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¿Cómo descubrir si tu hijo tiene alergias?

¿Sabías que muchos de nuestros pequeños son alérgicos a distintos elementos? Se estima que el 30% de la población es alérgica a algo. Una leve irritación en el cuello que no se quiere marchar o molestias frecuentes en la tripa se encuentran como síntomas frecuentes.

Hace tiempo, las alergias no podían ser evitadas, aunque ahora hay mecanismos de vacunación que podrán disminuir mucho los síntomas. Algunos de ellos incluso pueden evitarlos por completo, aunque dependerá de la persona. Lo mejor, siempre, será tomar precauciones ante los alérgenos.

Los alérgenos y su detección

Un alérgeno es un elemento que nuestro cuerpo identifica como algo malo , aunque no tiene por qué serlo. Por ejemplo, los cítricos para algunas personas. Los cítricos no son perjudiciales para el ser humano, pero algunos cuerpos se piensan que los están atacando, y sacan todas sus armas para defenderse.

De esta medida desproporcionada surgen los síntomas visibles de las alergias. La mayoría de ellas no son en absoluto peligrosas, pero sí que ocasionan molestias. Especialmente en los más peques, que no entienden por qué no pueden comer algo, o por qué los padres les dicen que no se rasquen. ¡Si a ellos les pica!

Dado que ninguna es beneficiosa para el organismo, y que causan molestias y en ocasiones problemas graves, lo mejor es saber qué se es alérgico. En España, estas pruebas las realiza personal de enfermería especializado en los hospitales en los departamentos de alergología. Hay dos tipos básicos:

  • Pruebas de contacto: mediante pequeñas concentraciones de alérgenos típicos sobre la piel (como el pelo de animal o ácaros).
  • Pruebas de provocación: observando a los peques tras comer algún alimento.

Para acceder a estas pruebas primero hay que ir al médico de familia o pediatra , que nos derivará al especialista.

Las alergias de alimentos son fáciles de detectar porque enseguida suelen aparecer los síntomas tras la ingestión. Pero las de contacto, que tienen que ver con alérgenos que no podemos ver, suelen ser más complicadas.

Los alérgenos ambientales: ácaros, pelo, moho…

Los alérgenos ambientales pueden ser trasportados por el aire y ser inhalados a través de la respiración. Pertenecen a este grupo muchos de los alérgenos más comunes como: el polen, esporas de hongos y moho, pelo de mascota y polvo.

Casi todas las alergias de este tipo suelen tener su origen en el domicilio, y es que a estos alérgenos les encanta vivir con nosotros en casa. Se pueden encontrar en distintas zonas de la cosa como en el mobiliario, la cocina, el suelo, el baño y otras superficies

Grandes focos son los tejidos (cama, sofás, cojines, alfombras, cortinas…), donde los ácaros campan a sus anchas. Ellos no son malos per sé. De hecho, nos ayudan a mudar poco a poco de piel. Pero para las personas alérgicas pueden resultar un problema. También se les suele encontrar por el suelo y en el polvo en suspensión (son muy pequeños).

Otro causante de alergias en la piel son los hongos. No son ni plantas ni animales pero, como los ácaros, crecen con la humedad. El baño y cocina son su lugar favorito, aunque también aparecen en los bajos de las paredes y las esquinas.

Por supuesto, en las casas donde hay mascotas también pueden surgir reacciones alérgicas a su pelo o plumas. Lo más común es la alergia al pelo de perro o gato porque son comunes, pero también se han encontrado muchas asociadas a pequeños roedores (conejos, cobayas, hámsters…), caballos, aves domésticas (periquitos, canarios, jilgueros…), reptiles e incluso animales de granja.

La prevención es la clave

Como mucho en la vida de nuestros peques, la mejor arma que tenemos para cuidarles es prevenir diferentes problemas antes de que se planteen. Uno de los beneficios desconocidos de la lejía es que neutraliza y elimina alérgenos. Siempre queda asociada a la desinfección sin darnos cuenta del beneficio a la hora de eliminar esos molestos agentes que causan las alergias. Como el polen, moho, pelo de mascota, y ácaros del polvo.

A los ácaros de polvo les encanta la ropa de cama, los sofás, los colchones y las almohadas. Unos comodones, vamos. Para que no se hagan fuertes en sus posiciones, acostúmbrate a desempolvar frecuentemente estas zona con un paño húmedo, a utilizar una aspiradora con filtros antipartículas y a lavar al menos una vez al mes peluches, semanalmente si el peque duerme con ellos, y alfombras.

El moho es muy fácil eliminarlo con un producto que contenga lejía como Estrella 2en1. Generalmente encontramos moho en la cortina de ducha, en las paredes, en las juntas… Para evitar su aparición es recomendable ventilar mucho y exponerlos al frío (por ejemplo, por las mañanas) y reducir la humedad abriendo las ventanas. Esto es especialmente útil en baños y cocinas, donde la condensación es muy alta.

Las mascotas son más complicadas, porque forman parte de nuestra familia y muchos peques andan detrás de ellos todo el día. A veces, incluso jugando sobre el cojín donde duermen, o gateando sobre _su manta_. Pero sí hay acciones que podemos realizar para prevenir, como limpiar con asiduidad esas telas desinfectándolas con lejía en el caso de que sean de colores claros, o cepillar al perro o gato con frecuencia. Además, los lavados excesivos no suelen ser buenos para nuestros animales.

Que el peque evite revolcarse por el lugar donde la mascota suele dormir, no dejar que se acumulen sus pelos en zonas donde suelen estar los niños, así como barrer y desinfectar el suelo suele ayudar muchísimo a evitar cualquier contacto con el pelo del animal (y con las bacterias que contienen).

Fotografías | iStock/bhowie, iStock/utah778, iStock/RobHainer, iStock/adogslifephoto

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