Un abuelo se lleva de la guardería a la nieta equivocada

Un abuelo se lleva de la guardería a la nieta equivocada
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Hace un año y medio os explicamos que un abuelo acudió a un colegio equivocado llevándose al niño que no era en lo que podría denominarse como un terrible despiste (o dos).

Algo parecido sucedió hace dos días en la localidad de Río Cuarto, Córdoba (Argentina), cuando un abuelo fue a la guardería a recoger a su nieta y se llevó a la nieta equivocada.

EL hombre, de unos 60 años, se llevó a una niña de tres años a su casa, dejando en la guardería a la nieta verdadera. Al parecer, cuando se acercó a la niña, ésta le estiró los brazos a modo de “me voy contigo”. El abuelo debió entender que esa era su nieta (o vete a saber) y las cuidadoras pensaron lo mismo (“será su abuelo”).

Al llegar a casa el hombre se dio cuenta de que esa niña no era su nieta (a saber cómo se dio cuenta), y volvió tan rápido como pudo a la guardería para tratar de solucionar el desaguisado.

Al llegar, 40 minutos después de haberse ido, encontró a su nieta verdadera esperándole y a una madre al borde de un ataque de nervios que no podía explicarse cómo las cuidadoras habían dejado irse a la niña con un hombre desconocido.

La madre, por supuesto, llamó enseguida a la policía, que inició la búsqueda de la niña “secuestrada”. El comisario resumió el caso explicando que “la maestra fue clara. Si la nena le estira los brazos a un abuelo, no se presta a confusión. Son situaciones que se presentan, que por suerte esta vez tuvo un final feliz”, que es lo mismo que alegan las cuidadoras.

A la madre de la niña, en cambio, no le pareció motivo suficiente para exculparlas, ya que dijo, con más razón que un santo, que “no puede delegarse en un niño de tres años la responsabilidad de saber quién es su abuelo”. Que no es que no lo sepan, es que muchos niños se van con cualquiera.

La verdad es que es una historia curiosa, pero alarmante a la vez. Por una parte tenemos a un abuelo que no es capaz de reconocer a su nieta y que, para próximos favores, se ha ganado el derecho a descansar (vamos, yo no le dejo ir a buscar a mi hija más, y me sabría fatal porque seguro que el hombre se llevó un disgusto enorme, pero si no conoce a mi hija, su nieta, mal vamos), por otro lado tenemos a su nieta, que se tiró 40 minutos esperando a que alguien la viniera a buscar cuando todos los niños ya se habían ido, después tenemos a la madre que, pasadas las ocho de la tarde, se vio en la puerta de la guardería, sin su hija y con un estado de nervios brutal al saber que se la había llevado otro hombre y finalmente tenemos a las cuidadoras, culpables con mayúsculas que, en vez de reconocer el error, dijeron que claro, es que la niña levantó los brazos para irse con él.

En resumen, un lío enorme con final feliz que seguro servirá de lección para todas las partes implicadas.

Vía | La Nación
Foto | ThiebautSite en Flickr
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