Dejar que el pediatra o la enfermera te diga cómo criar a tus hijos y que te dé consejos de hace décadas

Dejar que el pediatra o la enfermera te diga cómo criar a tus hijos y que te dé consejos de hace décadas
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No sé si fue antes el huevo o la gallina. No sé si los pediatras y enfermeras empezamos a dar consejos sobre cómo criar a los niños porque los padres y madres nos los pedían o si empezamos a ofrecerlos porque salía de nosotros. Bien, no lo sé, porque yo en realidad llevo pocos años como enfermero de pediatría y cuando llegué, esto ya se hacía.

Sucede que pediatras y enfermeras nos hemos convertido, porque los padres nos han dejado o nos han pedido, en los guías en términos de puericultura y crianza de los hijos. Vamos, que ahora ya no sólo damos consejos de salud y alimentación, sino que también hablamos del sueño, de los celos, de las rabietas, de los castigos, de la autonomía del niño, de su autoestima, etc.

En un momento de incertidumbre, ese en el que nos estamos despojando del autoritarismo de la generación anterior y los padres no saben muy bien hacia dónde tirar, no está mal que aparezca una figura de referencia a la que acudir en caso de dudas. Ahora bien, ya es mala suerte, por no decir que parece una broma de mal gusto, que dejes que el pediatra o la enfermera te diga cómo criar a tus hijos y te dé consejos de hace décadas.

La hoja que nos habla de cómo educar a nuestro bebé en el sueño

Consejos Pediatra

Esta hoja me la pasa una mamá conocida de Facebook, que recibió varias hojas con consejos para criar a su bebé de nueve meses. En el punto 4, el del sueño, que es el que veis, aconsejan que el niño vaya a la cama a la hora estipulada y que deben dejarle solo aunque esté llorando. Sólo en caso de que el llanto se prolongue, acudir para tener claro que no le pasa nada, sin cogerle ni nada y, de ser así, dejarle de nuevo solo. Los padres deben decirle que no le van a coger ni le van a sacar de la habitación, pero con tranquilidad. Como rutina, aconsejan poner música, leer un cuento y dejarle juguetes en la cama.

En caso de que el niño sea capaz de salir de su habitación recomiendan poner una barrera en la puerta. Si se despierta, puede ser que necesite un poco de tranquilidad, sin que se le coja ni alimente.

¿Consejos de hace décadas?

Sin duda, son consejos desfasados hace tiempo. Probablemente son los mismos consejos que se le daban a nuestros padres, o los que ellos hubieran podido leer en los libros de crianza y educacuón, si es que por entonces existían. De hecho, o se han ido fotocopiando o transcribiendo a lo largo de los años hasta llegar a la fecha actual, o alguien se los ha traído con una máquina del tiempo o bien han cogido un libro para educar a un perro y han cambiado la palabra "perro" por "niño".

La hora de ir a dormir

Dicen que el niño tiene que ir a dormir a la hora estipulada. Pero claro, ¿por quién? ¿Quién estipula las horas a la que duermen los bebés? Porque en la hoja no dice nada. ¿La deciden los padres? ¿La dice el pediatra o la enfermera el día de la visita? ¿Ha de ser siempre la misma o cambia los fines de semana? ¿Cómo sabe un bebé de nueve meses que ya es fin de semana? ¿Sabe un bebé lo que es un sábado? Si un día nos pasamos de hora porque no nos ha dado tiempo de meterle en la cama a la hora estipulada, ¿debemos esperar a la noche del día siguiente para acostarlo a la hora estipulada?

Le dejaremos solo, aunque llore

Que en caso de que no tenga sueño, hará que llore, seguro. Si estipulamos una hora que se nos ocurre a nosotros, en la que el bebé no tiene aún sueño, pues llorará como queja. Traduciendo el llanto sería como si nos dijera "¿Qué hacéis? ¡No tengo sueño! ¿Por qué me metéis en la cama si no tengo ganas de dormir?". Y esto lo irá repitiendo porque se sentirá abandonado a un sueño que no llega.

