Mi hijo prefiere a su padre: cómo gestionar este malestar que genera el sentirse rechazada
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Mi hijo prefiere a su padre: cómo gestionar este malestar que genera el sentirse rechazada

¡Tú no, mamá! ¡Yo quiero que venga papá! Habitualmente nos encontramos con consultas acerca de peques que muestran una preferencia por la madre frente al padre (para desconsuelo de éste), pero, ¿qué pasa cuando prefieren a papá y rechazan a mamá? La mayoría de las mujeres a las que les sucede esto cuentan, con pesar, que viven esta preferencia de sus hijos como una puñalada: “cada vez que mi hijo me dice que no, que mejor papá, me siento tan rechazada…”.

Prefiere a papá

Esto duele… mucho

La “mamitis” (ay, qué expresión y qué concepto tan feo) o la preferencia de los peques por estar con las madres es algo que no solo se da por sentado socialmente, sino que se espera, se entiende como normal. Paradógicamente también se critica y se censura… pero así somos los humanos con algunas cosas.

La aceptación de “esta normalidad” y la expectativa que genera en las madres hace que situaciones como esta (que el peque prefiera a papi) generen un malestar aún mayor.

El momento

¿Cuándo ha empezado el peque a “preferir” a uno o a otro? Esta es una pregunta importante que debemos hacernos, ya que su respuesta sin duda nos va a transmitir calma, ya veréis:

Los bebés establecen relaciones de apego con el adulto de referencia, que ciertamente suele ser la madre. ¿Por qué? Por tiempo pasado con el bebé, por el vínculo de la lactancia en caso de que haya, por… por muchos motivos. Pero eso no quita que el padre esté ahí y el bebé no tenga lazos con él.

Poco a poco los peques se van desarrollando, y dentro de esta evolución está el forjar su “yo”, su identidad. Para que os hagáis una idea al principio no distinguen entre ellos y su cuidador… y de ahí pasan a entender que son seres independientes. Un gran salto, ¿verdad?

Pues bien, dentro de ese proceso evolutivo, para favorecerlo y que pueda tener lugar, hay una etapa que precisamente pasa por “separarse del cuidador principal” y fijar la atención en otros: es normal, esperable y frecuente.

Algo parecido sucederá cuando entremos en la adolescencia, pero con los dos progenitores: en esta etapa nuestros hijos “nos rechazan” como primer paso para forjar su identidad adulta. Se cuestionan quiénes son, y la primera respuesta para avanzar en el camino es “No lo sé, pero sé que no soy mis padres”. De ahí que se produzcan también lazos tan fuertes con sus iguales (amigos), porque se sienten mucho más cerca de ellos que de los padres.

¿El “rechazo” es igual en todos los niños? No, cada niño sigue su proceso: los hay que lo manifiestan de manera evidente, con lloros, evitación activa de la madre… y otros que simplemente indican su preferencia por, por ejemplo, jugar con papá unos cuantos días.

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Cómo actuar con tu hijo

Lo más normal es que se trate de una etapa y que pase de la misma manera que vino, como decía, y también posible que su “preferencia” vaya pasando de papá a mamá de manera alterna.

Por todo esto debemos mantener la calma y comportarnos de manera natural, sin buscar su atención o su preferencia. Si empezamos a cambiar nuestra conducta con respecto al niño en busca de volver a ser “la reina” estaremos creando un conflicto en él absolutamente innecesario. ¿De verdad tiene que elegir? ¿De verdad es tan importante que prefiera a uno o a otro? Piensa.

Así que nada de “sobrecompensar”, nada de chantajear ni mostrarle nuestro malestar al respecto: nosotros somos adultos y ellos niños, no les carguemos con nuestras historias.

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¿Qué puedo hacer con este malestar que siento?

Distingamos entre amor y “preferencia”

Es posible que tu hijo esté pasando por una etapa en la que prefiera estar con papá (o con la abuela o con el abuelo, depende de la situación familiar), pero eso no significa que no te quiera, y es algo que tienes que recordarte para neutralizar ese malestar que te genera el “sentirte rechazada”.

Ya has visto que es muy posible que forme parte del desarrollo normal de tu hijo, lo que debería producir cierta calma, ¿no es así? Pero además hay otras cosas sobre las que merece la pena reflexionar para atajar el asunto.

Todos tenemos cierta necesidad de sentirnos especiales, únicos… de ser los preferidos, pero en el caso de la paternidad tenemos que observarnos bien esta necesidad y ponerla en su lugar, calibrarla para que no interfiera en la relación con nuestro hijo. Para ello recomiendo reflexionar sobre un par de puntos:

  • Piensa en qué motivos hay para que te sientas tan mal. ¿Está la necesidad de “ser la elegida” entre ellos? ¿Las expectativas que comentaba antes te han jugado una mala pasada?

  • ¿Crees que la no preferencia de tu hijo lanza al mundo el mensaje de que no eres buena madre (o peor, que para él no lo eres)? Revisa esas creencias. ¿De verdad crees que tu “calidad” como madre se basa en la preferencia de tu hijo en un momento puntual de la vida? Además, recuerda, ya sabes que una cosa es la preferencia y otra el amor… tu hijo te quiere, de eso no tengas la menor duda. Y por último, ¿qué más da lo que piensen los demás?

No vamos a negar que el que nuestro hijo prefiera claramente a papá es algo que escuece, ¿verdad? Pero acabar con ese malestar es algo que depende más de nosotras, las adultas, que de los peques. Recuerda: sea como sea, haga lo que haga o pelee lo que pelee tu hijo te quiere, y mucho, así que tranquila.

Fotos: Pixabay.com

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