Cómo responder a aquellos que te sugieren que pegar a los niños para educarles es positivo y necesario
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Cómo responder a aquellos que te sugieren que pegar a los niños para educarles es positivo y necesario

Estamos ya en verano y eso significa que los niños tienen fiesta, que muchos padres también y que en muchos momentos pasarán tiempo juntos primos, amigos y conocidos, y también los padres.

Y ya se sabe que cuando se juntan los padres acaban hablando de sus hijos, de lo buenos que son, de lo felices que son con ellos y, cuando hay confianza, de las que les lían y de cómo hacen para solucionarlo: castigarles, amenazarles, pegarles, etc.

Esto nos pone, a los que defendemos un modo de educar a los hijos libre de violencia, de humillaciones y cargado de diálogo, respeto y paciencia, en una posición muy frustrante e incluso incómoda. Por eso hoy os vamos a explicar cómo responder a aquellos que te sugieren que pegar a los niños para educarles es positivo y necesario.

"Cuando pegue a otros niños no le podré decir que no se pega, si yo le pego"

No todos los niños pegan, pero los hay que sí lo hacen. Algunos lo hacen porque han normalizado la violencia y son simples transmisores de lo que ven en casa, en la calle, en la tele,... otros, los más pequeños, lo hacen porque aún no son capaces de expresar su enfado; no pueden decir con palabras lo que sienten, lo molestos que están, y como no lo pueden verbalizar, ni son capaces aún de controlar sus emociones más intensas, lo dicen con las manos.

Lo lógico, por parte de unos padres, es enseñar a los hijos que la violencia no es ni un modo lógico de expresar el enfado, ni una vía de solución para los problemas, ni mucho menos un método válido para conseguir lo que quieren.

Y además, lo lógico es dar ejemplo. Pegar a tu hijo para corregirlo o educarlo te hace perder toda autoridad si un día le tienes que decir que no puede pegar a los demás: "¿No puedo pegar a los demás? ¡Pues tú me pegas!".

"Yo conozco a gente cuyos padres no les pegaron, y tampoco les ha pasado nada"

Pegar a los niños

Porque es un argumento muy habitual. Te dicen que "oye, pues a mí me pegó mi padre y no me ha pasado nada; y además le quiero un montón y hasta se lo agradezco". Y parece que con esto ya está todo dicho.

Pero, ¿y qué pasa con aquellos cuyos padres no les pegaron? ¿Están en un manicomio? ¿Están delinquiendo y drogándose por las esquinas? No, ¿verdad?

Es más, aquellos que pierden el respeto por los demás y acaban siendo los delincuentes que nunca querríamos que nuestros hijos fueran, ¿qué dirán de sus padres, que les pegaban mucho o que les pegaban poco o nada?

Ya, ya... para acabar así tienes que haberle pegado mucho, pero mucho. Entonces, ¿si no le pegas también? ¿No será más bien una cuestión de transmitir unos valores, de enseñar cuáles son las normas sociales y de educar a los hijos?

Porque al fin y al cabo todo consiste en eso, en educarles. Y se puede hacer perfectamente sin humillaciones y sin hacerles daño poniéndolos así en nuestra contra, ni que sea temporalmente.

Por eso, tranquilamente podemos decir eso de "pues oye, a mí no me pegaron y aquí estoy... no me ha pasado nada; y además les quiero un montón y hasta se lo agradezco".

Hacer mal a alguien no puede ser una buena manera de enseñarle a hacer el bien

Pegar a los niños

Y es que no tiene ningún sentido:

  • Un niño aprende a respetar cuando se siente respetado y ve que en casa, su familia, respeta también a los demás.
  • Un niño es cariñoso cuando se siente querido y ve que en casa, su familia, tiene esa capacidad de amar.
  • Un niño es humilde cuando en casa se le enseña humildad.
  • Un niño es bondadoso cuando ve que sus padres son bondadosos con los demás.
  • Un niño no tolera una injusticia cuando sus padres le demuestran su integridad y se indignan ante las injusticias.

Pero pretender que pegar a un niño le va a hacer una buena persona es peligroso. Muchas veces sucede, la mayoría, porque el niño acaba siendo un buen niño a pesar de que le pegaron (los cachetes, pegarle, es un método que puede ser aislado dentro de una familia normalmente cariñosa), pero a veces no sucede, cuando el cachete se suma a un conjunto de actitudes en las que el niño no recibe el mínimo amor que necesita, y entonces el riesgo de que la cosa salga mal, que el niño no sea una persona de bien, es demasiado elevado.

"¿De verdad queréis que vuestra hija crea que cuando hace algo mal merece que alguien le haga daño?"

Pegar a los niños

Porque si una niña o un niño acaba normalizando, ni que sea un poco, el castigo físico, puede parecerle normal que le peguen por hacer algo mal: un profesor, otro adulto, un niño de su clase, un niño de otra clase.

A los hijos e hijas hay que enseñarles que tienen que defender su cuerpo, su integridad física y moral por encima de todas las cosas, y sobre todo nosotros, los padres, que somos los que más tiempo pasamos con ellos. Si ni siquiera nosotros les agredimos, que somos los más cercanos, ¿cómo van a hacerlo los demás?

Si no, si aceptan que cuando hacen algo que los demás consideran que está mal se les puede dañar, ¿cómo van a decirnos que alguien les pega o abusa de ellos? ¿Cómo van a tener fuerzas y argumentos para defenderse? No olvidéis que hay niños maltratados y abusados que creen que se lo merecen y peor, que acaban creyendo que eso es lo normal.

Pero no tengo ganas de debatir tanto

Hay personas que no quieren debatir tanto sobre ello, o que no se sienten cómodas, o incluso que son mucho más tajantes: es que ni te lo argumento, te suelto una frase cortante y listo.

De hecho, los que defienden el cachete a tiempo son muy categóricos y argumentan muy poco porque en realidad ni siquiera saben muy bien por qué creen que es positivo. Solo saben que se ha hecho durante mucho tiempo y que los niños que no conocen las normas de convivencia familiar y social pueden ser demasiado rebeldes. Como además desconocen otro modo de proceder que no sean los cachetes o castigos, apenas son capaces de desarrollar su premisa.

Es en situaciones así cuando pueden servir frases tan escuetas y cargadas de contenido como la de "un buen cachete a tiempo y todo arreglado":

  • "Ay, ¡no! Por suerte tengo otras herramientas para educar a mi hija".
  • "¿Pegar a un niño? Jamás haría algo así, ¡qué horror!".
  • "¿Pero qué dices? ¡Si esto es lo que hacían nuestros abuelos! ¿De qué siglo venís?".

Básicamente consiste en estar totalmente escandalizado, como fuera de lugar después de oírles decir eso: con los ojos bien abiertos y el gesto desencajado.

Hemos normalizado tanto que la gente diga que lo lógico es pegar a un niño que no nos escandaliza pero, ¿verdad que no nos gustaría escuchar a nadie decir que le pega a su padre, a su madre, a su mujer, a su marido, para enseñarles lo que está bien y lo que está mal?

Pues igual es el momento de que empecemos a indignarnos también con ello.

Fotos | iStock
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