Lo lógico, lo normal, si tu hijo llora, es que le atiendas, que estés por él. Pero claro, si tú le provocas el llanto, es un poco raro atenderlo, ¿no? "Ya sé que lloras, ¡si es culpa mía!", pero es que hacerte llorar y luego calmarte es absurdo, incongruente, así que tengo dos opciones, no atenderte para que la cosa no quede tan extraña o evitar hacerte llorar. ¡Y en la hoja te dicen que hagas lo primero!

Acudir si no deja de llorar

Bebé llorando en la cuna

Dicen entonces que si el llanto no cede, acudamos, pero sin cogerle, para ver si no le pasa nada. ¿Qué puede pasarle? Si lo hemos metido tranquilo y al ponerlo en la cama se pone a llorar, ¿ha cogido una infección de repente? ¿Le ha subido la fiebre que no tenía? ¿Se le podría haber caído un trozo de techo? ¿Podría haber monstruos en la habitación? No sé muy bien qué hay que mirar. Porque yo llego, lo veo llorar y me digo "oye, este niño no deja de llorar, le pasa algo". Entonces mis dos neuronas conectan de repente y concluyo "¡me parece que no tiene sueño o no quiere estar solo!", me asombro de la brillantez de mi mente y entonces tengo dos opciones: poner fin al cuento de cada noche, patético, en que provoco malestar en mi hijo y me provoco malestar yo mismo, sufriendo por su llanto, o le dejo llorar pensando "qué raro, no hay monstruos, no tiene fiebre, no parece tener una infección, el techo sigue intacto y sin embargo, sigue llorando".

La barrera que divide el cariño de la soledad

En ocasiones me pregunto cómo lo hacían nuestros antepasados, los que vivían en las cuevas, para lograr que sus hijos durmieran con 9 meses. Luego, yo mismo me doy la respuesta. Por aquel entonces no había IKEA, no había barreras de madera ni habitaciones, así que seguro, segurísimo, que metían al niño en alguna zona aislada de una cueva y para evitar que saliera ponían un montón de piedras a modo de barrera o pared. Debe haber pinturas que escenifiquen ese momento, sólo falta que algún explorador las encuentre.

Porque ya me diréis si no, cómo iban a conseguir que un niño durmiera, si no era así. Por eso, con el avance de los tiempos, de igual modo que hemos evolucionado del fuego a la vitrocerámica, de las cuevas a los pisos y del frío suelo al suave pero firme colchón, las piedras apiladas han derivado en las barreras para las puertas, tan útiles y prácticas que no puedo entender cómo es posible que casi nadie las utilice (estoy siendo sarcástico, claro), con lo bien que debe sentirse un niño capaz de bajar de su cama, en el sufrimiento de la soledad, viendo cómo después de cada escollo salvado, aparece uno aún peor, en un sinfín de pruebas que le obligan, noche tras noche, a dormir solo cuando sus padres, que no tienen ningún miedo, instinto ni pensamiento que les haga sentirse inseguros en caso de estar separados, duermen juntos.

Instinto. Repito: instinto. Los bebés odian la soledad y la oscuridad por instinto. No son ganas de molestar ni de demostrar en casa quién manda más ni nada por el estilo. Ellos simplemente se sienten en peligro y tratan de ahogar esa sensación desagradable con el contacto de sus cuidadores, con quienes se sienten seguros.

No todo está mal

Al César lo que es del César. Hay un punto que me parece perfecto: "No debe arroparlo en exceso si él no quiere". Los niños tienen, por norma, menos frío que nosotros. Por eso muchos se destapan y por eso no debemos taparles demasiado. En eso sí han acertado. Pero es lo único de ese punto. Lo demás, como digo, algo así como leer un libro al que le has quitado el polvo después de cogerlo de una estantería bien alta.

Foto | Thinkstock
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