Sola y encerrada en el bus escolar: una niña de tres años pasa siete horas olvidada en el autobús

Son muchos los niños que van en ruta al colegio y los padres confiamos en que estarán seguros y cuidados durante ese trayecto. Pero lamentablemente no ha sido el caso de esta niña de tres años, alumna de la escuela Maria Ossó de Sitges, que ha pasado siete horas olvidada en el autobús escolar.

Sucedió el lunes, día en el que como cualquier jornada escolar, la madre entregó a la niña y a su hermano de siete años en el autobús escolar. La sorpresa llegó por la tarde, cuando la niña fue encontrada a las 16.00 horas momento en el que el autobús iniciaba de nuevo su ruta para recoger a los alumnos a la salida. La niña había quedado encerrada en el autobús aparcado durante siete horas, y según ha relatado la madre en Espejo Público, el vehículo no estaba en una cochera cerrada, sino a la intemperie.

La niña, que viajaba con otros 61 alumnos de la misma escuela y dos monitoras, no bajó por la mañana en el colegio y nadie se percató de su ausencia hasta siete horas después.

Una cadena de errores inexplicables

¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta que la niña había subido, pero no había bajado del autobús? ¿Cómo puede irse un autobús a cocheras sin comprobar que quede vacío? ¿Cómo nadie se dio cuenta que la niña no había llegado a clase? ¿Cómo nadie avisó a los padres?

Según El Periódico, el Consell Comarcal del Garraf, organismo responsable de gestionar el servicio de bus, ha abierto una investigación para averiguar qué ha pasado y depurar responsabilidades. De momento, se ha suspendido cautelarmente a las dos monitoras que trabajan en esta línea.

"Son hechos muy graves que no nos podemos permitir y habrá que revisar los protocolos para que esto no vuelva a pasar", sentencia la presidenta del ente comarcal, Mònica Gallardo.

El Consell ha dado 48 horas a las dos empresas implicadas, a la de transporte y a la del servicio de monitores, para ofrecer una explicación de los hechos.

Una angustia evitable

No podemos imaginarnos la angustia de los padres al detectar que su hija había pasado todo el día encerrada en el autobús escolar a pleno sol. Afortunadamente, la niña tenía comida y agua en su mochila. El bocadillo no lo tocó, pero se bebió toda el agua, y cuando se reencontró con su madre, la niña "estaba empapada en sudor", ha comentado.

Tampoco el sentimiento de abandono e indefensión de la niña tan pequeñita, verse sola y encerrada sin que nadie sepa que está allí. Encima en pleno periodo de adaptación, ya que las clases empezaron hace pocos días.

Desde luego, un error tan grave no puede volver a ocurrir. Es obligación del colegio, de la empresa de transportes y de las monitoras responsables de esa ruta poner en marcha protocolos rigurosos para que algo así no suceda, ni vuelva a suceder.

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