Respuestas a las dudas que pueden surgirnos sobre las leches de crecimiento para niños a partir de un año

Desde los 12 meses de edad, los niños pueden incluir en su menú mayor variedad de alimentos. De hecho, la dieta ha de ser diversa y equilibrada para responder a unas necesidades nutricionales que, no podemos olvidar, son específicas de ese grupo de edad y, por tanto, diferentes a las de los adultos. En esta etapa, muchos padres deciden incluir en la alimentación de sus retoños las leches de crecimiento, que algunos fabricantes como Puleva fortalecen con vitaminas, hierro, calcio, omega 3 DHA. Pero ¿cómo saber cuál es la más adecuada para nuestro hijo? Te resolvemos las dudas más frecuentes.

¿Qué son las leches de crecimiento?

Las leches de crecimiento son bebidas procesadas o formuladas a partir de leche u otras proteínas para satisfacer los requerimientos nutricionales de los niños de uno a tres años. En otras palabras, son bebidas lácteas pensadas para el correcto desarrollo del niño a partir del año.

Estas leches enriquecidas permiten corregir o evitar potenciales deficiencias nutricionales con un alimento básico, al incorporar en diversos porcentajes algunos nutrientes esenciales. De hecho, el acelerado estilo de vida predominante en países desarrollados está incidiendo negativamente en los perfiles nutricionales de los más pequeños, que acusan falta de minerales como el hierro, así como de vitamina D y de ácido graso omega 3 DHA, entre otros.

Así se recoge en el estudio ALSALMA, publicado en 2014, que también detectó un consumo excesivo de proteínas en esa rango de edad, tres veces más de lo recomendado. Igualmente, el estudio ENALIA constató una ingesta insuficiente de yodo y vitamina D en este grupo de población.

"En general, en la dieta de los niños no es demasiado abundante el consumo de pescado (fuente de omega 3 y de vitamina D). Pero solo en los niños con dietas monótonas o restrictivas podemos encontrar deficiencias de hierro o de otros nutrientes", afirma José Manuel Moreno-Villares, jefe de servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Navarra en Madrid.

Son múltiples los factores que determinan los posibles desequilibrios en la dieta de nuestros pequeños: desde los gustos cambiantes del menor hasta el ritmo diario de los padres (que muchas veces dificulta la elaboración de un menú sano y equilibrado) pasando por limitaciones de diversa índole a la hora de comprar alimentos frescos.

¿Para quiénes están recomendadas?

Como venimos diciendo, están diseñadas para satisfacer las necesidades nutricionales de los infantes de entre 12 y 36 meses. Es una etapa con un desarrollo cognitivo muy importante que requiere nutrientes específicos.

Por ejemplo, el doctor José Luis Bonal, pediatra y presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), menciona el DHA (Omega-3), que interviene en la agudeza visual y el desarrollo intelectual. El Dr. Bonal apunta que "no se sintetiza en cantidades suficientes por el niño" y su aporte resulta fundamental hasta los 5-6 años de edad, cuando el metabolismo neuronal llega a alcanzar su madurez.

Por su parte, la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) considera que, en niños de 1 a 3 años, se pueden usar leches adaptadas como parte de una estrategia para aumentar la ingesta de hierro, vitamina D y ácidos grasos poliinsaturados, mientras se disminuye la de proteínas en comparación con la leche de vaca no adaptada.

La importancia de los lácteos

"En la medida en que se diversifica la dieta ─apunta el doctor Moreno-Villares─ la leche va perdiendo protagonismo. Pero en el segundo y tercer año de vida continúa siendo una parte importante de la alimentación. Y a lo largo de toda la infancia los lácteos son la principal fuente de calcio de la dieta".

El experto continúa señalando que, si el resto de su alimentación es equilibrada, no hay ningún problema para consumir leche entera de vaca o de otro mamífero (cabra, oveja). No obstante, las leches de crecimiento pueden ser de interés en la transición a la leche entera, en especial para algunos niños con dietas más deficitarias o ingestas insuficientes.

