Una madre cuya hija padece TDAH nos recuerda por qué no debemos juzgar a otras mamás

Una madre cuya hija padece TDAH nos recuerda por qué no debemos juzgar a otras mamás
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Seguramente más de uno nos hemos encontrado en alguna situación donde nuestros hijos, sea por el motivo que sea, no entendían de razones y tuvo lugar un berrinche que nos puso en el centro de atención.

Una madre cuya hija padece el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) comparte por qué debemos ser más empáticos y menos críticos al ver a un niño haciendo un berrinche en público.

Berrinches: todos hemos estado ahí

Tengas hijos o no, lo más probable es que en algún momento de tu vida adulta te haya tocado presenciar uno. Puede ser de tus propios hijos, de tus sobrinos, del hijo de alguna amiga o de la persona extraña frente a ti en la fila del supermercado. Hay algo que debemos dejar muy en claro: los berrinches son algo completamente normal en los niños, y por lo tanto, entenderlos.

Es cierto que hay ocasiones que podemos estar pasando un mal día y podemos reaccionar ante ellos con una actitud negativa, sin embargo (y haciendo uso de una frase que me gusta mucho), nosotros ya somos adultos y sabemos cómo comportarnos en público, un niño no. Así que ellos recurren al llanto o los berrinches para expresar cuando algo les molesta.

A lo que quiero llegar con esto, es que todos tenemos un papel durante un berrinche. Algunos seremos mamá o papá y otros un espectador que estuvo ahí en el momento que ocurrió. Como papás, debemos recordar la importancia de la forma en cómo reaccionamos a los berrinches. Como espectadores, aunque no sugiero que estemos obligados a actuar con absoluta paz, sí que podemos evitar hacer comentarios negativos y lanzar miradas desaprobatorias hacia los padres.

El poder de un gesto amable

Como les comentaba al inicio, una madre compartió la experiencia que tuvo recientemente mientras hacía las compras, cuando su hija de cuatro años con TDAH tuvo un momento difícil. Ella comenta que en otras ocasiones ha optado por irse sin las cosas que iba a comprar, pero como en esta ocasión se trataba de comida, decidió que no se iría sin ella, por más fuerte que fuera el berrinche de su hija.

Su experiencia en el supermercado estaba siendo muy difícil ya, cuando un comentario negativo de otra persona terminó por sacar lo peor de ella y haciéndola sentir terrible. Hasta que apareció una mujer, que convirtió esa mala experiencia en una muestra de apoyo y empatía.

Finalmente sucedió. Mientras esperaba en la línea para pagar mi carrito lleno de provisiones (y un poco de vino), Sophie estaba moviéndose sin parar en el carrito, llorando porque le había quitado una bolsa de patatas fritas y porque me dijo idiota mientras estábamos en la línea. Ella es despiadada. Yo lo se. Yo vivo con esto. Su TDAH y su pequeño corazón obsesivo se centra en estos asuntos y cosas que ella encuentra injustos y no se detiene hasta que se duerme o sucede algo dramático que arrebata su atención hacia otra cosa.

Estuvimos en la fila durante varios minutos, yo ignorando su berrinche y rehusándome a ceder. ¿Qué otra cosa haría el ceder a un mal comportamiento sino reforzarlo? Me he ido de lugares cientos de veces a causa de ella. Casi todas las veces, de hecho, termino yéndome sin nada de lo que iba a comprar y con una niña de cuatro años haciendo un berrinche en una mano y un bebé sobre mi cadera, pero esta vez tenía que ser firme porque necesitábamos las provisiones.

Le digo por décima vez que se siente para que no se caiga y lo siguiente que escucho es a una mujer detrás de mí en la línea decir "¡Por el amor de Dios, denle una galleta para que ya se calle!". Pude haberle respondido más amable. Pude haberle explicado que mi hija de cuatro años padece TDAH severo, que yo crío a mis dos hijos sola, que estoy haciendo lo mejor que puedo, y que no tengo más opción que aguantarlo porque necesito las provisiones. En lugar de eso, escucho salir de mi boca "Ella tiene cuatro años y usted necesita encargarse de sus malditos asuntos".

Mantengo mi compostura hasta que termino lo que estaba haciendo y me dirijo hacia la línea donde puedo pagar yo sola, para poder evadir el encontrarme a alguien más como "esa persona". La persona con el niño que no se comporta. La persona que parece perezosa porque ignora el berrinche. La persona que sabe que hacer otra cosa que no sea ignorarle solo empeorará las cosas. Para el momento en que llego a la caja, lágrimas caen sobre mi rostro. Perdí la compostura. Estoy enojada, mis sentimientos están heridos, me siento ofendida y estoy terriblemente triste de no poder tener una sola buena experiencia haciendo las compras con mis hijos.

Mientras escaneo mis compras, una mujer se acerca y comienza a hablar con Sophie. Le hace preguntas para distraerla, pero me apoya cuando Sophie comienza de nuevo a quejarse acerca de querer las patatas fritas. "No, no puedes llevarte esas hoy. Debes ser buena para tu mami. Ella necesita que seas buena para ella. Tengo una pequeña niña justo como tú. ¿Cuántos años tienes? ¿Qué edad tiene tu hermano?". Honestamente, esta mujer pudo haber sido el Anticristo y hubiera tenido más apreciación por su amabilidad y compasión que pos cualquier otra persona que me pueda encontrar.

Basta con un comentario para quebrar a alguien. Nunca sabes por lo que alguien más está pasando. No sabes los problemas que tiene un niño y que están provocando un mal comportamiento, a menos que conozcas la batalla de ser padre de una niña como la mía, no puedes juzgarme. Pero también basta con un solo acto de amabilidad para hacer sentir a una madre consuelo y validación. Gracias a esa mujer en el supermercado hoy, por mostrarnos amabilidad a mis hijos y a mí. Gracias por acompañarnos a la salida. Gracias por apoyarme. Las madres necesitamos mantenernos unidas.

Aunque probablemente no todos nos hemos encontrado en la misma posición de esta madre, sin duda cuando hemos pasado por un momento así nos sentimos observadas y quizás hasta juzgadas de "malas madres" por el simple hecho de que nuestros hijos recurren a un berrinche por no saber expresar lo que en ese momento sentían.

La historia de esta madre es un recordatorio de que no debemos apresurarnos y asumir o juzgar a otros padres cuando sus hijos no les hacen caso o están pasando por un berrinche. Nunca se sabe por lo que pueden estar pasando otras personas. Así que si alguna vez miras a otra madre o a un padre lidiando con sus hijos, no le juzgues y mejor apóyalo, podrías ayudarle a hacer más ligero un mal día y recordarles que el estar pasando por un mal momento, no los hace malos padres.

Vía | Refinery29
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