Diario de mi tercer “embarazo”: el yodo parece ser el culpable y el futuro incierto

Diario de mi tercer “embarazo”: el yodo parece ser el culpable y el futuro incierto
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Hace pocas semanas os di la noticia de que estamos esperando, mi mujer y yo, a nuestro tercer hijo. Este pasado domingo cumplimos semanas y ya estamos en la quince, a unos diez días de hacer una nueva ecografía que quizás nos dé alguna pista sobre el sexo del bebé.

Sobre el embarazo, como ya os comenté en la anterior entrada, ha resultado ser el peor primer trimestre de los tres embarazos. Hay mujeres, como mi madre, que siempre cuentan que cada embarazo era mejor que los anteriores. Pues bien, en nuestro caso el procedimiento ha sido precisamente el contrario: cada embarazo ha resultado ser peor que los anteriores, y además con diferencia.

Al hecho de sumar niños en cada embarazo (en el primero no había ningún niño en casa, en el segundo uno y ahora en el tercero hay dos), hay que añadir que las náuseas en este tercer embarazo han sido casi constantes, con un mareo considerable y una sensación de inestabilidad a todas horas que han hecho que Miriam haya pasado varias semanas prácticamente sin moverse del sofá. El caso es que ahora que está acabando el primer trimestre parece que hemos encontrado la causa de tamaña “desgracia”: el yodo.

El yodo en el embarazo

De un tiempo a esta parte se viene recomendando, además de ácido fólico los primeros meses, un suplemento de yodo para las embarazadas. El yodo es un micronutriente vinculado en la síntesis de hormonas tiroideas que también participa en el desarrollo del sistema nervioso del bebé.

Durante el embarazo y la lactancia se recomienda tomar un suplemento de entre 250 y 300 microgramos y Miriam, que ya tomaba yodo por la lactancia, pero que llevaba un par de meses sin hacerlo porque Aran últimamente mamaba poco, empezó a tomarlo de nuevo, junto al ácido fólico, cuando supo que estaba embarazada de nuevo, allá por la semana 7 de embarazo.

Enseguida empezó a encontrarse mal (con lo bien que había estado hasta ese momento) y a notar todos los síntomas comentados: mareos, inestabilidad, náuseas,...

La cosa empezó a mejorar cuando, al cumplir el primer trimestre dejó de tomar el complemento de ácido fólico con yodo. No llegamos a hacer dicha relación porque simplemente había cumplido el primer trimestre y pensamos que, efectivamente, por el tiempo de gestación, tocaba que se encontrara mejor.

Sin embargo, como el complemento era un combinado, pero el yodo se recomienda tomarlo no sólo el primer trimestre, sino también durante el segundo y el tercero, compramos un suplemento de yodo. Fue empezar a tomarlo y aparecer de nuevo todos los síntomas.

“Armando, me parece que va a ser el yodo”, me dijo. Mucho sentido no le veo, porque la cantidad de yodo es muy baja (bajísima si la comparamos con el yodo que puede llegarse a absorber a través de la piel si te curas una herida con Povidona Yodada, por ejemplo), pero como está relacionado con la síntesis de hormonas tiroideas y el embarazo ya se sabe que provoca unos cambios hormonales impresionantes pensé: pues podría ser.

Entonces pensamos en los anteriores embarazos, en los que no llegó a tomar yodo y todo empezó a cuadrar un poco más. “Además, cuando le dije a mi hermana que tomara también yodo, empezó a encontrarse mal”, me dijo.

En fin, podría ser casualidad, pero en nuestro caso, viendo que no tomarlo le hace encontrarse bien y que tomarlo la deja casi postrada en el sofá, hemos decidido postergar el suplemento de yodo a meses posteriores, cuando el (teórico) efecto secundario no sea tan devastador.

Un futuro incierto nos espera

Una de las cosas que más me tranquilizaban cuando escogí la profesión de enfermero es que, bien mirado, trabajo no me iba a faltar nunca porque enfermos, hasta que se invente una cura definitiva para todo, habrá siempre.

Pues bien, lo que yo no sabía es que la ecuación “enfermos = profesionales atendiéndoles” fallaría algún día, y parece que ese día ha llegado. Hace pocos días se aprobó un ERE en el otro hospital de mi ciudad, es decir, que a mí no me afecta. Pero esto quiere decir que tarde o temprano lo mismo sucederá en el nuestro. En mi caso, donde los ingresos familiares dependen de mí, una situación como ésta flotando en el ambiente hace que las preocupaciones aparezcan, más cuando nuestro tercer hijo está en camino.

Supongo que ésta debe ser una de las razones de que mucha, pero mucha gente, nos diga lo valientes que somos por decidir traer a un tercer hijo al mundo (o casi debería decir, salvando las distancias, por traer un hijo al tercer mundo). La verdad es que tampoco lo pensamos mucho en el plano económico, así que cuando me dicen eso suelo responder: “no sé si valiente o demasiado inconsciente”. El caso es que, sea una cosa o la otra (o ambas), no me arrepiento para nada.

En fin, no me quejo demasiado porque sé que hay gente en una situación mucho peor que la mía hoy. Lo mío es algo que puede llegar o no, pero que forma parte del futuro. En cualquier caso, qué lamentable mundo estamos dejando a nuestros hijos.

Foto | Evil Erin en Flickr
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