Besos y abrazos: por qué no obligo a mi hija a darlos si ella no quiere
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Besos y abrazos: por qué no obligo a mi hija a darlos si ella no quiere

Cuando se habla de temas generales de crianza como la alimentación, la lactancia o la educación, solemos encontrarnos con distintos puntos de vista. Existen diferentes corrientes y opiniones sobre cada uno de estos temas, sin embargo todos se basan regularmente en las recomendaciones de algún profesional de la salud o de la educación.

Sin embargo, también hay otros temas que no llevan realmente una guía o recomendaciones específicas, como el que quiero tratar en este día: el obligar o no los niños a saludar y despedirse de beso y abrazo a todo el mundo.

"Saluda hija, no seas grosera"

Cuando yo era pequeña recuerdo que esta frase me la decían mucho mis papá o mi abuela materna, que fue como una segunda madre para mí. Aunque también usaban una variante más común en México: "saluda, no seas ranchero(a)". Nunca entendí que tenían que ver los rancheros con no saludar de beso pero hasta la fecha, aún escucho a otros padres decirla.

Justamente en una fiesta este fin de semana, saludé a unos amigos de mis padres que venían con sus hijos preadolescentes y al ver que ellos no me saludaron su papá les dijo: "saluden hijos, no sean rancheros". Ellos desde luego, obedecieron y con una sonrisa tímida me saludaron con un beso y yo les devolví el saludo lo más amigable y relajada que pude, para que no se sintieran incómodos.

Y es que "incómoda" es justamente como yo me sentía cuando mis papás me decían que debía saludar a alguien de beso o dar un abrazo. Cuando era niña supongo que lo hacía de manera automática por seguir las indicaciones de mis padres, pero conforme fui creciendo iba odiando tener que hacerlo.

Simplemente había gente a la que sí me daba gusto ver y otras no tanto. ¿Por qué tenía que saludar de beso y en ocasiones hasta con un abrazo a todos? Mis padres decían que por educación. Que al no hacerlo, daba la impresión de que no era una chica educada y que las personas pensarían que era una grosera o irrespetuosa. ¿Y el respeto hacia lo que yo sentía?

Desde luego este no es un reclamo a mis padres, ni les guardo rencor o coraje por algo que quizás ahora ya no tiene mucha importancia. Entiendo que cada generación cría diferente y muchos nos basamos en la manera en como fuimos criados por nuestros padres. Cada padre y madre hace lo que puede con las herramientas que tiene.

Pero ahora que recientemente pasó eso y me tocó estar del otro lado del "saluda, no seas grosero", me puse a reflexionar un poco y decidí compartirte por qué desde que mi hija tenía un año decidí que no la obligaría a besar a alguien si no quería.

Ante todo, la educación

Antes de que pienses que estoy criando a una salvaje o una niña sin modales, me gustaría aclarar que algo que creo sumamente importante en la crianza de los hijos es la educación. Considero que parte esencial de nuestro trabajo y responsabilidades como padres es enseñarle a nuestros hijos a tratar a los demás con respeto y amabilidad.

Desde que Lucía tiene un año aprendió a decir "gracias" y alrededor de los dos años, cuando ya comenzaba a decir pequeñas frases, le enseñamos a decir "por favor". Ahora, ella sabe que cuando pide algo debe hacerlo siendo amable e incluyendo "por favor" y agradeciendo cuando se lo den.

Al llegar a un lugar dice "hola" o "buenas tardes" dependiendo de cómo saludemos nosotros a los demás. Sabe que al llegar a un lugar saludamos y al irnos nos despedimos. Pero un beso o un abrazo no son lo mismo que un "buenas tardes". Una cosa es aprender a saludar, otra muy distinta obligar a besar.

Un beso y un abrazo no son para cualquiera

Papa Hija

Para mí, los besos y abrazos son una muestra de aprecio y de cariño. Esto no quiere decir que si no saludo con un beso o abrazo a alguien significa que me molesta o me cae mal. Simplemente no me nace hacerlo y punto. Pero yo ya aprendí a diferenciar y saber que tengo capacidad de elegir libremente, sin estar obligada a hacer algo que no me gusta o no me nace hacer.

Los adultos tenemos por costumbre saludar de beso a nuestra familia, los amigos cercanos y quizás las personas que no son realmente amigos pero que frecuentamos, como los compañeros de trabajo. Realmente es algo que hacemos en automático, pero si lo pensamos bien, es algo que -por lo regular- hacemos sólo con quienes tenemos la confianza de hacerlo o nos sentimos cómodos saludándolos de esta manera.

Existe un momento en el que se pasa de un cordial "buenas tardes" a un "hola" y después a un saludo con beso y hasta un abrazo. No saludamos de beso por ejemplo, a la dependienta de alguna tienda que no conocemos o que solo vemos cada cierto tiempo, pues en realidad, es una persona extraña. Lo mismo ocurre con nuestros hijos.

Quizás nosotros ya conocemos a alguien de muchos años, por ejemplo algún amigo del instituto o una tía lejana que vemos un par de veces al año. Pero para nuestros hijos ellos son extraños. Poniéndonos en su lugar, aunque para nosotros sea nuestra tía querida que conocemos de toda la vida, para ellos es una persona extraña, a la que deben de ir conociendo poco a poco. No podemos esperar que solo porque nosotros les conocemos, ellos estás obligados a saludarles de la misma manera. El día que les nazca darles un beso o abrazarles, lo harán. Recordemos que los besos no se piden, se regalan.

Por qué elegí que no obligaría a mi hija a dar besos ni abrazos si ella no quiere

Como madres nos toca elegir cómo criaremos a nuestros hijos, y muchas de esas decisiones, consciente o inconscientemente, las hacemos partiendo de la crianza que nosotros tuvimos. Algo que siempre he tenido muy claro, es que no quiero poner a mi hija en situaciones incómodas o que le hagan sentir miedo, dolor, inseguridad o que puedan confundirla.

Así que decidí que nunca la obligaría a darle un beso o un abrazo a alguien si ella no quería. Además de que no quiero que se sienta incómoda, estás son otras de mis razones:

  • Porque quiero que aprenda desde niña que cuando ella dice que "no" es no y punto.
  • Porque quiero que sepa que nadie puede tocarla o acercarse sin su consentimiento.
  • Porque quiero que sepa que ella es libre de decidir a quién le expresa cariño y a quién no. No está forzada a querer a todos.
  • Porque quiero que entienda la diferencia entre muestras de educación y muestras de cariño.
  • Porque no quiero que nadie intente obtener algo de ella si a ella no le nace hacerlo o darlo.
  • Porque quiero que aprenda que un beso es algo especial y una brazo es algo que se da con el corazón.

Desde luego que hay ocasiones en las que mi hija se despide con un beso de personas que conoce poco o recién conoce. ¿Si a ella le nace dar una muestra de cariño quién soy yo para impedirlo? Me da gusto ver que es una niña amable y amorosa, y por lo mismo he decidido permitir que ella elija a quién le demuestra cariño o gratitud.

Probablemente habrá algunas madres que piensen que exagero o que le estoy dando demasiada importancia. Pero creo que esto es algo que como padres nos toca elegir de manera individual y libre. Si bien debemos educar a nuestros hijos, enseñarles modales y a ser personas de bien, no me parece del todo correcto obligarles a dar muestras de cariño que no sienten o les hacen sentir incómodos.

Foto | iStock
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