El bebé aprende a hablar

El bebé aprende a hablar poco a poco. Cuando no sabía decir ni una palabra ya pudieron sus papás comunicarse con él, como hemos visto. El pequeño explicaba con su llando o sus llamadas si estaba hambriendo, mojado o solo, y sus padres aprendieron a interpretar sus requerimientos.

Y al hacerlo, le hicieron ver que era comprendido, que sus intentos por comunicarse son efectivos. Ese gran descubrimiento es una de las columnas centrales de sus primeros años de vida. El bebé aprende a hablar y quiere aprender a hablar, para entenderse mejor con las personas a las que tanto ama.

Como hemos tratado ya, sus primeras "palabras" llegan antes que las palabras. Usa su voz para emitir sonidos, sus primeros ruidos le sirven para ejercitar su aparato fonador y para descubrir la comunicación recíproca. Puesto que sus padres reaccionan ante sus tentativas de conversación se siente alentado para seguir practicando. Al interpretar como palabras sus primeros balbuceos se refuerza el interés en este aprendizaje.

¿Os acordáis la primera vez que vuestro hijo os llamó "papá" y "mamá"? Explotamos de orgullo, lo felicitamos con pasión. Y él, que se da cuenta de que acaba de entrar en un mundo nuevo, estará tan exultante como nosotros. Pronto aprenderá a llamaros. Seguirá experimentando sonidos, aunque todavía no sean palabras reconocibles.

Los bebés entonces comienzan a emitir sílabas repetitivas, un poco al azar, un poco como imitación a lo que escucha. Cuando le hacemos ver esos sonidos tienen significado se siente locamente feliz. Uno de sus primeros balbuceos puede ser "ma, ma, ma" o "pa, pa, pa". Y si reaccionamos positivamente, preguntándole si ha dicho "mamá" o "papá", indicándole que somos nosotros mismos, su objeto de amor y sus cuidadores, la alegría es desbordante.

El papel de los padres

El papel de los padres es comprender que sus pequeños son verdaderas esponjas que asimilan todo lo que sucede con hambre de saber más. Cuando comienza con su charloteo los padres deben mantener la conversación, contestando cuando el niño hace una pausa y dejándole a él respondernos también. Están aprendiendo los patrones de la comunicación con el ejemplo que les damos.

Pronto empiezan a usar palabras inventadas que obviamente se refieren a un objeto en particular: la teta, el biberón, agua, algún juguete especial, otro niño o animalitos. Entonces lo adecuado es preguntarle si se refiere a esa cosa, repitiendo la palabra correcta para que vaya asimilándola. Siempre hay que recordar que el entusiasmo por nuestra parte aumenta su interés por esforzarse en seguir aprendiendo a comunicarse. No es adecuado finjir que no los entendemos, eso es muy frustrante. Ya lo es bastante cuando no lo entendemos de verdad. Rechazar el haber reconocido una de sus incipientes palabras lo decepciona.

Cuando de verdad no entendamos hay que ser pacientes, porque el niño no lo será siempre. Supongamos que señala una pelota, y usa una palabra inventada por él, por ejemplo "tilena" (es la que usaba mi hijo sin que sepamos de donde la sacó). Me costó interpretarla y después, hacía de traductora con esta y otras muchas cuando hablábamos con otras personas menos acostumbradas.

El pequeño, cuando no lo entendemos, reforzará el significado señalando o incluso se enfadará. Hay que hacer un esfuerzo para comprender y, trar reformular su petición, es conveniente felicitarlo con muestras de amor, motivando sus esfuerzos en el discurso.

Otra manera de ayudarle es reforzar las acciones que hacemos con preguntas y frases que podemos repetir, señalándo los objetos diciendo su nombre o explicando lo que vamos haciendo.

Por ejemplo, si señala la nevera porque tiene hambre podemos abrirla e ir mostrando lo que hay de comer diciendo el nombre de cada cosa y animándo a repetirla, preguntándole si es eso lo que quiere, aunque pueda resultar complicado acertar siempre.

La historia de una naranja o la importancia de lo concreto

Le será más sencillo entendernos si hablamos de cosas reales, que pueda probar, tocar, oler. Siempre con la prudencia lógica hay que dejarle manipularlas, porque en su mente el ver algo no es todavía un conocimiento completo del objeto.

Nosotros sabemos como huele la naranja, que tacto tiene, si es dura o blanda, como se siente en las manos su redondez. Él no, no le basta ver la naranja, tiene que tocarla, aprender por sus sentidos todo sobre ella, y finalmente archivar en su mente el nombre "naranja" para ese objeto. Conocer sus características completas le ayuda a asimilar que "naranja" no es solamente esta cosa redonda, anaranjada, rugosa y olorosa que hemos puesto en sus manos; "naranja" es una categoría, una palabra que servirá para todas las naranjas que va a encontrar a partir de ahora. La palabra se llena así de contenido, a través del sonido y de los sentidos. Ya sabe lo que es. Con un poco de tiempo aprenderá a pronunciar la palabra bien.

"Mamá ha comprado hoy naranjas, ¿sabes lo que es una naranja?- pausa para que "responda"- "Mira, esto es una naranja, ¿quieres una?- pausa- Mamá te va a dar la naranja. Te doy la naranja, cariño. Tómala- la ponemos en sus manos con otra larga pausa, le ayudamos a cogerla si las manitas vacilan- La naranja es redonda- pasamos con él la mano por la naranja y vamos citando otras propiedades, como su tacto o su color o su olor. Lo dejamos entonces experiementar con ella, respondiendo a sus balbuceos, conversando.

Hablar con todo el cuerpo y en todo momento

La comunicación no es solamente palabras, va acompañada de gestos y de movimientos también. Nosotros, además de ofrecerle estímulos táctiles de lo concreto, debemos acompañar nuestro discurso con movimientos de las manos, señalando, riendo, marcando la vocalización. Incluso cantar y bailar forman parte del aprendizaje.

El bebé no podrá entender una conversación de otros adultos o de sus hermanos mayores, sin embargo, eso no es motivo para excluirlo de la comunicación. Haremos de traductores. Nos dirigiremos a él. Lo escucharemos cuando trate de particiar y le responderemos. La idea es que se sienta parte del proceso comunicativo, no hay que pedirle que esté callado escuchando, apartándolo. Está entre nosotros y es una persona más, y quiere con ansia participar.

Los padres deben hablar y hablar mucho. Al acompañar las acciones con palabras se hace mucho más rico el discurso y los estímulos, haciendo que vaya asimilando lentamente las estructuras gramaticales, los nombres de las cosas y las acciones. De ese modo el pequeño aprenderá a comunicar sus necesidades y deseos.

Conclusión

El repetir las palabras y los patrones refuerza el aprendizaje, sobre todo si se combinan con movimientos de las manos, con gestos y con la experimentación de los sentidos. Seguiremos viendo como el bebé aprende a hablar y el modo en el que nosotros podemos ayudarle a hacer este descubrimiento más efectivo y más placentero.

En Bebés y más | ¿Cómo comunicarnos mejor con el bebé?, Sus primeras "palabras" antes de las palabras

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