Sobrellevar el día a día con un bebé de alta demanda

Sobrellevar el día a día con un bebé de alta demanda
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El día a día con un bebé de alta demanda puede llegar a ser muy duro para sus cuidadores. Incluso con ayuda, resultan agotadores, parece que nunca tienen suficiente y se retroalimentan del estado de ánimo de quienes le rodean, por lo que cuanto más cansados y abrumados estemos, de peor humor estarán ellos.

De la crianza de mi segundo hijo y he sacado algunas experiencias e ideas que intento aplicar para sobrellevar el día a día.

Superando el día a día

Mi hijo pequeño, a sus 19 meses, cumple clarísimamente al menos siete de las diez características que definen a un bebé de alta demanda (y las otras tres, en menor medida).

Desde que se levanta hasta que se acuesta, no para ni un segundo. Arrastra cualquier silla o cajón para subirse a los muebles, abrir los cajones de la cocina, intentar tocar la placa vitrocerámica, coger los cubiertos, se sube encima de todas las mesas de la casa, se pone de pie en el borde del sofá, levanta la taza del váter y tira cosas dentro. Arrasa con todo lo que pilla. Por cada habitación que pasa va dejando un rastro de destrucción: cajones con todo por el suelo, todas las cosas rotas, rotuladores destintados, pintalabios comidos, minicadena con cinco CDs metidos a presión por la ranura, varios frontales de cajones arrancados (incluyendo la puerta de la secadora).

Duerme poco y con despertares constantes. Las noches buenas despierta unas 3-4 veces, las malas sus intervalos de sueño están entre 45 y 90 minutos.

Mama a demanda, constantemente, con urgencia, día y noche. Si tiene que esperar para su amada tetita llora terriblemente mientras la pide a gritos. Por la noche puede estar mamando durante más de hora y media y si te atreves a apartarte llora y vuelta a empezar.

Lo cierto es que llora desesperadamente por muchos motivos. Hasta hace dos meses, ducharme suponía que llorara a todo trapo el tiempo que pasara en el baño, de modo que aún hoy la mayoría de las ocasiones me baño con él, muy a menudo dándole el pecho.

Lo mismo en cada una de mis visitas al WC. Tengo dos opciones: ir sola y que llore desesperadamente o ir con él y, si es necesario, darle el pecho mientras hago mis necesidades.

Mi bebé es un bebé-sello. Hasta los 16 meses le he porteado mañana y tarde, unas doce horas diarias. Y ahora que hemos entrado en un frenético sube y baja con constantes cambios de opinión, la mayor parte de sus desplazamientos los hace sin tocar el suelo. El mundo se ve mejor desde arriba y desde la posición que más convenga según el momento.

La trona tiene pinchos. La comida se la mete por la nariz, por las orejas, se la tira a la perra y finalmente se planta el plato a la cabeza, todo ello mientras lucha por bajarse cuanto antes.

Comer y dormir son pérdidas de tiempo para él.

No soporta que le dedique tiempo a su hermano. Boicotea todo lo que hacemos, si abrazo a su hermano viene corriendo llorando como si le estuvieran matando y con gestos obvios me indica que me quiere sólo para mi.

En fin, la lista es larga. El día a día es terriblemente agotador en lo físico pero, sobre todo, en lo psicológico.

¿Qué podemos hacer para llevarlo mejor?

En esto de la crianza no existen recetas mágicas y esta no es una excepción.

Entender que no nos están manipulando, que simplemente necesitan más de nosotros que la media de los demás bebés, es una ayuda. Entender que cada vez que lloran están sufriendo tanto o más como nosotros es clave para no desesperar.

Darle lo que necesita, cuando lo necesita, siempre que se pueda. Aquí es cuando muchos vendrán a decirnos que nunca le sacaremos de la cama si colechamos, que hasta cuándo pensamos darle la teta, que nos tiene cogida la medida, que es un caprichoso... No hagamos caso. Ni son ciertas sus previsiones ni tiene sentido perder el tiempo en rebatirlas (bastante tenemos con lo que tenemos). Para ser independiente primero hay que ser dependiente y hay que tener claro que no van a ser así toda la vida.

Buscar ayuda. Si para criar a un niño hace falta una tribu, para criar a un bebé de alta demanda más aún. No hay que tener miedo a pedir ayuda y decir claramente lo que necesitamos. Y esto incluye pedir ayuda psicológica: si estamos deprimidos, al borde de la desesperación, un psicólogo puede ayudarnos, puede darnos herramientas para no hundirnos.

Rodearse de gente que nos ayude a avanzar. No se trata de perder amistades, pero quizá este no sea el mejor momento para rodearse de familias perfectas con hijos perfectos en las que todo marcha como la seda. Buscar papás que estén pasando lo mismo que nosotros, tejer redes de apoyo (algo que gracias a la red es más sencillo) puede ayudarnos a comprender que no estamos solos.

Intentar salir, aunque sea en chandal y con el pelo sin lavar, el aire fresco siempre viene bien, la luz del sol es un antidepresivo natural.

Obligarnos a quitarnos al menos el pijama, darnos una ducha, arreglarnos un poquito.

No sentirse culpables si el bebé llora. Con un nivel de demanda así, es imposible evitar que llore. Si sentimos que vamos a explotar, es mejor hacer un alto y respirar, hay que asumir que no podemos satisfacer todas sus necesidades a su gusto todas las veces que lo demande.

Foto | memekode en Flickr CC Más información en | Mi Pediatra Online "El bebé de alta demanda afectiva" | Ask Dr Sears (en inglés) En Bebés y Más | Bebés de Alta Demanda: características (I)

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