Tener un bebé te cambia la vida. Nadie puede negar eso. Pero ser mamá o papá no implica que no puedas seguir haciendo las cosas que hacías antes, aunque de un modo distinto. Ahora que es tiempo de escapadas y viajes, quizá eres de los que piensan que es una locura irse de vacaciones con un bebé, porque serán días de estar arriba y abajo, de horarios distintos, comer y dormir fuera… Si te asusta salir de vacaciones con un bebé, sobre todo pensando en las noches, toma nota de nuestros consejos y ve preparando la maleta porque dormir con tu pequeño fuera de casa es posible.
Adáptate a su ritmo
Los bebés, sobre todo los más pequeños, son como relojes diminutos y suelen tener muy interiorizados algunos hábitos. Por eso, en vacaciones, debéis velar porque vuestros horarios sean lo más parecidos posible a los del día a día. Es decir, que en vez de intentar que el bebé se adapte a vuestro ritmo, lo más lógico es que vosotros os adaptéis a las rutinas que ya tengáis establecidas en casa.
Es evidente que durante el verano nos relajamos y no estamos tan pendientes del reloj, pero tampoco conviene cambiar demasiado los horarios, especialmente los de comer y dormir. Si vais de vacaciones a alguno de los muchos destinos familiares que existen, os resultará más fácil llevar un “horario infantil”, ya que tanto las comidas del alojamiento como las posibles actividades que lleven a cabo estarán pensadas para los más pequeños.
Si tu bebé está habituado a ciertas pautas para dormirse, como tomar un baño relajante justo antes de acostarse o escuchar cómo le lees su cuento favorito, intenta mantenerlas durante las vacaciones. No pasa nada si un día te saltas las rutinas, pero en general, intenta seguir los mismos hábitos para no alterar su ritmo. Eso también lo agradecerás a la vuelta, ya que te ahorrarás el clásico período de adaptación para volver a la guardería o al cole.
Sus cosas, su tranquilidad
Además, hay una serie de objetos que no debes olvidar si viajas con niños porque te harán tu estancia mucho más cómoda. Buen ejemplo de ello es la bañera de viaje, la trona portátil, la sillita de paseo y una mochila portabebés para las excursiones, además de la ropa y complementos (gorro y gafas de sol) y los enseres de higiene y limpieza (pañales, crema solar, toallitas y jabón).
El momento de acostarse
Llevarte tu propia cuna de viaje en tus escapadas te ahorrará los clásicos berrinches a la hora de acostar a los peques porque no están cómodos o no les gusta la cuna del hotel. La cuna de viaje refuerza el sentimiento de familiaridad del bebé con su entorno que comentábamos antes, ya que se trata de un objeto conocido por el bebé, bien porque lo ha usado en otras ocasiones o simplemente por el hecho de verlo habitualmente. Colores que el bebé reconoce, sus sábanas y su olor, le permitirán reconocer la cuna y dormir en ella plácidamente (y vosotros también).
Por otro lado, utilizar su cuna es una forma segura de garantizarnos la comodidad, seguridad e higiene de la misma, algo que no siempre podemos conseguir con una cuna una prestada o que nos ofrezcan en el alojamiento.
Con su cunita y sus hábitos de siempre, nuestro peque podrá disfrutar de las vacaciones y dormir como en casa.
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