Las mamás también nos enfermamos y merecemos descanso
Salud de la madre

Las mamás también nos enfermamos y merecemos descanso

Hoy quiero compartirles un artículo que espero le sirva a algunas madres que hayan pasado por alguna situación similar a la que me encuentro en estos momentos o que puedan prevenirla.

Muchas veces cuando pensamos en "la mamá", suele venir a nuestra mente esa súper mujer que mantiene todo en orden y en su lugar, la que hace que la familia funcione y que se encarga (por que le gusta hacerlo) de muchas cosas en casa. Aunque hay muchos papás que se involucran al 100% en la crianza, en la mayoría de los hogares, la responsabilidad de todo lo que tiene que ver con los hijos todavía recae en las mujeres.

Y es que en realidad las madres podemos ser muchas cosas: maestra, enfermera, psicóloga, cocinera, cantante y todos los papeles que se requieran. Pero a veces se nos olvida una cosa: nosotras también nos enfermamos.

¿Qué pasa cuando mamá enferma?

Bueno, de pasar, realmente no pasa mucho. A veces solemos pensar que si nosotras nos enfermamos se para el mundo y se cae la casa. Pero no, el mundo seguirá girando y las cosas en casa seguirán funcionando.

Cuando nos convertimos en madres ocurre que, sin darnos cuenta, nos olvidamos un poquito de nosotras. Y es que ya no se trata solo de nuestro bienestar. Ahora además de todo lo que usualmente hacíamos, debemos cuidar a unos pequeñitos que nos necesitan y cuya vida literalmente depende de nosotros. Está de más decir que ser madre es agotador.

Pero nuestra familia nos motiva a seguir haciendo las cosas. ¿Y cómo no hacerlo? Si nos gusta y disfrutamos hacer todo lo posible por verlos felices. Tanto es así que a veces no nos damos cuenta que podemos llegar al agotamiento extremo o que no notamos (o no le damos importancia) a esos pequeños malestares que aparecen de vez en cuando.

Sin querer, dejamos nuestra salud fuera de la lista de prioridades, pues tenemos tantas cosas que hacer que hasta minimizamos lo que sentimos. Tampoco quiero decir que nos hacemos las mártires en plan "siento que muero pero tranquilos, que no pasa nada y voy a estar bien". Me refiero a que no le damos tanta importancia porque no pensamos que pueda ser algo grave. Y esto es lo que pienso la mayoría de las ocasiones.

No ignores los primeros síntomas

Mujer Viendo El Movil

Debo aceptarlo, no me gusta ir al doctor. Es curioso porque si noto que a mi hija algo le pasa, es lo primero que pienso hacer y no me importa si cancelo mis planes o pierdo toda la tarde, la salud de mi hija es primero. Pero no pasa lo mismo cuando se trata de mí. Pensar en ir al doctor porque me siento mal me causa un poco de pereza. Siento como si estuviera siendo exagerada cuando "no es nada". Pero muchas veces ese "no es nada" termina convirtiéndose en un "ya no lo soporto" o "tengo dos semanas con molestias". Que resultó siendo justamente lo que me pasó.

Te cuento brevemente porque este artículo no se trata de mí, sino de la salud de las madres en general:

Estuve cuatro días con síntomas de resfriado, tomé algunas vitaminas y un antigripal genérico tenía en casa, hasta que una noche me dolía mucho el pecho y me faltaba el aire. Terminé yendo al hospital casi a medianoche por miedo a que me volviera a dar pulmonía como el año pasado. Me recetaron algunos medicamentos, pero no funcionaron y una semana después volví a ir al hospital porque además de eso tenía dolor estomacal. Para mi fortuna ahora estaba de turno el doctor que me había atendido la pulmonía un año antes. Me recetó antibióticos para ambas infecciones, me mandó a nebulizar y a descansar a casa. Me tomé todas las medicinas pero ni descansé ni me alimenté mejor.

Una semana después, lo respiratorio ya estaba solucionado pero seguía con dolor y molestias estomacales. Nuevamente, no le di mucha importancia y me esperé hasta que el dolor se volvió casi insoportable para ir al médico. Me solicitaron análisis de todo, hasta un ultrasonido abdominal y los resultados mostraron que tengo paratifoidea, y además encontraron que tengo hígado graso. Así que más antibióticos, dieta estricta y mucho reposo para volver a revisarme en dos semanas.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque quizás me hubiera evitado todas esas vueltas y ese gasto enorme en medicinas y consultas si desde un principio hubiera ido al doctor y hubiera tenido más cuidado con lo que comía. Pero me pareció fácil seguir mi vida normal, sin descansar ni ponerle la atención suficiente a lo que mi cuerpo me estaba queriendo decir.

Mamá, descansa y pide ayuda

Entre todas las preocupaciones del día a día me olvidé de mí. Y honestamente, me siento un poco egoísta y culpable por pedir ayuda y quedarme acostada. Aunque me pase la mañana en posición fetal tirada en cama, siento como si de alguna manera estuviera abusando o abandonando a mi familia. Ese sentimiento de culpa es el que me tiene escribiendo este artículo.

Mamá, si me estás leyendo: no seas como muchas que caemos en ese "no es nada". Escucha a tu cuerpo. Si te sientes mal, ve al doctor. Si necesitas descansar, descansa. Si para poder descansar necesitas ayuda con tus hijos, pide ayuda. Se vale pedirla y eso no te hará menos madre ni te hará una holgazana.

Lo que no se vale es sentirse culpable. No se vale ignorar los síntomas hasta sentirnos mal. No se vale no descansar cuando sabemos que eso nos puede ayudar a sentirnos mejor. No se vale no pedir ayuda cuando la necesitamos. Una buena madre también se preocupa por ella misma.

En esta ocasión me fallé a mí misma por minimizar lo que sentía. Pero poco a poco voy aprendiendo que la salud, mi salud, es algo serio e importante. Recordemos siempre que para que nuestros hijos estén bien, mamá también debe estarlo.

Fotos | iStock
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