'Snoo': la cuna que inmoviliza y mece al bebé para que apenas necesiten estar con sus padres
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'Snoo': la cuna que inmoviliza y mece al bebé para que apenas necesiten estar con sus padres

Ser padre, ser madre, es un cambio relativamente grande en la vida de una pareja y un evento totalmente nuevo que genera confusión, ansiedad, miedos y ganas de hacerlo bien o muy bien, al sentirse responsables de un bebé tan chiquitín y dependiente. Dentro de esas ganas de ser buenos padres, la industria intenta ayudar ofreciendo inventos y artilugios para cubrir algunas necesidades, y en algunas ocasiones, para crear unas nuevas, haciendo creer a los padres que será la mejor manera de salir adelante.

Ya os he explicado en alguna ocasión que cuando tuvimos a nuestro primer bebé nos gastamos un dineral en lo que nos hicieron creer que necesitaríamos. El 95% de lo que compramos no lo volvimos a usar ni con el segundo ni con el tercero.

Estos días he conocido la existencia de la cuna 'Snoo' y he querido comentarla aquí para que como padres veáis hasta qué punto puede llegar la industria: una cuna que inmoviliza al bebé y lo mece para que apenas necesite estar con sus padres.

En qué consiste la cuna 'Snoo'

Es una cunita de bebé, nada económica (ronda los 1.100 dólares), que tiene la facultad de envolver al bebé y mecerlo automáticamente con diferentes intensidades para deje de llorar, se calme y se duerma.

Lo de envolver al bebé es una técnica muy conocida que imita la presión y falta de espacio que sentía en el útero, que va relativamente bien para los bebés que tienen un reflejo de moro muy acusado y que con casi cualquier movimiento involuntario se exaltan y despiertan (o se despiertan cuando los quieres pasar de los brazos a la cuna por la misma razón). Pero claro, es para hacerlo en algunas ocasiones, no para que el bebé duerma toda la noche y las siestas de ese modo, porque no puede mover los brazos en ningún caso y eso le puede afectar a nivel del desarrollo de la movilidad y la fuerza en dichas extremidades.

En referencia a la capacidad de mecer al bebé, imita (no sé si de manera muy acertada) el baile de los padres cuando tienen al bebé en brazos: repetitivo, de lado a lado, solo que de una manera más exagerada. Al menos en los vídeos me parece que se les mueve demasiado. Eficaz sí es, porque los bebés dejan de llorar, pero el mecanismo no sé si es por acción del movimiento que le relaja, o por exceso de movimiento del cerebro dentro del cráneo del bebé. En ningún momento hablo de que sean sacudidas, que son peligrosísimas porque producen conmociones cerebrales, pero sí me da la sensación de que no es un movimiento natural... ninguna madre ni ningún padre mueve así a su hijo.

¿Y dónde queda el vínculo?

En cualquier caso, lo que a mí más me preocupa, o lo que a mí más me desagrada (preocuparme en realidad no debería porque yo no lo compraría, y cada padre y madre que haga lo que considere mejor), es la despersonalización de los cuidados y las carencias que puede producir en los bebés.

Me explico: los bebés llegan al mundo inmaduros y dependientes, y desde sus necesidades ayudan a sus padres a aprender cómo cuidarlos. Así les enseñan cómo cogerlos mejor, cómo mecerlos, cómo alimentarles, cómo dormirles, cómo quererles, cómo hacerles sentir responsables de su cuidado para siempre... Con esta cuna ya no nos tenemos que preocupar de cogerlos cuando lloran, de mecerlos, de cantarles una nana, de bailar para que duerman en nuestros brazos; que es una cosa que a veces se hace cuesta arriba, pero que siempre recuerdas con cariño: esa época en que podías cogerlos en brazos y se dormían contigo, confiando en que a tu lado estaban seguros. No la cambiaría por nada y volvería a hacerlo mil veces.

Dicho de otro modo, los primeros años del bebé y luego niño son los más importantes a nivel emocional porque es cuando crea las bases sobre las que luego construir su visión del mundo, de las relaciones y de su autoimagen y autoconfianza con respecto a los demás. Los bebés que tienen más contacto con los padres, que son cuidados por ellos, queridos, y se sienten plenos de ellos tienen más probabilidad de tener más confianza en el día a día a la hora de explorar, inventar y ser creativos y autónomos que los que tienen carencias; estos estarán más alerta intentando controlar ellos mismos situaciones, ruidos, etc., que les asustan y que no tienen claro que sus padres vayan a controlar. De igual modo, los bebés que más tiempo pasan en brazos, que más se relacionan con ellos, se sienten más importantes en la familia y tienen una mayor autoestima y confianza en sí mismos.

Fijándonos en el papel de los padres, pasa un poco lo mismo: cuanto más capaces se sientan de calmar al bebé, más lo conocerán y mejor se sentirán en sus funciones. Es una cuestión de estrechar lazos, de aprender a escuchar las demandas del bebé, de sentir la responsabilidad y solventar los peores momentos, cogiendo confianza por el camino. Si este trabajo inicial te lo hace una cuna, cuando ya no quepa en ella y debas ser tú quien deba dormir y calmar al bebé tendrás que aprender rápidamente cómo hacerlo, o querrás recurrir a otro método como el de dejarlo llorar, que será aún peor para el niño y peor para vuestra relación, dado que ni siquiera se habrá creado esa conexión de "Papá te necesito" y de "Aquí estoy, hijo".

Todo esto para resumirlo con una sola frase: "Los hijos llegan al mundo para amarnos y ser amados... no vale la pena dejar que una máquina nos sustituya".

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