El padre que logra silenciar el llanto de su bebé en segundos diciendo 'OM': ¿sabe que la está asustando?
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El padre que logra silenciar el llanto de su bebé en segundos diciendo 'OM': ¿sabe que la está asustando?

Sin duda es uno de los debates del momento, porque los vídeos de este padre se han hecho virales y son miles los padres y las madres probando el método, que podría no ser tan 'amable' como parece a simple vista.

Como os contamos hace unos días, Daniel Eisenman se ha hecho famoso en las redes por compartir dos vídeos en brazos de su bebé. En un momento de llanto, pone en práctica su técnica, que consiste en utilizar el mantra del yoga "OM" alargándolo y manteniendo el tono, hasta que deja de llorar. Ahora bien, ¿es buena o mala solución?

Su técnica: el OOOOMM

Si no los habéis visto todavía, os dejo con los dos vídeos que han hecho de este padre un conocido "duermebebés":

En cuestión de segundos, gracias al mantra, su bebé deja de llorar, quedando en aparente calma. Yo aluciné cuando lo vi, os lo aseguro. Aunque confieso que no me gustó el instante inicial de cada uno de los vídeos. En el primero, espera a asegurarse que se ve claramente que su bebé llora (porque lo más importante para él es que veamos su talento y no tanto calmar a la bebé); y en el segundo llega incluso a imitar el llanto de la niña antes de proceder a calmarla (solo son detalles que me provocan malestar al verlos... no digo con ello nada más que eso).

Además, en ninguno de los dos hace nada más que utilizar el "OOOM", no la abraza, no modifica la postura de la bebé ni la acerca a su pecho como haríamos los padres. Vamos, que se ve una escena muy fría en ambos vídeos, aunque es posible que sea intencionado: si quieres demostrar que "OOOM" funciona, lo lógico es no hacer nada más, porque si no, los otros métodos podrían hacernos pensar que se calma por ellos y no por el mantra.

Pero la bebé está asustada

Ayer mismo, gracias a Terra Mater, pudimos leer la opinión de dos expertos en la materia, Nils y Jill Bergman, neonatólogo de prestigio él y experta y educadora en Cuidados Canguro ella, que advierten que no es oro todo lo que reluce, puesto que la niña no se calma, sino que se asusta. Según el Dr. Bergman, en referencia al primer vídeo:

El padre empieza a emitir un sonido en una nota monótona

Respuesta inmediata: susto, reflejo de moro = el bebé se asusta.
4 segundos más tarde: brazo extendido, dedos crispados = vigilancia, búsqueda.
5 segundos más tarde: el bebé trata de agarrarse, no hay contacto visual, cierra los ojos = estado de miedo.
2 segundos más tarde: taquipnea, respiración rápida = la evaluación confirma que la amenaza continúa.
9 segundos más tarde: se mantiene la respiración rápida continua, pero mantenida = cambia al estado de congelación.
7 segundos más tarde: Todavía respira con dificultad, todavía tenso y agarrado, ojos cerrados = congelación sostenida.
3 segundos más tarde: signo de bostezo (en realidad más como un jadeo lento) … no es un signo de sueño, sino una señal de socorro (Puede reflejar un auto-equilibrio autonómo): señal de advertencia finalizada, ya no está en congelación.
Al final: Buscando de nuevo el contacto visual, de vuelta a estado de vigilancia, todavía en estado de miedo.

Entonces, el Dr. Bergman se pregunta algo realmente importante: ¿Por qué lloraba el bebé?

Por su parte, Jill Bergman (su esposa), lo explica de este modo:

El papá no mira al bebé.
No hace contacto visual.
No percibe la expresión del bebé.
No le habla en voz baja.
No contiene sus brazos en búsqueda.
Él sólo la abruma con un ruido muy intenso.

Los brazos del bebé se crispan, permanecen extendidos.
Trata de encontrar confort buscando el contacto con las manos del papá.
Cierra los ojos con fuerza para ocultarse o disociarse del ruido que no puede evitar.
Ojos muy cerrados en evitación.
Respiración muy rápida.
Creo que el bebé está en “modo pánico”.

Si, ha sido condicionada, entrenada a callarse. “A lo mejor” se ha acostumbrado a esas vibraciones muy altas.

Se queda quieta (en pánico, ya que no se puede ir).

Pero creo que la bebé se queda quieta por la misma reacción de disociación / protesta-desesperación que en la respuesta de congelación del truco de la aspiradora.

Es decir, la niña no se tranquiliza, sino que se asusta. No se relaja, sino que se queda quieta sin posibilidad de reaccionar ante la posible amenaza.

¿De verdad es para tanto?

A raíz de estas palabras de los Bergman han aparecido más teorías añadidas, como que la niña se está haciendo la muerta para salvar su vida, como hacen instintivamente muchos animales cuando consideran que hay peligro inminente.

