Anemia en el embarazo: cuáles son los síntomas y cómo mantenerla a raya

La anemia por deficiencia de hierro es un trastorno frecuente durante el embarazo. Se produce a causa del aumento del volumen del plasma sanguíneo y la capacidad disminuida de los glóbulos rojos para transportar oxígeno o hierro. El hierro es necesario para la producción de hemoglobina, proteína presente en los glóbulos rojos encargada de llevar el oxígeno a otras células.

Este, llamémosle "exceso de trabajo" de los glóbulos rojos, provoca un descenso de los niveles de hemoglobina, albúmina y vitaminas hidrosolubles, dando lugar a la anemia gravídica o anemia fisiológica del embarazo.

El 90 por ciento de la anemias que se producen en el embarazo son anemias ferropénicas, es decir, por falta de hierro. Es normal que se produzca un descenso de hierro en los glóbulos rojos, pero si la anemia se agudiza puede traer complicaciones graves en el embarazo.

La embarazada que padece anemia es más propensa a desarrollar preeclampsia, algún tipo de infección o una hemorragia postparto, mientras que los bebés son más propensos a nacer de forma prematura, a tener un crecimiento menor al normal y a nacer con bajo peso.

Síntomas de anemia en la embarazada

Normalmente, la anemia se detecta mediante un análisis de sangre, pero hay ciertos síntomas a los que debes estar alerta si estás embarazada.

Una persona anémica presenta palidez en la piel, labios, uñas, palmas de las manos o parte inferior de los párpados, se siente cansada, apática, sin ganas de cuidarse a sí misma ni ilusión por su situación, con el riesgo de sentir también desinterés por el cuidado del bebé.

Puede padecer fatiga, vértigo o mareos, así como dificultad al respirar y latidos cardíacos acelerados. Son síntomas algo confusos, que bien pueden ser entendidos como una molestia del embarazo o un signo de estrés, por lo tanto si te sientes identificada con los síntomas debes comentárselo a tu médico para confirmarlo mediante un análisis de sangre.

Suplemento de hierro, ¿sí o no?

En las analíticas de sangre que te realizarán en los controles prenatales cada trimestre se controla el estado de anemia de la madre. Se mide la hemoglobina, concentración de esta proteína en la sangre y el hematocrito, porcentaje del volumen total de la sangre compuesta por glóbulos rojos.

Cuando la concentración de hemoglobina baja de los 11 g/dl se considera que debe darse un suplemento de hierro para complementar la dieta de la embarazada, aunque las opiniones al respecto son variadas.

El volumen de sangre de la madre aumenta y se produce un fenómeno conocido como hemodilución fisiológica, es decir que la sangre está más diluida, lo cual disminuye de 3 a 5 unidades el valor del hematocrito. Naturalmente, los valores de hemoglobina bajan aunque en realidad lo que sucede es que tiene más hemoglobina que antes de quedar embarazada pero en una menor concentración.

Por ello, hay quienes consideran que un suplemento de hierro no es necesario, que basta con llevar una dieta variada incluyendo alimentos que aporten hierro y que además no es nada recomendable pues incrementa el riesgo de parto prematuro y de bajo peso. Consúltalo siempre con tu médico que te indicará lo mejor en tu caso.

Anemia y embarazos múltiples

El aumento de volumen de plasma sanguíneo de la madre embarazada de un sólo bebé es de un 50 por ciento. Con dos o más bebés, el volumen sanguíneo es aún mayor. Un 75 por ciento mayor en el de gemelos y casi del 90 por ciento en el de trillizos, por lo que el riesgo de contraer anemia también aumenta notablemente.

Cómo mantener la anemia a raya

Para prevenir la anemia se recomienda llevar una dieta variada que incluya alimentos ricos en hierro para garantizar que el organismo cuenta con las reservas de hierro necesarias para aportar oxígeno suficiente para el bebé.

Entre los alimentos que aportan hierro encontramos los pescados y mariscos, vegetales de hoja verde (acelga, espinacas, berro, perejil, etc), carnes (de ternera, de pato, codorniz), lácteos y frutos secos. Se aconseja además aumentar el consumo de alimentos ricos en vitamina C, que facilitan la absorción del hierro, y evitar el consumo de alimentos inhibidores de la absorción como café, té y bebidas carbonatadas.

Durante el embarazo se recomienda una dosis de 30 mg diarios de hierro, lo cual supone más del 30 por ciento de la dosis habitualmente indicada.

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