Así, puesto que la leche es un vehículo ideal para incorporar a la dieta nutrientes esenciales en la alimentación de los niños de uno a tres años, es idóneo para cubrir esas carencias de hierro, Omega 3 DHA y vitamina D detectadas en estas edades por el estudio antes citado o el de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

¿Cómo se formulan las leches de crecimiento?

"Las leches de crecimiento son modificaciones de la leche de vaca en las que el perfil de nutrientes se ajusta mejor a las necesidades del niño pequeño", explica el jefe de servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Navarra en Madrid. "Por ejemplo, en comparación con la leche de vaca, tienen menos cantidad de proteínas y de grasas saturadas y mayor contenido en hierro. Pueden llevar además otros nutrientes como vitamina D, yodo o ácidos grasos omega", añade el doctor Moreno-Villares.

Aunque están ampliamente disponibles en el mercado, su composición no se encuentra estrictamente regulada. Cada laboratorio recrea su fórmula ideal y diferenciada, por lo que es muy conveniente revisar bien el etiquetado del envase.

Además de los micronutrientes que se añaden en respuesta a las posibles carencias nutricionales de niños con dietas pobres, muchas fórmulas se enriquecen con otros componentes como probióticos y prebióticos en un afán por imitar, aunque sea parcialmente, la composición de la leche materna.

"Hay muchas diferencias entre los distintos productos comercializados. Lo que vemos en los últimos años es que se ha intentado que sea un producto que aporte valor a la dieta del niño y se han eliminado nutrientes que eran o superfluos o incluso desaconsejados (por ejemplo, sacarosa)", indica Moreno-Villares.

Puleva ha apostado por no incorporar en su propuesta de crecimiento azúcares añadidos ni aceite de palma. Asimismo, aporta al peque un 38% de la cantidad diaria recomendada de hierro, trece veces más que la leche de vaca convencional según la propia empresa.

Menor cantidad de proteínas que la de vaca

¿En qué debes fijarte? En palabras de los doctores Dalmau Serra y Moreno-Villares las leches de crecimiento "deberían tener una menor cantidad de proteínas [que la leche de vaca] y estar suplementadas con los nutrientes [...] con riesgo de ingesta insuficiente".

Esto significa que deberían contener un aporte de omega 3 DHA, hierro y vitamina D, optando preferiblemente por las fórmulas sin azúcar añadido. Recuerda que la lactosa es el azúcar naturalmente presente tanto en la leche de vaca como en la materna y, por tanto, está excluido de las limitaciones de consumo de azúcares por parte de las autoridades sanitarias.

Para encontrar los azúcares de estas leches, tendríamos que buscar el apartado de la etiqueta que indica “Hidratos de carbono / de los cuales azúcares”. Aunque la lactosa también se incluye en esta cuantificación, por lo que resulta imposible diferenciar los añadidos de los presentes de forma natural a menos que el envase muestre la leyenda “sin azúcares añadidos”.

Así, la mejor leche de crecimiento será aquella que contenga estas cualidades:

  • Hidratos de carbono: preferiblemente, opta por escoger una fórmula con un aporte de lactosa similar al de la leche de vaca (4-5 g) y sin azúcares añadidos.

  • Proteínas: lo ideal en una leche de crecimiento es que contenga un aporte menor al de la vaca, es decir, inferior a 3 g por cada 100 ml.

  • Grasas: si bien la cantidad ha de ser similar a la de la leche de vaca (3 g por cada 100 ml), debería contener grasas vegetales o aceites de pescado en lugar de las grasas saturadas de aquella.

  • Vitaminas: debe destacar la presencia de vitamina D, apenas presente en la leche de vaca.

  • Minerales: además de contar con otros minerales esenciales como el yodo o el calcio, el aporte de hierro debería ser superior a 1 mg por cada 100 ml.

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