En la misma entrada de Terra Mater se comparte un estudio que demuestra que los sonidos mantenidos provocan la activación de la amígdala de los bebés: se ponen alerta, se activan para tratar de evaluar la amenaza y decidir si pasar a la huida o a la lucha, en lo que es un instinto primario que todos tenemos (cuando algo nos asusta y aumentan las pulsaciones por la descarga de adrelina, que nos prepara para reaccionar).

Entonces, dicho todo esto, y sin quitar la razón a los Bergman, sólo puedo decir que a mí no me parece para tanto (pero ojo, que yo hablo desde mi posición de enfermero y padre, y mi opinión tiene muy poca o ninguna validez al lado de la de estos dos expertos). Pero me explico por si a alguien le interesa leerlo:

Es cierto que en el vídeo analizado la bebé reacciona callándose y haciendo movimientos como de búsqueda, acelerando incluso la respiración. ¿Sufre? Sí, por lo que dicen, sí. ¿Sufre más que cuando lloraba? No lo sé. Mis hijos son ya más mayores, pero cuando lloran y los calmo, tras dejar de llorar en mis brazos, o en los de su madre, tienen la respiración agitada, siguen sollozando y persisten un rato acelerados hasta que se calman.

Podría ser que esa respiración que interpretan como de pánico, no sea más que el remanente del llanto. En el segundo vídeo, si os fijáis, el bebé hace muchos menos gestos. Podría ser que de tanto "OOOM" esté aprendiendo a no llorar (lo que sería un problema, porque estará dejando de "explicar" lo que pasa, sufriendo en silencio), pero podría ser que, en realidad, sí se esté calmando después del sonido y el silencio que viene después.

Pero se asusta

Llanto

Así es. Escucha un sonido mantenido y grave y, como animal que viene al mundo preparado para sobrevivir, se asusta ante dicho sonido. Deja de llorar, se calla, y empieza a analizar el peligro. El sonido cesa, está en brazos de su padre, no hay riesgo y permanece calmada. ¿O solo lo parece? No se sabe... como digo, podría estar en silencio, pero aún asustada.

Así funciona también, como dice Jill Bergman, el ruido blanco. El ruido blanco tiene la particularidad de ser constante y plano. Ninguna frecuencia sobresale sobre otra, así que el bebé no sabe qué está oyendo. Ante esa situación (el ruido de una aspiradora, del secador, del extractor de la cocina), se produce un bloqueo cerebral y el bebé deja de emitir respuesta.

En los mayores es, de hecho, aconsejable para aquellos que no logran concentrarse. Si la música no es suficiente para aislarte de lo demás, el ruido blanco puede ayudarte a centrarte en la actividad que requiera tu máximo desempeño.

Pero en los pequeños puede no ser una buena solución, y menos si se utiliza como recurso habitual. Mi gran duda viene aquí: ¿Es el "OOOM" tan mal recurso para los padres, cuando ya lo han probado todo? Recuerdo llegar a casa de trabajar, coger a mi bebé en brazos (sobre todo con Guim, el tercero), y al poco rato ponerse a llorar como si no hubiera un mañana. Miriam se duchaba, o necesitaba unos minutos para lo que fuera, corriendo siempre para volver enseguida, pero él lloraba y lloraba en mis brazos, por más que lo mecía, le cantaba, lo acunaba, le acariciaba,... todo lo que en algún momento me había funcionado con los anteriores.

¿Habría hecho esto del "OOOM" de haberlo sabido? Pues no lo sé. Sabiendo que los pone en alerta, no lo sé. Pero no dejaría de ser escoger entre dos opciones: estrés por el llanto mantenido o estrés por el "OOOM". ¿Qué es mejor, qué es peor?

Y entonces hago lo que quizás no debería hacer, compararlo con un adulto. Entonces pienso que, en uno de los casos, hay llanto intenso, sufrimiento intenso, un bucle de lágrimas y gritos que no cesan; y en el otro hay alguien que se pone en alerta ante una posible amenaza. Si estoy solo en casa y oigo un ruido, dejo lo que estoy haciendo, me pongo en alerta y evalúo la situación (como la niña al oír a su padre). Si el ruido se repite, probablemente me asuste porque algo lo está provocando. Si el ruido no se repite, me diré que no era nada y que no corro peligro (yo interpreto que es lo que hace la niña, ver que el sonido desaparece y que, en brazos de su padre, no corre riesgo alguno).

Y en esas estoy, como digo, valorando si es peor tener al niño llorando o callado por haberlo puesto alerta.

Pero repito: hablo de la última opción, porque si siempre haces esto, ni estás atendiendo la demanda real del bebé ni estás teniendo en cuenta que no tiene sentido asustar continuamente a alguien (esto sería totalmente contraproducente: imaginad que cada vez que tenéis una queja o demanda alguien os pone en situación de alerta).

Antes vendrían todas las soluciones lógicas que a todo padre le salen instintivamente, como darle el bebé a la madre (bueno, esto más que instintivo es lógico), abrazarlo, acariciarle, mecerlo, cantarle... pero cantarle sin ser un sonido como el OOOM, supongo. Porque la música amansa a las fieras, dicen. Pero, ¿y si no se amansan, sino que se están poniendo en alerta?

¿Qué os parece?

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