Los niños de tres y cuatro años: esos pequeños ‘amorcitos achuchables’

Los niños de tres y cuatro años: esos pequeños ‘amorcitos achuchables’
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Hace unos días publicamos una entrada en la que explicamos que los niños de tres y cuatro años se comportan a veces como lo haría un maltratador psicológico. La escribimos desde el humor, para desahogarnos un poco (los que estamos ahora con un niño de estas edades), reírnos y compartir penas, aunque hubo gente que se molestó un poco por el lenguaje y el tono utilizados.

Para que no piensen los y las lectoras que tengo algún tipo de animadversión hacia los niños de 3 y 4 años que hacen simplemente lo que consideran que tienen que hacer (y por lo tanto es normal), y porque así lo siento (que si no, anda que habría tenido yo tres), hoy os quiero contar lo que pasa el resto del día cuando tienes un hijo de cuatro años: por qué los niños de cuatro años son unos amorcitos achuchables.

¿El resto del día?

¡Claro! Lo que os expliqué el otro día son solo momentos, detalles, circunstancias y situaciones más o menos puntuales. No es el único modo en que se relacionan con los padres, ni viceversa, básicamente porque si así fuera entonces no hablaríamos de una conducta normal, sino de una relación totalmente degradada y patológica que precisaría de ayuda especializada tanto para el niño como para los padres.

Por eso después de tener al primero, como digo, tuve otro. Y por eso después del segundo, tuve otro. Porque solo son momentos de “sufrimiento” al que nos someten durante el día, que se compaginan con otros en que nos enamoran.

¿Qué hace que sean tan adorables?

Muchas cosas, que pueden ser parecidas en muchas casas, y diferentes en otras. Yo os cuento lo que recuerdo con más cariño de la época de los 3-4 años de mis hijos, por si coincidís conmigo:

Hablan con lengua de trapo

Ya saben hablar, ya tienen su lenguaje y construyen sus frases, que acaban en diálogos o monólogos, y todo con lengua de trapo. Fallan en muchas palabras, se equivocan con los verbos y dicen cosas como "manimanioso" cuando quieren decir maravilloso, "parasura" cuando quieren decir basura o "panariculares" cuando quieren decir auriculares.

Y claro, te lo dicen serios, convencidos de que se hacen entender, y uno no puede más que agacharse, mirarles a los ojos, escuchar sus palabras y hacer lo imposible por no reírse, mientras les planta un besazo en esos mofletes tan hermosos.

Cuando deciden contarte sus cosas

Niños de tres años

Que es como lo del lenguaje, pero cuando tienen algo importante que decir. Gesticulan, mueven la cabeza, cambian el gesto de la cara, todo para acompañar a sus palabras y enfatizar el mensaje que te quieren hacer llegar. De nuevo te agachas, les miras a los ojos, te aguantas la risa, les demuestras que les escuchas atentamente, y después del besazo, a los brazos y a seguir con ese magnífico e irrepetible diálogo.

Aún pesan poco

Y eso quiere decir que aún los puedes llevar a los hombros, cogerlos mucho en brazos y seguir sintiendo cómo te rodean con los brazos y con las piernas. Su cuerpecito agarrado al tuyo, dependiendo de que no le sueltes, sintiéndose seguro.

Se dejan besar (y dan muchas ganas de hacerlo)

No tienen ningún problema con que les beses tanto como quieras. Más mayores ya empiezan a sentir vergüenza delante de otros niños, pero todavía están en esa edad que te los puedes comer a besitos y no te dicen nada. Ni "déjame", ni "para ya", ni nada por el estilo. Besitos en el cuello, los mofletes, la barriga... y se parten de la risa con esa carcajada que parece que no volverán a respirar.

Aún nos parecen bebés (aún tienen barriguita, cómo duermen, etc.)

Hasta que tienes un bebé y entonces te das cuenta de que no, que son enormes, pero en mi caso, como el pequeño tiene ahora 4 años y es el pequeño, sigo viéndolo como un bebé en muchos aspectos. Aún tiene barriguita, sus pies siguen siendo pequeñitos, y sus manitas. Los ojos grandes, alguna arruguilla en los pliegues de su cuerpo que pronto dejará de tener, los hoyitos allí donde acaba la espalda... y duermen muchas veces en posición fetal, con los pies hacia adentro, como si un útero imaginario los envolviera y les protegiera en la quietud y la oscuridad de la noche.

Dibujan fatal, pero dibujan

Y escriben. Como el mío, que en vez de poner GUIM pone GUMI, IGUM, MIUG y todas las variantes que le harán llegar definitivamente a su nombre. Y hacen unos dibujos graciosísimos en los que se dejan a alguien de la familia o añaden alguno que no sabes quién es, y que ellos tampoco tienen claro.

Son muy atentos (y ayudan mucho)

Niños de tres años

Sí, porque luego crecen y parece que les cuesta más. Es tal la admiración por sus padres que están muy atentos a lo que hacen, y en esa necesidad natural de aprender para hacerlo ellos, te ayudan, y te piden qué más pueden hacer... vamos, que hasta te llegan a sorprender llegando a sentir que algo habrás hecho bien como padre.

Tienen su inocencia intacta

Y esto que parece algo negativo, porque cuando se le dice a alguien "qué inocente eres" en realidad le estás diciendo poco menos que tonto, es en realidad una virtud. Son íntegros, son puros, no conocen la maldad y llegan al mundo para ofrecernos una nueva oportunidad de aprender de la esencia de la vida, de las raíces.

Pero estamos tan contaminados, como sociedad, que lo más fácil es que ellos aprendan lo bueno y lo malo del lugar al que vienen a vivir, y pierdan esa inocencia e integridad, en mayor o menor parte, y no al revés.

Vienen por la noche a tu cama

Si no es que duermen en ella... si ya tienen su cama, vienen. Porque quieren estar con papá y mamá, porque quieren seguir sintiéndose queridos, incluso por la noche. Son todo amor, unos amorcitos achuchables.

Te quieren

Que no viene a cuento de nada y se me acerca, me planta un beso y me dice "Te quiedo", y sigue a lo suyo como si no hubiera pasado nada... y le digo que yo más, y me responde que él todavía más, y le abrazo fuerte y le digo que le voy a comer y me dice que vale, pero que le coma la barriga.

Todo el amor del mundo en un tamaño pequeñito

Y sí, tienen momentos como los que relaté el otro día, que sientes que te están manejando a su voluntad, que te rindes, que ya no sabes cómo acabará todo... pero como la mayoría son estos, los que hoy explico, los aguantas estoicamente rezando por que acaben pronto y crezcan. Pero no mucho, para que no dejen de ser como son.

Fotos | iStock
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