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Tres planes (geniales) en la nieve con niños

Navidad, blanca Navidad. Qué mejor momento que la Navidad para que nuestros pequeños descubran por vez primera la nieve, las montañas y el mágico mundo de una estación de esquí o una montaña completamente blanca. Una vez decidido que un día en la nieve es la mejor de las jornadas navideñas ¿qué podemos hacer para que el bebé se lo pase en grande?

¡A jugar!

Qué momento más emotivo el de descubrir el nuevo mundo que les espera: la primera vez que tocan el mar, la primera vez que están en la playa, ven a un caballo o ¡ven la nieve! Esquiemos o no, estas navidades son el momento perfecto para acercarnos a la estación más cercana y ¡a jugar!

-Hagamos que se acostumbren a ella: con la ropa adecuada tirémonos con ellos por la nieve, por las laderas, con la ayuda de un trineo. Existen en el merado trineos de poco peso y con una base firme, especialmente preparados para bebés.

  • Desarrollemos su motricidad fina construyendo muñecos con todo lujo de detalles. Necesitaremos material que debemos llevar desde casa: desde una zanahoria para la nariz hasta una bufanda o unas aceitunas negras para los ojos.

Todo ello hacen que se familiaricen con el medio y quien sabe si será el primer paso para una pasión eterna por el esquí.

Su primer iglú

¿Qué puede ser más apasionante que construir un iglú y pasar unos momentos de juegos en él? ¿Parece imposible? Es de lo más sencillo: con unos sencillos baldes de agua de la forma adecuada haremos "quesitos" a la manera que se hacen los quesitos en la arena. El pequeño quizás ya ha estado en la playa y le resultará de lo más familiar.

Los baldes han de ser grandes y en ellos debemos mezclar la nieve con agua para que se forme una masa. Con ellos, a la manera de ladrillos, iremos apilando cada "quesito" sobre el resto. ¿No lo véis claro? En numerosos vídeos como este os muestra el paso a paso.

Una vez de regreso a casa, si la experiencia les ha encantado, podemos construir un iglú en su habitación de una manera igualmente sencilla y barata gracias a bandejas de poliespán.

¡Hasta el Kilimanjaro!

Bueno, es una exageración pero si somos amantes del montañismo y queremos que nuestro pequeño lo sea, o al menos lo pruebe, una jornada en la montaña puede ser la mejor manera de pasar un día en la naturaleza.

Algunas recomendaciones han de tenerse en cuenta:

Lo niños pequeñitos pueden ir a la montaña, perfectamente hasta 1800 metros, pero comencemos por acensiones lentas y graduales para que su cuerpecito se aclimate a la presión. Mi pequeño no está aún preparado para esquiar pero sí puede disfrutar jugando con la nieve o en el trineo, o simplemente paseando a la espalda de los padres ,calentitos en su mochila.

Si nuestro hijo es todavía un bebé debemos tener en cuenta varios aspectos fundamentales: No se debe llevar a grandes altitudes a bebés que padezcan anemia o que tengan problemas de corazón, aunque sean leves, ya que la adaptación a la menor cantidad de oxígeno en el aire puede hacer que su aclimatación sea inadecuada. Tampoco podemos llevarlo si tiene dolor de oídos, ya que puede aumentar con el cambio de presión y convertir un dolor leve en algo insoportable.

Debemos saber que la nieve cansa mucho más que ir por terreno seco andando: por tanto las etapas de la ruta debemos programarlas más cortas y los descansos más largos.

Foto | Bebés y más En Espacio Feliz Aprendizaje | Cómo celebrar la navidad con niños: tres planes para hacer en familia

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