Viajar en coche con bebés: cuando no paran de protestar

Seguimos adelante con nuestro especial de Bebés y más sobre viajar en coche con bebés, y hoy vamos a dedicarnos a uno de esos apartados para los que a menudo nos cuesta tener una solución ágil y eficaz. Se trata de viajar en coche con bebés que no paran de protestar en todo el camino.

Sobre cuidar a un bebé que llora mucho ya está hablando estos días nuestra compañera Mireia Long, por lo que en esta entrada vamos a dedicarnos a focalizar ese problema dentro del coche, cuando se produce mientras realizamos uno de nuestros desplazamientos.

Y es que, si en cualquier situación cotidiana el llanto de un bebé puede resultar desesperante, ese mismo llanto escuchado una y otra vez dentro de un espacio pequeño y cerrado como es un coche puede dar lugar a un verdadero riesgo para nuestra seguridad y para la del bebé. No sería la primera vez que un conductor se desespera tanto por el llanto de un bebé que pierde de vista la carretera y acaba sufriendo una colisión del todo evitable, así que lo mejor es comprender qué es lo que ocurre con el pequeño y cómo evitar llegar a situaciones de difícil resolución.

Para empezar, debemos entender una cuestión básica, y es que el llanto del bebé forma parte de la muy poco desarrollada capacidad de comunicación que tiene el pequeño. Hasta que aprenda a llamar la atención de otra manera y acabe pidiendo las cosas por favor, el lloriqueo, los pucheritos y hasta el llanto más desgarrador constituyen su vocabulario, así que hay que comprender que cuando el bebé llora es como si nos hablase, de ahí que en el título de este texto aparezca el verbo “protestar” y no simplemente “llorar”.

A planteamiento subjetivo, respuesta objetiva

También sabemos que ante un bebé al que le da por entablar conversación, tenemos que repasar nuestras respuestas básicas de libro: alimentación, higiene, temperatura, comodidad y afecto, porque normalmente esos van a ser los temas de conversación que nos va a proponer el bebé. Cualquier cambio que se produzca a su alrededor le va a incomodar, así que nos va a comentar sus pensamientos con todo lujo de detalles para que estemos informados de lo que pasa por su mente.

Y por lo general cuando viajamos en coche con el bebé nos vamos a encontrar con que él se enfada porque, desde su punto de vista, al ponerlo en el asiento infantil le estamos desatendiendo en cuanto a las necesidades afectivas y muy posiblemente en lo que se refiere a la comodidad, y es que por confortable que resulte un sistema de retención infantil, nunca se le puede comparar a unos buenos brazos en los que descansar. Desde su punto de vista.

Pero, claro, como ya sabemos, la única forma de cuidar adecuadamente al bebé cuando viaja en coche es sentarlo en un sistema de retención infantil apropiado, así que vamos a tener que conseguir que aprenda que eso es lo mejor para él… y lo vamos a hacer dialogando. Pararemos el coche en un lugar seguro, iremos con nuestro bebé. Un cálido abrazo, unas palabras tranquilas… y en cuanto empiece a estar más calmado, lo vamos a volver a colocar en la sillita explicándole que es por su bien, que lo vamos a sentar allí y que le vamos a abrochar los tirantitos estos tan bonitos que lleva la silla. ¿Ves qué bien?

Y vuelta a empezar

Y el bebé volverá a protestar, claro. Estará dispuesto a argumentar de todas las maneras que se le ocurran que él lleva razón y que somos nosotros los que estamos equivocados. Pero nosotros sabemos que él tiene que viajar en el asiento infantil porque si no su vida corre peligro, así que vamos a tener que estar preparados para el debate.

El cerebro humano aprende por repetición. De la repetición de una secuencia que estamos aprendiendo pasamos a la costumbre de seguirla paso a paso y más tarde llegamos a integrar el hábito por el cual realizamos algo sin casi ser conscientes de ello. Por poner algunos paralelismos, acordémonos de aquel “4×5=20, 4×6=24, 4×7= 28” con que de pequeños deleitábamos a cualquier familiar que nos quisiera escuchar mientras nos aprendíamos las tablas de multiplicar. Primero las declamábamos cálculo por cálculo, luego poco a poco comentábamos en voz baja aquellas operaciones sueltas, como la del “8×7=56”, que más nos costaba recordar, y finalmente ya no nos era necesario repetir nada porque lo habíamos integrado. Y lo mismo nos pasó con los fatídicos verbos irregulares en inglés. Del “sing sang sung” y compañía ya no queda nada si somos capaces de preguntar espontáneamente “Who sang that song in those commercials?”, por ejemplo.

Pues sí, el aprendizaje que haga el bebé va a tener que ser por repetición pura y dura. El mensaje “Para ir en coche tienes que viajar en la silla” se va a contraponer a su mensaje “Paso de sillas, te quiero a ti” y así va a ser la cosa hasta que, poco a poco, él vaya comprendiendo que por el hecho de viajar en un asiento infantil no le queremos menos. Pero para conseguirlo, tenemos que seguir una pauta inamovible, una secuencia que se repita siempre en el mismo orden:

Pararemos el coche en un lugar seguro, iremos con nuestro bebé. Un cálido abrazo, unas palabras tranquilas… y en cuanto empiece a estar más calmado, lo vamos a volver a colocar en la sillita explicándole que es por su bien, que lo vamos a sentar allí y que le vamos a abrochar los tirantitos estos tan bonitos que lleva la silla. ¿Ves qué bien?

Si esa es nuestra pauta, la solidez de nuestro discurso y, lo que es más importante, que el bebé comprenda que esas son las reglas del juego y las interiorice como tales va a depender de que seamos fieles a esa pauta. En el momento en que introduzcamos un cambio en la secuencia… él no va a entender nada, el cambio le va a pillar desprevenido y va a sentirse muy inseguro, así que quizá nos lo haga saber con su particular forma de expresión. Y además, es muy probable que lo que hayamos hecho hasta el momento no sirva de nada, así que más vale que seamos cuidadosos.

Y todo, a su ritmo

Pero si importante es respetar la pauta, respetar el ritmo de aprendizaje del pequeño resulta imprescindible, y es que no va a adquirir el hábito de viajar en su asiento infantil hasta que no aprenda que esa es la forma de viajar en coche, por lo que si intentamos acelerar el proceso con enfados, riñas o discusiones, o no dejando que él se exprese cuando le hayamos explicado (por quincuagésima vez, lo sé) lo bonitos que son los tirantitos de la silla, lo único que haremos será dificultar su proceso de aprendizaje.

Lógicamente, si ponemos todo esto en el contexto de un viaje en coche, alguno de los presentes dirá que todo esto está muy bien, pero que hay unos horarios que cumplir y que nos esperan a tal o cual hora en tal sitio. Y seguramente tendrá razón, pero eso no va a hacer que el bebé se sienta mejor, así que sintiéndolo mucho vamos a tener que prescindir de esa aportación razonadísima y seguramente acertadísima, pero que no pinta demasiado en todo este proceso.

¿La solución para estos casos? Prever el ritual que nos espera y salir antes de casa para evitar que nos cojan las prisas por el camino. No hay otra: si el bebé no entiende de más horarios que los que le marca el cuerpo, ¿cómo vamos a pasarle la presión de saber que tenemos que llegar a tiempo a nuestro destino? ¿Acaso tiene sentido?

Foto | eyeliam
En Bebés y más | Viajar en coche con bebés, Cuidar a un bebé que llora mucho sin perder los nervios

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