padres cuentan que no mostraba interés alguno por los juguetes, y que solía tener problemas a la hora de relacionarse con sus iguales.

Enseguida se dieron cuenta de que su coeficiente intelectual estaba muy por encima de la media, y esto le permitió terminar sus estudios en un tiempo récord. No en vano, cursó la secundaria en tan sólo un año y medio, cuando lo normal es que en su país sea un ciclo de seis años de duración.

Hace unos días, Laurent se graduó de bachillerato y después del verano comenzará su andadura universitaria, aunque aún no tiene muy claro lo que quiere estudiar. Siempre quiso ser cirujano o astronauta, pero ahora parece que ha decidido decantarse por la informática.

En cualquier caso, este pequeño de ocho años adora las matemáticas porque, según sus propias palabras, es una disciplina "muy amplia, y en la que tiene cabida la estadística, geometría, álgebra...". Sus padres afirman sentirse muy orgullosos de él y no importarles en absoluto lo que Laurent decida estudiar o ejercer en un futuro, siempre que sea feliz.

La aceleración educativa

Laurent no es el primer niño superdotado que llega a la universidad a una edad tan temprana. Y aunque hay personas que creen que la aceleración curricular de los niños superdotados les impide disfrutar de su infancia y "ser niños" durante un tiempo, para otros en cambio es un error negar el avance de estas mentes inquietas.

En mayo de 2003 se realizó una conferencia con expertos sobre aceleración educativa en la universidad de Iowa (Estados Unidos), y con las conclusiones que allí se expusieron se publicó el informe: "Una nación engañada: De qué forma las escuelas reprimen a los estudiantes más brillantes de los Estados Unidos". En él se detallan hasta 18 tipos distintos de aceleración entre los que se encuentran las adaptaciones curriculares, las compactaciones, las aceleraciones parciales por materias...

Según nos explican desde la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST), la mayoría de los educadores no están familiarizados con los beneficios de la aceleración educativa, pero es importante conocer las ventajas que esto puede aportar a determinados alumnos.

Sin embargo, no todos los niños superdotados están listos para la aceleración, por lo que deben ser los padres y educadores quienes reflexionen conjuntamente sobre ello para tomar una decisión al respecto, valorando el grado de motivación, la madurez social y emocional y otros intereses del menor.

La atención que requieren los niños superdotados

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una persona superdotada como "aquella que cuenta con un cociente intelectual superior a 130". Sin embargo, según la AEST la medición de la superdotación en base al coeficiente intelectual (CI) es arcáica porque las altas capacidades intelectuales no son homogéneas, hay talentos de muchos tipos y cada caso es único.

En cualquier caso, y con independencia de la puntuación del CI, los niños superdotados o con altas capacidades intelectuales necesitan una atención especial a nivel social, emocional y, aunque parezca mentira, también a nivel intelectual.

Y es que podemos caer en el error de pensar que estos niños tienen capacidad suficiente para aprender por su cuenta aquello que deseen. Pero esto no es así.

¿Cómo podemos ayudar a un niño superdotado desde un punto de vista intelectual?:

  • Ofreciéndoles una enseñanza adaptada a sus posibilidades, tal y como hemos visto en el punto anterior.

  • Facilitándoles el acceso a recursos o estímulos adicionales, así como generando ocasiones en las que puedan utilizar sus habilidades.

  • Ajustando el entorno a sus necesidades para que puedan evolucionar adecuadamente en función de sus aptitudes, posibilidades, autonomía y eficacia.

  • Adaptar correctamente los objetivos de la escuela a su capacidad, bien mediante adaptaciones en la forma de trabajar con el niño, así como en los contenidos que se les va a impartir. Eso sí, siempre bajo la bajo la orientación, estímulo y guía del profesional capacitado para ello.

Si el niño superdotado no recibe la atención necesaria tanto en el entorno familiar, como social y educativo, podría estar abocado al fracaso escolar. De hecho, según los expertos, el 80 por ciento de los niños superdotados fracasa en las escuelas por falta de apoyo.

Pero identificar a tiempo las altas capacidades intelectuales no sólo es clave para que el niño pueda desarrollar todo su potencial y evitar el fracaso escolar, sino también para evitar desequilibrios emocionales como estrés, tristeza e incluso depresión.

En algunas ocasiones, los propios profesores son quienes se dan cuenta de las capacidades del alumno, aunque la mayoría de las veces es algo que ya sospechan los padres desde los primeros años de vida del niño, pues muestran señales de desarrollo muy diferentes al resto de los niños de su edad.

Fotos iStock, Pixabay

Vía BBC

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