¿Crees que tu hijo podría tener un trastorno del desarrollo? No lo dejes pasar

Dicen los estudios recientes que los trastornos del desarrollo y los trastornos del espectro autista son más frecuentes de lo que se piensa, y es que al menos uno de cada 250 niños presenta algún trastorno del espectro.

El pronóstico de estos niños es mejor cuanto antes de realiza el diagnóstico y, por lo tanto, antes se inician las terapias e intervenciones, por eso si como madre o padre crees que tu hijo podría tener un trastorno del desarrollo, no debes dejarlo pasar. Ni siquiera aunque el médico te diga que se puede esperar.

Las intervenciones son más eficaces cuanto antes se empieza

Aunque en EE.UU. el funcionamiento de la sanidad es muy diferente al de nuestro país, España, los CDC (Centros de Control de Enfermedades) son claros a este respecto: cuanto antes se empieza a trabajar con los niños que tienen problemas del desarrollo, más eficaz es la terapia, mejor es el pronóstico y menos costes supone a los padres.

Los primeros tres años son clave

El cerebro de los bebés crece de manera exponencial los primeros años, siendo los tres primeros los más críticos en este sentido. Al haber tantos cambios en esta época, toda intervención que se quiera hacer tendrá más probabilidad de éxito, y como en los primeros años se crean las bases del aprendizaje y el comportamiento, cuanto antes y mejor se trabaje, mejor.

Los padres aprenden antes a actuar

Además, cuanto antes se conoce el diagnóstico, antes aprenden los padres a entender las particularidades de su hijo y el modo de vivir y relacionarse con él, así como el modo de ayudarle a avanzar en sus progresos.

Si sientes que podría pasarle algo...

Los profesionales que hacen las revisiones de los niños tienen en cuenta los hitos que deben ir logrando a medida que crecen y maduran, de modo que son clave a la hora de considerar que un niño o niña pueda requerir de una valoración por un especialista en el desarrollo.

Pero no son infalibles y a menudo lo que puede parecer un trastorno no es más que un niño que está tardando un poco más en su maduración, sin que en realidad tenga ningún problema. Ante el riesgo de hacer saltar una alarma que preocupe a los padres sin razón, a menudo se opta por esperar un poco, dar margen, y ver si el niño avanza y se confirma que "no hay nada de qué preocuparse".

En muchas ocasiones es una postura muy sensata, pero hay que ser muy cuidadoso en el tiempo de espera, pues si pasan muchos meses antes de una nueva valoración pueden haberse perdido algunas oportunidades de intervención, y un tiempo muy valioso. Además, si los padres, que son quienes más conocen a su hijo, tienen serias dudas, lo mejor es que se realice dicha valoración. Vale más que muchos niños sean considerados dentro de la normalidad, sin trastorno, a pesar de la sospecha, que optar por no derivarlos y que queden sin diagnóstico niños con algún trastorno.

Y lo mismo para los padres: si un médico insiste en esperar, pero sentís o creéis que vuestro hijo debería ir más avanzado, debéis buscar una segunda opinión. Como acabamos de decir, el tiempo es clave.

Fotos | iStock
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